Por: Christian Gómez
En busca del dégagé perfecto. Terminología del ballet llega a la tercera reimpresión del primer material editado por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM; un éxito editorial sobre el que conversa su autora, Solange Lebourges
Solange Lebourges ha sido calificada por el coreógrafo Michel Descombey como una leyenda viva de la danza, modelo de vehemencia profesional, capaz de ligar las reflexiones filosóficas y sociales al lenguaje del cuerpo. Por ello, en su faceta como profesora se ha propuesto formar bailarines que no sólo se ocupen de la técnica sino de búsquedas intelectuales.
Como resultado de tal inquietud, en 2006 publicó por primera vez el libro En busca del dégagé perfecto. Terminología del ballet, un trabajo "inusitado en el medio de la danza" que hoy llega a la tercera reimpresión de su primera edición por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial.
En entrevista, la bailarina habló sobre el trabajo que representó realizar este texto, una guía que no sólo sirve a los estudiantes de danza clásica sino a los practicantes de otras disciplinas que por razones históricas han retomado su terminología; o, simplemente, a quien busca entender su cuerpo.
Comenzó a pensar en el libro años antes de escribirlo. El proceso fue largo. Varios maestros habían hecho algunas listas, trabajos preparatorios, pero quería preparar este material porque al impartir clases notaba que los alumnos no entienden lo que realizan. Por ser francesa, los alumnos le preguntaban qué significaban los términos. ¿Dégagé tendu à la seconde?, ¿deuxième arabesque?, ¿cinquième position de pieds, première posotion de bras?
"Me surgió la idea de sistematizar un conocimiento que diera respuestas y permitiera a los alumnos entender lo que están haciendo y, por tanto, a través de la imagen mental que se hacen del paso, realizarlo mejor, además de saber escribir las palabras porque hay demasiadas faltas de ortografía. Desde varios puntos de vista era un trabajo necesario".
Escrito en el año 2000, el libro pudo publicarse hasta 2006 luego de buscar espacio en diferentes editoriales. Hoy, a través de una creativa y bien cuidada edición que mantiene su precio luego de cinco años, responde a una necesidad como material de apoyo y se agota rápidamente. Es de uso cotidiano, no está en las bodegas sino en la bolsa de los estudiantes.
"Un alumno que no habla francés no tiene referencias, oye palabras y sonidos que le cuesta asimilar pero no tienen eco. Por ello el libro buscó ser lo más preciso: ofrece una traducción de la palabra del paso, una explicación gramatical y una transcripción fonética de su pronunciación de manera clara y breve, además de algunas ilustraciones. Después de consultar este libro y entender qué significa lo que hacen, se puede ir hacia una enciclopedia o internet para buscar más material y conocimientos. Los estudiantes se harán una imagen mental de lo que realizan".
La formación del bailarín
Solange Lebourges va con su maletita llena de ejemplares, visita escuelas de danza en diferentes ciudades, conoce estudiantes y maestros; habla con ellos de danza y del uso del libro. Lo ha presentado en todos los rincones del país. Lo he llevado hasta Atenas, en Grecia.
"Pienso que el bailarín debe tener una formación intelectual superior a la que tiene ahora. Es fundamental. Muchas veces se parapeta atrás del hecho de que tiene mucho trabajo físico: se cansa, no tiene energía para estudiar, leer, ver exposiciones. Es un poco de esta lucha para que el bailarín también sea un ser pensante, que razona, analiza y tiene un desarrollo intelectual".
Durante su carrera, Lebourges ha insistido en la búsqueda de bailarines que tengan una posición en la sociedad, opinen, puedan escribir un libro y no sólo sean ejecutantes. "Hay que hacerlo bien en el escenario, pero también hay que poder responder, hablar, opinar del momento histórico, de lo que está sucediendo".
Formada también en letras francesas, la bailarina ha escrito sobre danza en diversas publicaciones mexicanas y extranjeras. Sin embargo piensa que la crítica de danza es todavía un oficio de pocos, que la discusión debe hacerse más grande.
Ha publicado también el libro Lo bailado nadie me lo quita, un libro que aborda las memorias de una bailarina en diferentes facetas de su vida. Editado por Conaculta, alcanza ya su segunda edición.
Bailarina durante 25 años en el Ballet Teatro del Espacio, que cerró en 2009 por falta de recursos, lamenta que el centro cultural que alojaba esta compañía hoy sea un estacionamiento. "La danza padece de ser el patito feo de las artes, hay que seguir trabajando para cambiar eso", afirma. "Nunca va a ser suficiente".
En aquel espacio, se convirtió en la musa de Michael Descombey, a quien dedica este libro. "Durante un cuarto de siglo, interpretar los personajes de sus obras fue una enorme fortuna. Nada se parece a esperar su próxima creación, pensar en esos personajes, vivir alrededor de ellos, transformarse con ellos...".
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