miércoles, 3 de febrero de 2016

Quemar las naves de la revolución

 

 
Por: Víctor Manuel Domínguez
 
 
LA HABANA, Cuba.- Quemar las naves es un recorrido poético entre los derrumbes, las sombras y la desesperanza de la Cuba actual, que arde en llamas al centro de una utopía que se desdibuja cada día más en el imaginario del cubano de a pie.
 
 
A través de un sujeto lírico múltiple y abarcador en su diversidad temática y conceptual, el poemario se adentra con una tesitura rítmica y polisémica en los entresijos de nuestra realidad, y alcanza develar esas rupturas éticas, los remansos ficticios y un porvenir cercano al precipicio de la sociedad.
 
 
 
Publicado por Neo Club Ediciones (Miami, diciembre 2015. 69 pp.), el libro asume desde un corpus textual definido en la forma y anclado en el estilo peculiar de su autor, Jorge Olivera Castillo, ese tono deudor de un coloquialismo devenido corriente literaria de culto en la poesía nacional.
 
 
 
Sin dejar de abordar temas medulares en el universo poético como el amor, la muerte, los desastres y todo cuanto frene o enaltezca la vida personal, el libro centra su visión en mostrar esa parte de la existencia material o sensitiva que nos pone contra la pared, en medio de la duda y el temor.
 
 
 
Poemas como Heredad, donde el poeta dice: “Este es el país que me legaron las turbulencias/ el lugar donde la tierra masculla versos de lodos y neblinas/”, no es sólo una alegoría de la sociedad cubana actual, sino también una denuncia a ultranza de los vestigios de una nación deshecha.
 
 
 
Afines en tema y tono, podemos encontrar en el poemario textos como Deducción: “El hecho de que tengas mayor apoyo/no quiere decir que estés a salvo de los derrumbes”, o, Peligro en la ciudad: “El temor ha roto los candados de sus celdas/anda suelto y sin bozal”, cual alusiones indirectas a la situación de inseguridad y zozobras que ha sembrado la revolución.
 
 
 
Pero no todo es dramático ni derrotista en el poemario, pues en Armar el rompecabezas “Mi alegría es tangible/con los retazos de su voz” y Meteorología: “Llueve en mis desiertos/tu voz ha provocado el milagro”, el poeta se escuda en el amor para salvarse del inevitable naufragio social.
 
 
El contrapunteo entre el pesimismo y la resistencia, como una cantinela mordaz en más de medio siglo de revolución, se observa con nitidez en los textos Insomnio: “La noche galopa/sobre estos ojos que apenas alumbran/ de tanto desvelo” / y Equilibrio “Soy el que se balancea en la cuerda floja/ el que no va a caer/”, y establece la pauta general de un libro estremecedor.
 
 
Escritos en un estilo directo, sin apenas rozar las figuras retóricas de la poesía, el poemario es la voz popular recogida en retazos por el autor a través de las fuentes de la vida, en un ejercicio donde la claridad discursiva, es cual una bitácora que actúa como sortilegio contra los abismos de hoy.
 
 
 
Si la poesía pudiera en un alarde sinestésico convertir en llamas el murmullo rítmico y el alcance semántico de sus versos, de seguro este poemario, donde asoman las más urgentes pesadillas del decursar humano en sociedad, bastarían para quemar las naves a la deriva de la revolución.

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