Es un espacio que va en la búsqueda y a la vez de la difusion de aquellas voces creativas en cuanto al despliegue de su forma de ver y exponer el mundo en que vivimos. De ahí que hablen por si mismo, desde su trinchera que puede ser musical, dancístico como literario, no solamente en este no tan agreste terreno del Tunal Grande, sino más allende de...
sábado, 18 de junio de 2016
Las huellas del crimen literario
Foto: Especial
Por: Luis Carlos Sanchez
El éxito también puede ser fracaso: “demasiada novela negra puede acabar matando a la novela negra; tenemos que ser exigentes”, dice el escritor francés Bernard Minier (Béziers, 1960), quien en sólo cinco años conoció la gloria contando historias negras. Antes, Minier fue un agente aduanal y sólo hasta que cumplió 50 decidió publicar su primer libro, Bajo el hielo (Roca, 2011), que hoy ha sido traducido a 20 idiomas.
El galo forma parte del cartel del Primer Festival Internacional de Novela Negra Huellas del Crimen que se celebra desde ayer en la ciudad de San Luis Potosí. Afirma en entrevista: “En Francia hay realmente una explosión de la novela negra. Hoy en día, por ejemplo, se publican alrededor de mil 400 novelas negras al año, lo que es claramente enorme. La novela negra encabeza las ventas de libros”.
“No sé de dónde viene este éxito, pero nos da mucha responsabilidad; cada año tenemos más lectores y cada año tenemos más interés por el género. La novela negra ha conocido un salto de calidad interesante: hay muchos intentos formales, mucha construcción sofisticada, hay muchas ambiciones narrativas; eso es interesante, pero al lado de esto hay muchas novelas publicadas. El peligro es que hay demasiadas, pero hay que separar el grano de la paja”, sostiene.
Minier piensa que escribir novela negra en el convulso ambiente mundial es como una redundancia que otorga respiro. “Escribir novela negra en una época tan violenta es como un pleonasmo; estamos hablando de algo que cada día aparece en los telediarios y entonces tenemos que tener en cuenta que lo que podemos contar debe ser más que eso. Es decir, lo que puede traer una novela y no puede traer una noticia, un periódico. Y eso es examinar las cosas, excavar de una manera más profunda en el terreno de lo humano, de las victimas, del asesinato, de los culpables”.
Después de Bajo el hielo, donde comenzó a contar las peripecias de su intachable comandante Servaz, Minier publicó El círculo, (Roca, 2013) y No apagues la luz, (Salamandra, 2015) en las que también aparece el policía de Toulouse resolviendo terribles crímenes. Pero la historia de Minier como autor es peculiar: toda su juventud fue un lector voraz de clásicos: Tolstoi, Turgueniev, Kafka, Balzac, Conan Doyle, Faulkner, Flaubert, y escribía en cualquier oportunidad, pero a los 30 años comprendió que podía ser buen escritor, pero no un “gran escritor”.
Y tuvo que ser un “encuentro” lo que le animó a sacar sus textos del anonimato: un hombre de 70 años que organizaba concursos de relatos cortos quedó maravillado cuando leyó las primeras 60 páginas de su primer libro y le animó a continuar, pero él estaba casi por llegar al medio siglo de vida. Cuando terminó la historia mandó el manuscrito a cinco editoriales y cuatro lo aceptaron. Lo mismo pasó con los lectores.
¿Qué necesita una buena novela negra? “Lo que necesita toda la literatura: una novela debe unir en su interior las contradicciones de la realidad; para mí la función del novelista es que el lector se plantee preguntas, pero dejar las respuestas a otros, que sean los filósofos, los científicos, los políticos, los que respondan. Una novela necesita también detalles.
Nabokov decía que un libro está hecho antes que nada de detalles y creo que lo que más importa son los detalles”.
¿Se siente feliz con lo que escribe? “Estoy feliz como escritor, porque tengo muchos lectores. Me encanta saber que me pueden leer en Alemania o en América Latina y que los lectores pueden sentir empatía con mis personajes, tan lejanos de ellos; no tengo más ambición que esa, he llegado a un punto al que a muchos autores que conozco les gustaría llegar, pero ¿gran escritor?, es difícil definir lo que es ser gran escritor. Lo que sé es que, como dije, soy un buen escritor, espero ser un buen escritor. Ser gran escritor es otra cosa”.
Buscan dejar las huellas del crimen
El Primer Festival Internacional de Novela Negra Huellas del Crimen arrancó ayer en el Centro de las Artes de San Luis Potosí-Centenario con el reconocimiento institucional de que en algún momento se olvidó al género literario que cultivó Rafael Bernal o Rodolfo Usigli y que hoy representan autores como Élmer Mendoza o Taibo II.
“El género negro es un género que habíamos tenido un poco olvidado, incluso de manera institucional. Queremos retomarlo, reconocerlo, darle su lugar como parte de los otros géneros que conocíamos como mayores”, afirmó Marina Núñez Bespalova, titular de la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura, en la apertura del encuentro que termina mañana.
Al acto, realizado en la que fuera penitenciaría estatal, acudió el gobernador de San Luis Potosí, Juan Manuel Carreras, que afirmó que la novela negra permite conocer el funcionamiento de una sociedad: “Personas que se dedican a hacer esta construcción literaria, que nos acercan a esta manera de vivir en sociedad, nos están dando una luz de cómo funcionamos como personas y cómo podemos ser mejores en sociedad”. El encuentro Huellas del Crimen incluyó la inauguración de una exposición curada por el escritor J. M. Servín sobre portadas de diferentes publicaciones dedicadas a la nota roja. Se llevarán a cabo talleres y conferencias que incluyen la participación de autores como la escocesa Val McDermid y las inglesas, Sarah Hainsworth y Clare Mackintosh.
Luis Carlos Sánchez
Adicto lector, gustoso de todo tipo de propuesta musical.
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