Es un espacio que va en la búsqueda y a la vez de la difusion de aquellas voces creativas en cuanto al despliegue de su forma de ver y exponer el mundo en que vivimos. De ahí que hablen por si mismo, desde su trinchera que puede ser musical, dancístico como literario, no solamente en este no tan agreste terreno del Tunal Grande, sino más allende de...
domingo, 12 de junio de 2016
Mundo en corto / 100 novelas breves: una voz que ilumina todo
Ilustración: Mario Palomera
Por: Rafael Miranda Bello
Pocos meses antes de morir, la escritora brasileña de origen ucraniano Clarice Lispector (Chechelnik, 1920-Río de Janeiro, 1977) publicó La hora de la estrella, una novela breve que había empezado a escribir a partir de un soplo de inspiración que tuvo mientras paseaba, con su amiga y secretaria Olga Borelli, en la feria de São Cristóvão, un lugar que en aquella época era visitado con frecuencia por la gente que emigraba del nordeste de Brasil a la ciudad de Río, y la apremió a sentarse en un banco para darle vida en papel a Olímpico, uno de los personajes centrales del libro.
Historia que ocurre “en un estado de emergencia y de calamidad pública”, La hora de la estrella se abre con un preludio de “trece nombres, trece títulos” que actúan como bisagras de la trama que hila sacando chispas y astillas a la que es, en opinión de la escritora Daniela Tarazona (Ciudad de México, 1975), “una novela acerca de la escritura. El narrador es un personaje: Rodrigo S. M., y buena parte de la narración estriba en su voz que, como todo narrador, encuentra dificultades al enfrentarse a la historia que desea contar y, sobre todo, ante los personajes. Me gusta el ir y venir de la mente del narrador a los espacios de la historia, como un oleaje que revela las sutiles marcas en la arena”.
La hora de la estrella, cuya versión cinematográfica fue dirigida por Suzana Amaral y estrenada en 1985, tiene como protagonista a Macabea, una joven mecanógrafa (“incompetente para la vida”) que entra al relato pidiendo una disculpa a su jefe tras el brutal aviso de su próximo despido, y luego se refugia en el baño para mostrar la médula de su carácter literario: “Se miró maquinalmente en el espejo que colgaba sobre el lavabo sucio y desconchado, lleno de pelos, algo concordante con su vida (...) entrevió la cara deformada por el espejo ordinario, la nariz que parecía enorme, como la nariz de cartón de un payaso. Se miró y pensó al pasar: tan joven y ya oxidada”.
Sobre esta novela —que Lispector definió en una entrevista televisiva como “la historia de una inocencia herida, de una miseria anónima”, y que basó en memorias de su infancia y otros episodios de su vida, como la visita a una adivina que leyó en las cartas el desenlace de la historia—, Tarazona recuerda: “La leí de un tirón una tarde, en la sala de la casa de mis padres, bajo un tragaluz. Me dejó fascinada pero, como suele pasar con algunos libros, no tenía claro por qué. Era una sensación de júbilo ante la historia de Macabea, y de extrañeza. Me preguntaba cómo podía escribirse algo así: la historia de una mujer desolada de un modo tan luminoso”.
Por otro lado, Tarazona —autora de las novelas El animal sobre la piedra (2008) yEl beso de la liebre (2012); así como del ensayo Para entender: Clarice Lispector(2009)– puntualiza ciertas claves del estilo narrativo de la escritora brasileña al señalar: “me interesan los espacios a los que no es posible acceder. La prosa de Lispector está cargada de enigmas, de asuntos que no revela. Es misteriosa. Allí el lector tiene un espacio magnífico para estar: preguntarse, reflexionar, salir de sus casillas, perderse. La obra de Lispector es una suma única. Su modo de describir la cotidianidad como revelación de un conocimiento trascendente es fascinante”.
Y La hora de la estrella, que “marcó su rumbo como escritora” y contiene todas las características que Tarazona destaca de una novela corta: “la condensación del lenguaje, la clara disposición de una historia o una idea y la depuración de las frases”, le parece, en todos sentidos, “extraordinaria”.
rafamirandabello@gmail.com
Adicto lector, gustoso de todo tipo de propuesta musical.
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