Elena Garro, París, 1951. En Yo sólo soy memoria. Biografía visual de Elena Garro de Patricia Rosas Lopátegui. Foto: Archivo Helena Paz Garro
Por: Patricia Rosas Lopátegui/Especial
A partir de este primero de Enero del 2016 inicia el centenario de Elena Garro y
a partir de este día queremos festejarla. La autora de Los recuerdos del
porvenir (1963) nació en Puebla el 11 de diciembre de 1916, en plena lucha
revolucionaria y, como Nellie Campobello, es hija de los ideales de Felipe
Ángeles, Emiliano Zapata, Pancho Villa y de todos los héroes anónimos que
pelearon en contra del totalitarismo y las injusticias sociales.
Elena Garro, la de Un hogar sólido y La culpa es de los
tlaxcaltecas; la que renovó el teatro y la narrativa en los años 50 y 60; la
escritora sólo comparada con Sor Juana, merece que las instituciones culturales
monten sus piezas teatrales durante los festejos de su centenario; reediten sus
obras (la gran mayoría de ellas agotadas desde hace más de dos décadas) y se
impartan conferencias y talleres en los cuales se revisen sus aportaciones
dramatúrgicas y literarias. Si en vida no se le reconocieron cabalmente sus
innovaciones, esperemos que ahora en su centenario se deconstruya la leyenda
negra que orquestó el poder para eliminar su combate en aras de la justicia, la
democracia y la igualdad genérica, y se agasaje a una de las creadoras más
importantes del siglo XX.
He aquí algunas frases en torno a ella:
“Elena Garro, entre todas las mujeres que se dedican a las
letras en México, es, por mucho, la mejor. Con la lanza de Un hogar sólido mató
al dragón de la literatura femenina y la de algunos de los mejores hombres de
letras y de teatro”. (Armando de María y Campos).
“¿Cómo si no dejándose llevar por la intuición, que lo
abarca todo, podían haberse escrito novelas semejantes a Pedro Páramo y a Los
recuerdos del porvenir?”. (Rosario Castellanos).
“Los recuerdos del porvenir... un gran libro, un grandísimo
libro, que ha inspirado, según me dijeron, a García Márquez. (...) ¡Elena! La
Eva mexicana...”. (Jean-Clarence Lambert).
“Elena Garro prueba (...) que la inocencia, que la facultad
de maravillarse son el mágico manantial de donde brota, temblando en su gracia
original, infalsificable, la poesía. Y que la poesía es, a su vez, la única
forma posible de recobrar la verdadera sabiduría, esto es, la inocencia”.
(Margarita Michelena).
“Elena Garro es de esos seres que se roban la tarde en una
fluida, rica, hipnotizadora conversación que no para nunca y que está regada de
nombres y anécdotas encantadoras, surrealistas. Es ella la niña que cuidaba a
Silvestre Revueltas, en España, para que compusiera la obra musical que dedicó
a Federico García Lorca. La que atestiguaba que Juan de la Cabada terminara una
novela o un cuento que no quería proseguir. La muchacha del cabello largo como
de oro viejo, que con un inusitado grupo de brillantes mexicanos entre los que
estaban Fernando y Susana Gamboa, José Chávez Morado, Carlos Pellicer y
Revueltas luego, ya en Nueva York, y quién sabe cuántos más, viajaba por el sur
de Estados Unidos rumbo a España, y la gente les preguntaba a ella y a los
demás estrafalarios paseantes: ‘¿Son ustedes del show?...’”. (María Luisa La
China Mendoza).
“Los recuerdos del porvenir siempre me ha parecido una de
las novelas más extraordinarias y el título es todo un acierto”. (Juan Rulfo).
“Elena Garro es una persona excepcionalmente inteligente, y
creo que ese libro que se llama Los recuerdos del porvenir es el libro mejor
escrito por una mujer en México”. (Luisa Josefina Hernández).
“Los recuerdos del porvenir es una novela que de principio a
fin no tiene páginas muertas, que es más nueva que el periódico de hoy”.
(Emmanuel Carballo).
“Por cierto, Borges, José Bianco y Bioy Casares le
escribieron una carta a mi mamá donde declaraban que Los recuerdos del porvenir
era una novela tan buena, una crítica a la sociedad tan fuerte, que sólo podría
comparársele con La guerra y la paz de Tolstoi”. (Helena Paz Garro).
“Andamos huyendo Lola de Elena Garro es un volumen de 10
textos. Su maestría, como pintora a la Orozco de la Revolución mexicana, vuelve
aquí a desatar su fuerza, su furia, su protesta. Con un estilo más depurado
aún, la autora de cuentos góticos que tanto escasean en México y alrededores,
construye historias donde la imaginación (o tal vez el deseo) hace reales y
vivos a los fantasmas; cuentos que tienen el sabor tenuemente horrendo de las
historias y leyendas irlandesas. ¡Y son tan mexicanos!”. (Francisco Zendejas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario