Por: Ricardo Quiroga
La discapacidad no es un
fenómeno personal sino social. La vida de una persona con discapacidad se vive
como una carrera de obstáculos: la discriminación, los espacios inaccesibles,
la falta de inclusión laboral, entre otras problemáticas, son barreras que
pueden ser acumulativas para ellos e impedir que se desarrollen en los ámbitos
que por voluntad propia eligen.
La discapacidad es una
experiencia humana universal. Por ello, todos somos vulnerables.
En México, de todas las
circunstancias que originan discapacidad solo 11% corresponde a una causa
congénita o de nacimiento.
Las reflexiones
anteriores forman parte de la vasta lluvia de información, contextualización
artística, histórica y social que el Museo Memoria y Tolerancia ha instalado en
siete de sus salas como parte de la exposición Así soy. Personas con
discapacidad, que permanecerá disponible para el público hasta el próximo 5 de
mayo.
La muestra inicia con dos
comparativos de proporción humana que artística e históricamente han sido
incuestionables por más de 500 años: “el nacimiento de Venus”, de Botticelli, y
el “Hombre de Vitruvio”, de Da Vinci, dos de las más relevantes iconografías
del Renacimiento que sumaron a la construcción del estereotipo de la llamada
“perfección humana”.
Lo mismo sucede con el
libro Le Modulor, publicado por Le Corbusier en 1948, donde se propone un
sistema estándar con las dimensiones “armónicas” del ser humano y su supuesta
interrelación con la proporción áurea. Todas las anteriores son nociones de la
estética humana con las que el recinto pretende romper en esta muestra.
Quebrar el modelo
Adán García Fajardo,
director académico del Memoria y Tolerancia, conversó en exclusiva con El
Economista sobre los propósitos de la exhibición. Adelantó que la idea del
montaje de Así soy. Personas con discapacidad es, primero, un ejercicio de
visibilización a este sector de la población que es particularmente
discriminado y que corresponde a 6.4% de los mexicanos, es decir, unos 7
millones 650,000 habitantes en todo el país con al menos una discapacidad, y en
segundo lugar, precisar los distintos tipos de discapacidad y sus diferencias,
para luego eliminar mitos y sensibilizar al visitante.
Para ello, hizo
referencia de la figura del “Hombre de Vitruvio” de da Vinci. Argumentó que “la
sociedad se ha construido alrededor de esa imagen: un hombre heterosexual, sin
una sola discapacidad, como si el mundo debiera ser así. Pero (lo que se pretende)
es quebrar ese modelo y decir que el concepto de discapacidad existe porque
existen barreras y que, al quebrar barreras, evitamos que las diferencias sean
una discapacidad”.
Refirió que el reto de
romper dicha concepción resulta complejo por el alto nivel de normalización de
la discriminación. “Nosotros decimos que las diferencias nos enriquecen y que
cuando aceptamos estas diferencias todos ganamos, porque son maneras diferentes
de abordar el mundo. La homogeneidad, la uniformidad no son parte del ser humano”,
agregó.
Exhibir la discriminación
Para otra parte de la
muestra, se recuperó documentación que da constancia de cómo se ha discriminado
a personas con discapacidad en distintas regiones del mundo y a lo largo de la
historia, desde la Antigua Grecia, hasta el régimen Nazi en la primera mitad
del siglo XX.
También hay extractos de
textos que han sido fundamentales en la educación contemporánea universal, como
El origen de las especies, que Charles Darwin escribió en 1859: “La selección
natural, como ha sido recalcado, conduce a la divergencia de carácter y a la
extinción de los menos aptos y de las formas intermedias de vida”.
Más adelante se dispone
un pánel que explica lo errores más comunes que comete la sociedad al referirse
a las personas con discapacidad, con calificativos peyorativos como
“minusválido”, cuando el término correcto debería de ser “persona con
discapacidad motriz”; “invidente”, para hacer referencia de una “persona con
discapacidad visual”, o “loquito”, al hacer referencia a una “persona con
discapacidad psicosocial”.
También se exhiben videos
con testimonios y peticiones directas de las personas con discapacidad a la
sociedad y a los gobiernos, donde, entre otros temas, solicitan erradicar el
asistencialismo y la condescendencia.
Al respecto, García
Fajardo detalló que tres fueron los ejes primordiales del discurso expositivo:
“uno es la investigación, otro es el testimonio y uno más, el arte. Cuando
hacemos que estos tres se amalgamen, la transmisión del mensaje es más sencillo”.
Sobre los museos y su
accesibilidad para las personas con discapacidad, razonó que sus contenidos
están bloqueados para este sector de la población “porque no los diseñamos para
que sean incluyentes. Por ejemplo: las audioguías. Una persona con discapacidad
auditiva no va a poder acercarse a esos contenidos”. Destacó, en cambio, que
para esta exposición se pensó en ofrecer información para prácticamente todos:
con audioguías, con textos, en braille, lenguaje de señas, macrotipos e
información de lectura sencilla para personas con discapacidad cognitiva.
“Si aceptamos que el
mundo es como es y que no hay manera de cambiarlo, ya perdimos. El museo
propone un horizonte de sentido, un hacia dónde caminar, decir que otro mundo
es posible. Quizá los beneficios de la lucha que hoy libramos en este museo, de
lo que proponemos, no se verán pronto, pero sabemos que los vamos a ver”,
concluyó.
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