domingo, 12 de enero de 2020

Bolívar Echeverría y Castro Leñero, el pensamiento como arte lúdico


Por: Virginia Bautista

Tenemos las leyes, sólo nos falta quien pueda cumplirlas. Cuando tengamos las dos cosas, estaremos en la democracia. Ya tenemos el hueco, sólo falta forrarlo de acero… y tendremos un cañón”.

Fácil, así se titula el texto anterior, es uno de los 33 aforismos del filósofo y escritor ecuatoriano-mexicano Bolívar Echeverría (1941-2010) que se publican por primera vez en formato de libro en Ziranda (Era/UANL), que propone un diálogo entre las ideas del autor de Definición de la cultura y el artista visual mexicano Alberto Castro Leñero (1951).

Toda vida es una vida breve, encaminada hacia la muerte. Es una pequeña resistencia, una rebelión efímera, un detenerse fugaz en la cascada infinita y todopoderosa de la muerte”. Este fragmento de Mal de muchos evidencia la diversidad de temas sobre los que reflexionó el maestro en Economía y doctor en Filosofía por la UNAM, de quien este año se conmemora el décimo aniversario luctuoso.

El volumen de quien también estudió en la Freie Universität Berlin y llegó a México en 1968 invita a las nuevas generaciones a redescubrir textos como La esencia de la corrupciónSi yo pudiera ser otroNi mi casa es ya mi casaEl desencuentro de dos héroesDanza y metafísica y Fuego de paja, entre otros.

Creo que capté su ritmo de pensamiento, por eso se me hizo interesante participar en el libro. Su obra era lúcida y sarcástica, tenía ese toque de humor negro e inteligencia. Creo que debemos revalorar su legado, pues está un poco olvidado”, afirma Alberto Castro Leñero, quien fue amigo del ensayista y de su viuda, Raquel Serur, quien lo invitó a ilustrar Ziranda.

Este proyecto, explica Isaac García Venegas en el prólogo, tuvo un doble nacimiento: el primero fue cuando el autor de Las ilusiones de la modernidad escribió los aforismos, entre 1997 y 2002, inspirado por la Minima Moralia de Theodor W. Adorno, libro del que impartió un curso; y el segundo ocurrió cuando, ya organizados, se publicaron en ocho números de la Revista de la Universidad de México durante 2003.

Así que Ziranda cobra vida por tercera ocasión. El propio filósofo explicaba que esta palabra es el nombre de un juego consistente en “resistir el mayor tiempo posible la fuerza centrífuga que se genera cuando los participantes, asidos de las cadenas que descienden de la punta de una suerte de mástil, se impulsan corriendo para lanzarse, en virtud de semejante fuerza, a volar por los aires”.

García Venegas dice que su maestro Bolívar Echeverría concibe los aforismos como “lugares de partida”, al igual que Adorno, no como concluyentes ni definitivos: “son una invitación a emprender el vuelo del pensamiento”, apunta.




JUEGO, LIBERTAD Y CONTEMPLACIÓN

Alberto Castro Leñero asegura, en entrevista con Excélsior, que sus imágenes no ilustran los textos del filósofo y economista, pero sí los interceptan.

Son el punto de apoyo, de partida. Leí los textos y consulté las referencias que hacen sobre acontecimientos históricos y películas. Fue divertido. Me guie entendiendo cuál era su suelo, su piso. No me apegué a lo que decía, más bien jugué, fue un ejercicio totalmente libre”, indica.

Detalla que hace año y medio empezó a trabajar en el libro de Bolívar. “Comparto su visión del mundo y su estética. Tenía una posición crítica sobre el capitalismo, incluso marxista. Concuerdo con él cuando decía que el capitalismo es un sistema totalmente voraz y antihumano. Le gustaba hablar de las alternativas de resistir o convivir con el poder que tiene el hombre”, afirma.

El también escultor agrega que utilizó tanto imágenes de reciente creación como de su archivo. “Lo importante era seguir el ritmo, la musicalidad del concepto, lo lúdico.

La reflexión no es ajena a la práctica del artista. Es el punto de partida, como situarse. No es un mecanismo directo, no es que detrás de cada cuadro haya una reflexión, sino que en toda la vida hay un proceso reflexivo que luego se traduce en una serie de cuadros”, dice.

Añade que también la contemplación fue importante para generar un diálogo entre dos disciplinas, como es el caso. “Son momentos en los que uno se puede conectar con alguien más. En el libro se conjuntan las imágenes y se arma un discurso, disfruté mucho hacerlo”, aclara.

El creador confiesa que conoció a Bolívar Echeverría en casa del escritor Juan García Ponce, que era amigo suyo y de Seru.

Compartimos muchas cosas, platicábamos, convivíamos. Una vez escribió sobre mí. Era una persona muy vital, chispeante, brillante, filoso, chistoso y cálido”, recuerda.

Los aforismos son recreados por Castro Leñero a partir de una amplia paleta de colores, donde lo mismo entran el amarillo y el azul que el negro y diversos tonos de café; sus cuadros son tanto abstractos como figurativos.

Al seleccionar las imágenes para un libro piensas en un todo, no en una obra sola, como cuando pintas. Me gustó trabajar en este proyecto. Ahora planeo hacer otro libro con Jaime Moreno Villarreal. Una especie de diálogo entre la imagen y la poesía”, concluye.


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