viernes, 16 de octubre de 2015

El socialismo oculto tras una postal

 

Detrás de la postal turística se esconde la verdadera Cuba (foto tomada de Internet)

 
Por: Jorge Olivera Castillo  
 
Mientras que el castrismo se recicla en cámara lenta, con la venia del Tío Sam y la vieja Europa, la vida dentro de sus predios sigue atada a la pobreza, el miedo y la desesperanza.
 
 
Esos amarres con sogas de última generación y nudos gordianos, no se ven desde muchos lugares del mundo civilizado.
 
 
Por ejemplo, en la universidad de Georgetown, las imágenes que abundan sobre Cuba son las que tiene que ver con el baile, los frijoles negros y las playas, me imagino que especialmente la de Varadero, donde hace tiempo se le dio sepultura al legado de Marx y Lenin, y entrada libre al glamour del capital.
 
 
Las evidencias de esos asomos a la realidad de la Isla a través de los lentes de la superficialidad y la ignorancia, llegan de la mano de Gabriela Mas, la nieta de Jorge Mas Canosa, quien fue uno de los líderes del exilio más carismáticos y comprometidos con la lucha por la democracia en Cuba.
 
 
Con la publicación de su experiencia, la joven, en un artículo publicado en The Tab, vuelve a poner en perspectiva un fenómeno de vieja data. Precisamente, sobre la confluencia de esos imaginarios es que se asienta la legitimidad de la dictadura en la arena internacional. Es lamentable que se tenga una visión tan edulcorada de lo que sucede dentro de la Isla, en un centro de estudios superiores de talla mundial.
 
 
¿Es factible el desmontaje de esos estereotipos?
Realmente, a estas alturas del juego no creo que sea un propósito fácil. Sobre todo en medio de la interminable avalancha de reconocimientos, sin que el régimen se haya comprometido a desmontar su maquinaria de explotación y terror.
 
 
El drama de los presos políticos, las palizas dominicales a las Damas de Blanco, la obligatoriedad de sobrevivir a costa de las ilegalidades y el control absoluto del Estado sobre la economía y la sociedad, son temas que continuarán pasando inadvertidos entre los planes de venir a comerse un tamal con chicharrones y potaje en la Bodeguita del Medio, aprender a bailar el son cubano en alguna academia o en una discoteca y someterse a los dictados del sexo a precios de remate.
 
 
El castrismo ha sabido darle un uso magistral a sus camuflajes, durante una trayectoria que amenaza extenderse más allá de la muerte o jubilación de sus fundadores.
 
 
Queda visto y comprobado que desde Georgetown no se ven los costurones del socialismo que defienden a punta de pistola y toletazos.
 
 
El acercarse a la Isla tampoco garantiza un examen más objetivo.
 
Los parches y las sombras suelen quedarse ocultos entre el humo de un suculento plato de frijoles negros, el colorido de las postales turísticas que reparten en los hoteles cinco estrellas, en la ondulante cintura de una mulata o en la musculatura de un joven, con el menú de sus ofertas en letra de molde y para todos los gustos.
 

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