A lo largo de cinco mil años los tatuajes han sido parte de
rituales humanos, han servido como elemento de identidad, se han convertido en
obsesión y ahora son valorados como expresión artística.
El Royal Ontario Museum (ROM), el museo más grande de historia
natural de Canadá, inauguró este fin de semana la exposición “Tattoos: ritual,
identity, obsession, art”, que exhibe más de 200 imágenes de cuerpos tatuados.
La muestra viene del Museo de Quai Branly de París, pero
también incluye cerca de 25 piezas del ROM, entre ellas una figura femenina de
piedra con tatuajes perteneciente a las culturas indígenas de las Primeras
Naciones.
La amplia muestra exhibe los tatuajes de comunidades
antiguas de las islas de Polinesia en Oceanía -como Samoa-, así como la isla de
Borneo, en el sureste asiático, China, Japón, Filipinas, Indonesia y América.
Las islas Samoa son el único lugar de la Polinesia donde la
práctica de los tatuajes nunca se ha interrumpido a lo largo de los siglos.
Alguna vez fue un mandatorio rito de iniciación.
La exhibición, que estará abierta al público hasta el 5 de
septiembre. Incluye un mapa del mundo con puntos amarillos donde se sabe que
las comunidades indígenas se tatuaban.
En este mapa México no tenía ningún punto, pero nosotros
investigamos y encontramos que sus indígenas también se tatuaban, así que le
incluimos puntos amarillos”, explicó Chris Darling, curador de la exposición.
Agregó que el tatuaje ha sido un fenómeno global que ha
acompañado a casi todas las civilizaciones a lo largo de su historia.
“Lo mismo para identificar a un grupo indígena, que como
símbolo de identidad frente a una colonización. Con la llegada de la religión
el tatuaje se fue marginalizando”, aseguró el especialista.
El término “tattoo” viene del polinesio “tatau” recogido por
los exploradores europeos durante el siglo XVIII, señala el ROM.
Además de sus orígenes indígenas, el tatuaje se ha
reinventado a través del intercambio entre las culturas del mundo, agrega.
Más allá de su uso ritual, mágico y social, el tatuaje
emergió como una práctica artística explícita. Hoy en día continúa la
transformación de esta práctica con nuevas tecnologías”, detalló Darling.
La muestra exhibe coloridos tatuajes de Japón, que cubren
casi todo el cuerpo, los tatuajes de número utilizados durante el Holocausto,
los tatuajes preferidos por los marinos estadunidenses y dedica una parte
especial a los tatuajes de los chicanos de Los Ángeles, conocidos como “fine
line” o “black and grey”.
“El estilo se originó en las cárceles de California donde
los presidiarios, inspirados en los pachucos, se tatuaban imágenes del barrio
latino, figuras religiosas, como la virgen de Guadalupe, héroes de la
Revolución mexicana o figuras precolombinas”, se explicó.
El curador Darling añadió que los presidiarios solían romper
las sábanas para pintar sobre ellas, cual hojas de papel, por lo que la
autoridad carcelaria prefirió proveerles de lienzos de tela ex profeso para su
expresión artística, mismos que se muestran aquí.
“El 1977 Freddy Negrete, el primer artista profesional de
tatuajes de origen chicano, junto con Charlie Cartwright y Jack Rudy, empujaron
las barreras con una nueva máquina de una sola aguja dando un estilo más
realista”, se indica en la muestra.
Aquí se puede apreciar tanto las primeras máquinas para
hacer tatuajes como una máquina hechiza de plumas y cartucho de película,
elaborada dentro de una cárcel. La primera máquina eléctrica de tatuajes se
patentó en 1891 por el estadunidense Samuel O´Reilly.
El primer club de artistas del tatuaje se formó en 1953 en
Reino Unido, mientras que la primera convención internacional del tatuaje tuvo
lugar en Texas en 1976, lo que expandió a nivel global el resurgimiento del
tatuaje.
En Tailandia el tatuaje (sak yan) funge como talismán e
incluye diagramas, fórmulas sagradas, imágenes de deidades y animales. Con la
llegada de la cristiandad europea esta práctica decreció, pero volvió a
resurgir con la aceptación y reproducción de los turistas, entre ellos la
actriz Angelina Jolie.
Para esta magna exposición se encargó a 13 distinguidos
tatuadores de todo el mundo aplicar su arte a figuras humanas de silicón. Así,
se observan las obras del canadiense Yann Black, el suizo Filip Leu o el
japonés Horiyoshi III.
También se incluye lo más novedoso: tatuajes fluorescentes,
preferidos por los asiduos visitantes de las discotecas.
En China, durante siglos, los principios de Confucio
prohibían cualquier marca en el cuerpo, pero en algunos grupos étnicos, como los
Drungs y los Dais en la región de Yunnan, el tatuaje es una práctica antigua
que sobrevivió al poder.
Dragones, mujeres, símbolos religiosos, corazones, flechas,
bocas, letras, palabras, animales, ídolos, recuerdos, anhelos,
pronunciamientos, son sólo algunas de las imágenes que se pueden apreciar en
este museo.
Los tatuajes han sido usados para curar, honrar, marginar,
controlar, castigar, enaltecer o degradar al portador, pero siguen siendo una
herramienta en las relaciones sociales, políticas y cosmológicas de las
personas”, indican los creadores de esta exposición.
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