lunes, 28 de septiembre de 2015

'No existe en México personal capacitado para cuidar el patrimonio': Ery Camara

 
 
Ery Camara (Dakar, capital de Senegal, 1953), radicado aquí desde 1975, aseguró que México todavía carece de personal competente para atender, adecuadamente, la enorme cantidad de patrimonio que posee, “especialmente en las áreas de museografía, curaduría y conservación”.
Por lo anterior, el artista, restaurador de arte, museógrafo, promotor cultural y curador realiza votos a favor de la formación de profesionales en esas ramas y de mejorar la calidad de los ya existentes.
 
“Es necesario que los museógrafos sepan atender la solicitud pública que hay porque México tiene mucho potencial creativo”, expresó el especialista en entrevista con Notimex.
 
Camara lamentó que a México le falte infraestructura para documentar, difundir y salvaguardar su patrimonio. Sin embargo, dijo, hay alternativas de solución. En el Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso, donde es coordinador de exposiciones y registro de obra, realizó recientemente un ejercicio.
 
Se trató de la exposición “Haciendo una buena obra”, porque notó la grave carencia de restauradores para la cantidad de patrimonio que sufre accidentes a manos de gente que es improvisada y no sabe cómo hacer su trabajo profesional y científicamente, lo cual deriva en muy lamentables errores y perdidas valiosas.
 
“Y hacer un error en el patrimonio es algo irreversible, sin marcha atrás”, subrayó, y agregó que otro riesgo que se corre es el de la especulación en torno al patrimonio.
 
“Si uno no se valora a través del patrimonio que puede reconocer, difícilmente puede salvaguardar su propia identidad”, explicó desde su experiencia.
 
Subrayó que muchas veces, el arte y la cultura se prestan a las interpretaciones ajenas, y lo peor, es que se sigan sin cuestionar. “Todo lo que producimos es una oportunidad de aprendizaje, y es muy importante que el patrimonio cultural sirva para fortalecer la conciencia soberana de los individuos”.
 
Ataviado a la usanza de su país natal, con ropas y accesorios de finas telas y vistosas joyas, Ery Camara aseguró que fortalecer la conciencia “permite a los individuos respetar lo propio y lo ajeno, y saber discernir y reconocer nuestro patrimonio donde uno lo encuentre, si no, podemos estar frente a lo que mejor nos representa, y ser indiferentes a su cuidado”.
 
Al echar la vista atrás, el experto recordó que la museografía en México ha tenido mucho auge desde los albores de los años 60 del siglo XX, cuando fueron creados el Museo de Nacional de Antropología (MNA) y el Museo de Arte Moderno (MAM) y surgieron pioneros que trazaron lo que definiría la museografía mexicana.
 
Definió que la museografía es la puesta en escena de una selección de obras que fue curada con el sentido de otorgarle un significado y un valor que el público puede apreciar en un recorrido espacial donde la relevancia está en el contenido de la exposición y la apreciación de los objetos que ilustran el discurso expositivo.
 
Ery Camara inició su historia en el mundo del arte local con un reto mayor: Renovar el Museo Nacional del Virreinato
 
“Un museógrafo debe ser una persona totalmente abierta y receptiva a la colaboración con su equipo y con los curadores, pues la museografía es una interpretación del trabajo curatorial, y esa colaboración permite dar acentos a los valores que se quiere resaltar en la exhibición”, comentó el entrevistado.
 
El museógrafo, dijo, debe informarse sobre los materiales que está manejando para saber cuáles son los requerimientos ambientales del lugar de exposición, así como sobre su correcta manipulación; de origen de orgánico, inorgánico o con elementos biológicos, no se deben poner sobre un soporte sin conocer las reacciones, acotó.
 
Por otro lado, destacó que hoy en día, el museógrafo debe estar muy bien enterado del lenguaje que la generación actual utiliza, “porque se trata de comunicar un contenido a un público heterogéneo, y si no sabemos en qué lenguajes se maneja ese público, podemos ser muy eruditos pero nuestro mensaje no va a llegar a los destinatarios”.
 
Por eso, añadió, es importante el estudio del público para conocer sus costumbres y ver cómo se pueden establecer puentes, y con códigos, generar un mayor público, mayor interés sobre los contenidos y un dinamismo en la transmisión-recepción. “Es decir, qué es lo que queremos que el público gane en una experiencia museística”.
 
Ery Camara comenzó su trayectoria cursando la licenciatura en Restauración de Bienes Culturales y luego la de Museografía y Museología. “Eso complementó y reforzó los criterios en mi trabajo, y me permite trabajar en museografía y en curaduría, creando formas elocuentes para que las exposiciones generan expectativas y estímulos en el público”.
 
Con los artistas, agregó, el trabajo es importante, pues la exposición es como una revisión muy específica de su trabajo en un espacio dado. “Por eso la colaboración con ellos es ver cómo dialogan sus obras en un espacio determinado”.
 
Con 40 años en México, Camara inició su historia en el mundo del arte local con un reto mayor: Renovar el Museo Nacional del Virreinato.
 
“Durante cinco años coordiné el proceso a nivel técnico y conceptual, trabajando con historiadores, curadores, investigadores y las empresas que participaron en la remodelación de los espacios y el montaje”, recordó.
 
Posterior a ese éxito, fue invitado al Museo Nacional de Culturas Populares (MNCP), donde conoció las primeras exposiciones de ese centro, dirigidas por el antropólogo Guillermo Bonfil Batalla. “Tenía mucho interés en adentrarme en esa parte para entender la cultura popular mexicana”, subrayó.
 
Con los trabajos que realizó ahí, nació un interés accidental, la docencia. “Estábamos en Europalia, festival cultural en Bélgica, a la que México fue invitado. La exposición ‘Fiesta de la Muerte', del MNCP ganó un premio por la forma en que fue montada allá; a raíz de eso recibí una invitación para montar la exposición ‘El Oro de Colombia' aquí”.
 
Posteriormente fue nombrado subdirector de museografía en el Museo Nacional de Antropología. “Durante todo ese tiempo tenía la inquietud de retribuir mi formación a otras generaciones. Por eso comencé a dar clases, tanto en diplomados para museógrafos como una licenciatura para museógrafos y la maestría en Museos de 1993 a 2003”, concluyó.

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