Por: Mónica Mateos y Reyes Martínez
En la despedida de la coreógrafa y bailarina Guillermina Bravo, este
viernes en el Palacio de Bellas Artes, la danza se quedó en la calle.
El homenaje de este viernes se observó frío en comparación con la calidez con
la que fue despedida por jóvenes de la Academia Mexicana de la Danza (AMD) el
pasado miércoles en Querétaro, lugar donde falleció.
En esta ocasión, el grupo de bailarines actuó en la explanada del Palacio de
Bellas Artes y no llegó al vestíbulo, donde permaneció dos horas el féretro.
A las 11 de la mañana, una hora antes de la cita oficial, los bailarines
estaban ya en la explanada del máximo recinto cultural del país interpretando la
pieza Pendular, de Eva Zapfe, hija de Valentina Castro, quien fue
compañera de Guillermina Bravo en el Ballet Nacional de México.
Unos minutos después del mediodía, se permitió la entrada del ataúd. Dentro
esperaban ya funcionarios e ‘‘invitados especiales”. El público y los jóvenes
que habían bailado antes debieron hacer una fila y esperar a que los dejaran
pasar.
En el vestíbulo, la música de Bach interpretada por el Cuarteto de Cuerdas
Carlos Chávez, acompañó las guardias de honor que realizaron familiares y
colegas, entre ellos Antonia Quiroz, una de sus más cercanas colaboradoras;
Federico Castro, Victoria Camero, Jaime Blanc, Raúl Parrao, Miguel Ángel Añorve,
las hermanas Gladiola y Magnolia Orozco, Marco Antonio Silva, Nellie Happe,
Cuauhtémoc Nájera, Lydia Romero, Nieves Paniagua y Cecilia Lugo.
La ceremonia encabezada por el presidente del Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes (CNCA), Rafael Tovar y de Teresa, se inició hasta que él
arribó al lugar, pasada la una y media de la tarde.
Fue la bailarina Rossana Filomarino quien aportó calidez a la parca despedida
institucional al pronunciar un discurso, con la voz entrecortada y los ojos
anegados, en el que habló a su amiga y mentora: ‘‘Guillermina, no podremos
olvidarte, porque cada uno lleva dentro un pedacito de ti, diferente para cada
quien, que tenemos bien guardado junto a nuestro corazón. Has repartido tu
impetuoso caudal en muchos ríos que han tomado diferentes cursos, nos enseñaste
que, como el agua, el movimiento es energía pura’’.
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