lunes, 18 de enero de 2021

Se publica “Polvo”, de Pita Amor, la poeta volcánica más transgresora de México

Por: Carmen Sigüenza

La poeta mexicana Pita Amor es una de las mujeres más transgresoras y polémicas de la literatura mexicana del siglo XX. Con una personalidad arrolladora, fundamentada en su deseo absoluto de libertad, creó una obra de tan gran dimensión como su perfil, lleno de ricas aristas en un mundo y una época que la miraron con extrañeza y la juzgaron de extravío. Ahora Torremozas publica “Polvo”, obra central de su trayectoria literaria.

Pita Amor (Ciudad de México 1918-2000) fue tía de la escritora, periodista y premio Cervantes Elena Poniatowska,  quien en “Polvo” hace un prólogo semblanza que está incluido en su libro de relatos “Las siete cabritas”, en el que reúne siete retratos de otras tantas mujeres imprescindibles de la cultura mexicana.

Volcán poético, precursora de la liberación de la mujer

En esta semblanza, Poniatowska, cuya madre era prima hermana de la poeta, habla de cuando se publicó “Polvo”, en 1949. Recuerda que Amor un día le dijo: “No te compares con tu tía de fuego! ¡No te atrevas a parecerte junto a mí, junto a mis vientos huracanados, mis tempestades, mis ríos de lava! ¡Yo soy el sol, muchachita, apenas te aproximes te carbonizarán mis rayos! ¡Soy un volcán!”.

Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, conocida por todos como Pita, además de poeta, narradora y oralista fue un precursora  de la liberación de la mujer en los años cincuenta en México, sin pelos en la lengua, sin tapujos. Una creadora desnuda, tanto en su poesía (“con sonetos perfectos”) como en la exhibición constante de su cuerpo.

Nacida en el seno de una familia conservadora, desafió las costumbres de su época. Fue madre soltera, tuvo una intensa vida amorosa y dudas existenciales y sobre Dios que plasmaba en su poemas. “Ni su padre ni su madre tuvieron fuerza para controlarla y la dejaron libre como sus palabras”, escribe Poniatowska.

“Sus ‘Décimas a Dios’ fueron el delirio”

La escritora mexicana asegura que Amor “fue de escándalo en escándalo sin la menor compasión por sí misma. En un programa de televisión, cuajada de joyas, dos anillos en cada dedo, y sobre todo, con un escote que hizo protestar a la Liga de la Decencia, que afirmaba que no se podía recitar a San Juan de la Cruz con los pechos fuera, se puso a decir décimas soberbias. Sus décimas a Dios fueron el delirio”.

«Dentro del universo, Pita es como un astro. Desconozco el sol en cuya órbita gira, pero puedo decir que tiene una vida propia y peculiar, aunque en algunos aspectos sus fuerzas elementales se parecen a las de nuestro planeta: vientos huracanados, fuego intenso, tempestades y polvo». Pita es, a día de hoy, toda una leyenda de sorprendentes contrastes y emociones y, como ella misma indicó, está  “a la eternidad ya sentenciada”.

Autora de títulos como “Yo soy mi casa”, “Otro libro de amor o “Décimas a Dios”, entre otros,  desde muy joven participó en la vida artística de México. Amor pudo acceder a la buena biblioteca de su padre y acceder a “una educación literaria no formal”. Posó desnuda para Diego Rivera, cuando no lo hacia nadie, y se comparaba en belleza con María Félix ,”Soy bonita cuando quiero y fea cuando debo”, decía.

Su personaje eclipsaba su gran obra

Un personaje que eclipsaba la vida  y obra literaria de Amor, “por la que debe ser valorada”, como recordaba a Efe Michael K. Schuessler, autor de la  biografía “Pita Amor. La undécima musa”. “Si hacemos memoria, después de Sor Juana (1648-1695) ¿ quién fue la poetisa más aclamada en México, la más famosa, la más leída? Fue Guadalupe Amor”. “Abrió muchos caminos a las mujeres escritoras de las siguientes generaciones”, afirmaba el escritor con motivo del centenario de la poeta el 30 de mayo de 2018.

“Pita vivió una tragedia que marcó hondamente su vida personal y sus creaciones: la muerte de su hijo Manuel, quien se ahogó cuando solo tenía un año.  Al incidente le siguió un largo silencio creativo y, cuando volvió a tomar la pluma, “el ritmo, el contenido, ya no era igual, ya no tenía esos aspectos místicos, esa profundidad de los primeros versos”.

El autor estadounidense recordaba  que la primera vez que la vio en persona, Pita Amor era ya una “señora anciana, encorvada, que usaba bastón y con unos sesenta collares que colgaban sobre su cuello”.

“Polvo”

“De pronto vi mi cabeza/ en el espacio perdida,/ con pensamiento, y sin vida/, y sin humana impureza. Sentí profunda extrañeza;/ mas luego entendí mi lodo,/y fui descubriendo el modo/de hacer mi cuerpo infinito: Mi polvo al polvo remito,/dejo de ser… ¡y soy todo!”

”Polvo, ¿por qué me persigues/ como si fuera tu presa?/Tu extraño influjo no cesa,/y hacerme tuya consigues;/pero por más que castigues hoy mi humillada figura,/mañana en la sepultura/te has de ir mezclando conmigo./Ya no serás mi enemigo…/¡Compartirás mi tortura!”.

“Polvo, cómplice enemigo,/ a un tiempo goce y tortura,/ mi libertad y clausura, mi recompensa y castigo/; todo lo tuyo investigo porque observándome estoy/. Dicen que viviendo voy/, y yo siendo lo contrario: mi existir no es voluntario/, de ti, polvo, aliada soy”.

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