Por: Paloma Cuadrado Miranda
Fotograma de Memorias del Vacío (c) Arturo Fuentes
Memorias del Vacío:
Actrices: Sandra Victoria Aguilar, Christine Jenewein.
Flauta Paetzold y voz: Anna Margules.
Producción, dirección y música: Arturo Fuentes.
Basado en el libro Noticias del Imperio del escritor
mexicano Fernando del Paso.
En la actualidad, disfrutamos de la presencia de un gran
número de compositores e intérpretes latinoamericanos que desarrollan su labor
artística en Europa. En esta ocasión, hemos tenido la oportunidad de
entrevistar al artista mexicano Arturo Fuentes (1975), quien comenzó sus
estudios de composición en Milán y París hace veinte años, radicando
actualmente en la ciudad austriaca de Innsbruck, donde tiene su estudio de
composición y filmación.
Arturo Fuentes incursiona en la dirección escénica con
varios proyectos que veremos en los próximos años. Aunque en su obra
encontramos trabajos muy dispares, en esta ocasión destacamos sus creaciones en
torno a la realización de diferentes obras fílmicas, donde la música se mezcla
con lo visual tomando la misma importancia e intensidad. Desde el año 2004
hasta nuestros días, el artista se ha embarcado en la elaboración de múltiples
trabajos audiovisuales como Raya (2004), Fosil KV (2006), Sierra Negra (2008),
Line of Oblivion (2010), Hymne 80 (2010), Grace Note (2012), y Memorias del
Vacío (2012). Hemos elegido abordar durante la entrevista este último
cortometraje tanto por su riqueza estética, como por ser un proyecto del cual
surgen las raíces de la ópera Carlota, actualmente en pleno proceso de creación
según nos informó el compositor Fuentes en la entrevista que presentamos a
continuación.
Arturo Fuentes: Si un artista se sensibiliza con su entorno
es entonces capaz de percibir “huecos de la realidad” mostrando los hilos
abstractos que tiran hacia su arte. Más que buscar influencias, enfilo mi
percepción a identificar esas líneas abstractas en cualquier lugar; mantengo un
“sentido en alerta” ya que ellas nos pasan desapercibidas la mayor parte del
tiempo, están tan cerca que no las vemos. Wittgenstein nos recuerda que la
filosofía pone de manifiesto lo que siempre tuvimos frente a los ojos y, según
mi opinión, también lo hace el arte. Esta sensibilidad, que se va adquiriendo
poco a poco, sin duda requiere de una voluntad para llegar a ella, uno debe
“tratar de ver”. Es ahí, en ese vacío conceptual que significa “buscar algo”
que he encontrado la materia (la sangre, la forma, el color) que ejerce una
influencia en mi próxima obra. Aprender a buscar algo sin poder definirlo es un
buen ejercicio para la creatividad – el cual practico diariamente. Crear es una
“obscura observación” que apela a todos los sentidos, para decirlo de otra
manera, uno encuentra cosas que nunca imaginaba, son “las gotas de la
imaginación”. Así es como funciona, para mí, la influencia artística y
creativa. Un poema de Borges nos dice “No existe una puerta, estás adentro”,
esto me lleva a reflexionar que en el arte no se necesita poder definir lo que
se busca para encontrarlo, tampoco se necesita definir lo que se escucha o se
ve para poder disfrutarlo ¿Cómo se puede definir una puesta de sol o una
sinfonía de Beethoven? Sin embargo, sentimos que ese momento nos ha dejado
algo. Desde luego, un paseo por la nieve me puede “inspirar” una idea, aunque
asistir a un espectáculo de danza, un concierto o una exposición, así como leer
un poema o ver una película, son actividades más afines a una tarea artística
que podría derivar en una idea musical en mi obra. Por lo anterior, no puedo
propiamente definir un autor que haya ejercido una influencia particular en mi
obra, yo me guío más por los momentos, por los contextos o por las épocas que
vivo; algunas veces me llama la atención esto, o aquello, y otras veces
simplemente me entrego a un silencio continuo, a un vacío, sin dejar entrar las
voces que rondan. Busco mi propia influencia. En algún momento afirmé que, para
un artista, la mejor influencia es la de sí mismo, también es la más difícil de
encontrar porque ella se busca al mismo tiempo que se hace, es, en este sentido
autorreferencial: ella está dotada de un contenido que es, al mismo tiempo,
forma.
Arturo Fuentes
S.P.: De tu producción ¿Qué obras consideras que han marcado
una etapa en tu carrera como compositor? ¿Por qué?
A.F.: Algunas obras son, efectivamente, puntos formantes que
dan origen a otras obras. Pero, desde una perspectiva general, encuentro más
adecuado pensar que mis obras son como hermanas que guardan ciertos rasgos
familiares entre ellas. A pesar de su singularidad, cada obra forma parte del
indeterminado orden del catálogo de un compositor; recuerdo a José Lezama Lima
en este punto: “todo ser es causal, busca ser causal, para diferenciarse de la
sucesión en la infinitud”. Toda obra musical es, entonces, causal, y eso es lo
que marca su singularidad (su originalidad, podríamos afirmar). El compositor,
con una vista aérea, descubre “su bosque de obras” y así reconoce la
trayectoria que siguió la creación: “un autor no tiene una perspectiva clara de
su propia obra”, nos dice Fernando del Paso. Volviendo a la idea de
familiaridad, la similitud o rasgos característicos entre las obras es, quizá,
lo que comúnmente llamamos “estilo”. Como compositor, mi principal interés es
que esa familia de obras sea reconocida como “Fuentes”.
Sería entonces más conveniente hablar de periodos de
composición, por ejemplo, al terminar mis estudios en México (1994-96) comencé
la escritura de varias piezas para guitarra y al llegar a en Europa (1997)
amplié mi catálogo de obras de cámara. Abordé posteriormente la música
electrónica (durante mi doctorado en Paris y mi paso por el IRCAM, 2002). Hace unos años inicié un período muy activo
en el teatro musical y las producciones de danza/música; en algunas de ellas he
tenido la oportunidad de hacer la puesta en escena. También inicié, hace una
década, la filmación de cortometrajes donde me gusta involucrarme en todo,
desde la producción hasta la dirección. En ellos incluyo alguna de mis obras
sonoras y casi siempre me guío por una idea literaria, es el caso de Memorias
del Vacío, basada en los monólogos de Carlota que se encuentran en el libro
Noticias del Imperio, del escritor mexicano Fernando del Paso.
S.P.: ¿Por qué decidiste hacer de Memorias del Vacío un
proyecto audiovisual?
Para contextualizar mi comentario, me gustaría recordar que,
en varios capítulos de su libro, Fernando del Paso recrea la voz de Carlota a
manera de “monólogos”, mezclando imágenes, historia y fantasía. Siempre
visualicé estos monólogos como cartas que Carlota escribía a Maximiliano, unas
cartas que nunca enviaría. Vi a Carlota sentada, ya vieja, imaginándose a sí
misma joven, recordando y mezclando su memoria con su imaginación. El acto de
escritura de Carlota, como lo interpreto en el libro de Fernando del Paso, es
más bien un acto frenético y compulsivo (como se puede ver en mi cortometraje);
la escritura como una catarsis o una grieta de la realidad que lleva a la
fantasía. Por otro lado, Carlota, dentro de su locura, parece entender el mundo
de una manera más lógica, ella construye los engranajes que hacen girar su
propia historia. Al final de cuentas, me pregunto ¿no es eso mismo, lo que
hacemos nosotros? Finalmente, Carlota se desdobla en varias Carlotas: la
histórica, la cuerda, la loca, la amante, la niña, la adolecente, la vieja, la
que ya murió, etc., todas esas voces forman, dentro de mi interpretación del
texto, un trayecto sonoro, musical. Se crea un monodrama.
A.F.: La música de Memorias del Vacío muestra el estado
frenético de la escritura, está grabada con una flauta paetzold contrabajo
interpretada magistralmente por Anna Margules, a quien también grabé leyendo
algunos párrafos de los monólogos. Una parte del cortometraje lo filmé en
México, la otra en Austria. Mis dos actrices, Sandra Victoria Aguilar (la joven
Carlota) y Christine Jenewien (la adulta) me dieron líneas a seguir en la
dirección: encuadre, luz y montaje. Por ejemplo, recuerdo la escena donde
Carlota joven, interpretada por Sandra, se unta miel para que las moscas vengan
a picarla provocándole placer (un pasaje del libro de Fernando del Paso). A
pesar de estar en verano, en México, al momento de untarse la miel Sandra tuvo
mucho frío, aproveché esa sensación para que su actuación fuese más nerviosa,
como si realmente estuviera excitada por la llegada de las moscas. Recuerdo que
le decía: “Sandra, tiembla, no te preocupes, pero no dejes de pensar en el
placer de Carlota”.
Memorias del Vacío es un estudio previo a Carlota la
ópera-monodrama que escribo en estos momentos, basada en el mismo tema, los
monólogos magníficamente escritos por Fernando del Paso en Noticias del
Imperio. Esta será una ópera-monodrama para una soprano, gran ensamble,
electrónica y video. La ópera comienza con el sonido de un avión, es Lindbergh
cruzando el Atlántico en 1927, se escuchan también transmisiones de radio
Walky-talky. Carlota está en medio del escenario, casi desnuda, bañándose en
leche y cantando en frecuencias muy altas, acompañadas por los sonidos del
ensamble orquestal, como queriendo alcanzar las nubes que cruzan el mar. Muchas
de mis ideas sobre la realidad y la imaginación estarán ahí plasmadas. Este
verano viajo a México, tengo filmación en puerta, ahora, Carlota está acostada
en el desierto, cubierta de polvo, unos drones harán tomas aéreas, otras tomas
a ras de suelo llegan como serpientes, es Carlota que imagina su muerte en
México y su vida en esa tierra que nunca más pisó. El vacío del desierto, el
vacío de la memoria, el aire en movimiento perpetuo… alguna idea me llegará
estando ahí.
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