lunes, 9 de mayo de 2016

Un black Sheep y sus propios excesos



Fotografía: Cortesía del Centro de las Artes SLP


Por: Roberto A. Valenciano Capín


Con ese espíritu de revelarte en volverte un "black sheep", es como fue presentado el trabajo multidisciplinario del coreógrafo, maestro, cineasta y bailarín potosino Fernando Domínguez, en donde convergen  la danza contemporánea, el cine y el pole dance y tener como escenario este nuevo foro del Teatro polivalente del CEARTSLP.

Domínguez ofreció a los potosinos su más reciente trabajo artístico, siendo su anterior trabajo coreográfico- The Riot of Garden-.  Apoyado en su momento por el extinto ON Producción Escénica, un proyecto de la Secretaría de Cultura potosina, el cual fue presentado en el Centenario Teatro de la Paz.

Este trabajo escénico se sucede en hablar en torno a un conflicto interno por sobrellevar un estilo de vida marcado tanto por los agresores sociales como familiares, quienes fungen a su vez como verdugos en un constante círculo vicioso, manifestándose en diferentes grados de violencia, amor, aceptación y rechazo. Inspirada en el guión " 11 días" de Germán Ortiz.

Como preámbulo  se da esta bien bienvenida a este microsistema social a través de una poleista, quien invitaba al espectador a ser parte del mismo al disfrutar de esta experiencia o simplemente bastaba con tomarse la foto.





Ya después en el teatro y  a la vez ser testigos de este estreno, se proyectó una excelente video danza  que se recomienda ver y disfrutar, como es - Intrinsic Moral Evil-, dirigida por Harm Weistra y con la coreografía del propio Fernando Domínguez. Un trabajo en donde se despliega con esta prosa precisa y con esta densidad poética a partir del movimiento de esta relacion humana y bajo este tono de ahondar la factibilidad de ser amado,  cual le ha generado el haber sido ganador de ocho premios, entre ellos el best short LGBT in Cannes Short I m Festival en el 2015. Best Cinematography  Paris Art and Movies Awards,  Audience Prize Loikka  Festival en Helsinky.


Una Oveja negra, dio inicio a partir de este corto - intro-gracias a un cuidado discurso/ estética cinematográfica que confluyo en mostrar de una forma somera pero puntual todas estas avenencias representadas y vividas por esta oveja negra, aun así se adolecen por no ser resignificadas estas ideas preconcebidas, al ser abordadas desde lugares- comunes- en torno a estos "excesos", como son el placer, sexo, soberbia, drogas, el desdén de la edad  y la fiesta,  desafortunadamente delatan y por tanto se pierde esta sensación de complicidad de lo que ocurrirá de forma subsecuente en este hecho escénico.

No obstante,  en primera instancia  el espectador, - bajo este indiciado tono voyerista- la asume bajo esta momentánea complicidad pero al trascurrir de la misma incurre en esta displicencia, a pesar de los espontáneos aplausos que provoca en algunos de los asistentes.


Una Oveja Negra que ingresa al escenario bajo esta indefensión, para reencontrarse con su otredad a partir del cual exploran conjuntamente desde su mirada, estos detonadores; estos espacios y procesos de experiencia implementados a través de estas pautas de comportamiento,-textos- ideas- entorno a los excesos y partir de los mismos desarrollar un despliegue de acciones de movimiento, al ofrecer en tres puntuales escenas  sutiles y evocativas, bajo esta infalible y encubierta temática gay, aunado a la música en vivo de tintes minimalistas y hasta esta evocación de Beethoven, interpretada por Efraín Barrera, así como esta llana y falaz ambientación entorno a esta representación de fiesta, entre costales de box, la incorporación de una bailarina de tacones dorados haciendo puntualmente sus trazos de pole dance,  aun cuando se proponga bajo este tono performatico.   


Asimismo, se da este despliegue del sutil fundamento en cuanto a su composición coreográfica, a pesar de reflejar una cómoda y encubierta linealidad en su dramaturgia, su espacialidad. Aunado a una estética inconexa entre lo presentado en el corto y lo expuesto en el escenario. Al dar pie a esta  contrastada riqueza de elementos en primera instancia-corto- y la austeridad-escenario-, soportado solamente por una puntual iluminación y los elementos antes citados- tubo del pole dance, el tombling y los costales de box.





En cuanto al  trabajo de los intérpretes: Enrique Soto- Muzo-, Yoshio Córdova -Hermes- y Jared Rivera, contrastaste en cuanto a esta sinergia de los bailarines y por consiguiente en sus detonadores -situaciones, emociones- expuestas conjuntamente. Aunque hay esta consecución de movimiento transmutado en este enfrentamiento,  de acción y reacción, de intimidad, sin hacer dejo de esta nostalgia, siendo indudablemente uno de sus aciertos,   al lograr conectarse con lo expuesto en el multipremiado corto, en cuanto a esta exposición en cuanto a la discursividad de movimiento.

Un trabajo escénico que quizás no busca plenamente esta invitación a esta reflexión critica, sino más bien cumplir cabalmente de exponer estos actos y por tanto, directamente o indirectamente su cometido de reafirmar y autentificar estos patrones sociales de un sector o este modos vivendi.  


De ahí que no solamente es pensarlo desde el cuerpo, sino pensarlo desde estos excesos que confirman los valores y posibles verdades de muchos, a pesar que algunos los libera, a otros los derrime de estas certezas bajo esta normatividad establecida.


Por tanto, genera esta posibilidad de esta reflexión de desaprenderlos, para volverse en si como este reclamo de visualizar estas voces, estas corporalidades disidentes, el reclamar la posibilidad de soslayar estos excesos.

Una coproducción de Mar Azul Films, Kine Producciones y FDR Dance, en donde se contó con el apoyo del Centro de las Artes SLP.

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