lunes, 19 de octubre de 2015

“¿Qué significa ser humano?”, Nobel de Física 2006

 
 
Por: Juan Carlos Sánchez
 
El encuentro entre arte y ciencia y su utilidad para los hombres es para un premio Nobel la posibilidad de cuestionarse sobre el significado de la vida. “Estoy sorprendido de que pregunte, es tan obvio”, dijo aquí, en Guanajuato, el Nobel de Física 2006, George F. Smoot, cuando se le cuestionó sobre los beneficios que los seres humanos podemos obtener de tan elevada mezcla.
 
 
“Cuando tenemos una historia que es fascinante, cuando tenemos imágenes visuales sorprendentes, cuando tenemos también la posibilidad de tener música y acaso tener el olor de lo que estamos presenciando, es decir, una experiencia sensorial completa, podemos comprender y entender mejor la experiencia que nos rodea”, dijo. Esa sólo fue una de las tantas respuestas que el físico y astrónomo estadunidense esbozó sobre ese dilema.
 
 
“Podría responderlo de muchas maneras, pero yo he estado interesado y me he estado haciendo esta pregunta: ¿qué significa ser humano? No es una pregunta ideal, cuando pienso que los autómatas, la inteligencia artificial podría llegar a ocupar 90 por ciento de los trabajos que hacen los humanos, eso provocará un desempleo enorme y todos pierdan sus trabajos, ¿qué significa ser humano si no tienes trabajo?”
 
 
“Actualmente estamos definidos en buena medida por lo que hacemos, qué pasaría con países como el nuestro donde hay trabajo subrogado. En México el trabajo está aumentando, pero las labores repetitivas poco a poco serán remplazadas por máquinas. Imaginen que, en 20 años, 90 por ciento de los habitantes del mundo no tendrá trabajo”, agregó. Hasta ese momento, Smoot regresó a la ciencia y el arte.
 
 
Antes, dijo, nadie pensó que una máquina podría ganar a un campeón de ajedrez, pero hay máquinas que pueden pintar cuadros, tocar el violín, “en 20 años, ¿quién vendrá al FIC como invitado?”, cuestionó. La preocupación del científico está en el momento en el que las máquinas sustituyan al hombre y el concepto del ser humano sobre sí mismo deba cambiar. De alguna forma, para él, el arte sigue permitiéndonos sentirnos humanos.
 
 
Smoot participó ayer en el Festival Cervantino, que este año reflexiona sobre la relación de la ciencia con el arte. El profesor de la Universidad de Berkeley ha sido uno de los grandes pensadores y estudiosos del origen del universo. Los descubrimientos del profesor Smoot han llevado al mundo entero a expandir la imagen del universo, la idea del tiempo, del infinito y de la vida misma. Hoy, dijo, “hemos logrado mapear y tener en esta fotografía tres millones de galaxias, ¡pero hay más de 100 mil millones de galaxias! Así que aún tenemos mucho que trabajar”. Al FIC llegará mañana otro ganador del Nobel, Roald 
Hoffman, quien impartirá la conferencia La química del arte y el arte de la química.
 
 
Conmoción por el Fausto de Pandur
 
 
La vuelta a México de Tomaz Pandur ha conmocionado al público de este Festival Cervantino. Pandur es un dramaturgo y director de escena esloveno que llegó por vez primera a México presentando su Sherezada, después regresó con Tito Andrónico y ahora lo ha hecho nada más y nada menos que con Fausto y con una “puesta de madurez”, a decir del crítico Fernando de Ita. Durante tres días, que terminaron ayer, el Slovenian National Drama Ljubljana y Pandur Theaters se presentaron cada noche en el Auditorio del Estado.
 
 
El montaje fáustico de Pandur es definitivamente potente. Impecablemente caracterizados, los personajes del célebre poema dramático de Goethe acabaron por dejar con la boca abierta a los asistentes. La propuesta del esloveno es además retadora, sus actores acaban acaparando la atención en una puesta minimalista que todo el tiempo se representa sobre agua, contenida en una especie de caja que sirve como tablado.
 

“El techo es más alto en el extranjero”

Antonio Sánchez se siente orgullosamente mexicano, pero la realidad le pega más rápido que el nacionalismo. El autor de la banda sonora de Birdman, cinta de Alejandro González Iñárritu ganadora del Oscar, lo dice sencillo: “las oportunidades que representa radicar en el extranjero son mejores. Creo que no necesito decir por qué. Simplemente el techo es más alto”.
 
 
Sánchez llegó ayer a Guanajuato, donde ofreció uno de los programas más atractivos de la XLIII edición del Cervantino en la Alhóndiga de Granaditas. Ha sido en los últimos años cuando el baterista ha retomado su carrera en México, ya convertido en figura toca con cierta regularidad en el país, en donde, dice, no hay experiencia comparada.
 
 
“Tocar en México es muy diferente de lo que siento cuando toco en Estados Unidos o en Europa o en Japón. Cuando toco aquí me dice mi entraña que soy totalmente de aquí y el tipo de respuesta es muy diferente”.
 
 
Con localidades agotadas, Sánchez se presentó junto a Seamus Blake en el saxofón; John Escreet, en el  piano; Matt Brewer en el bajo y Thana Alexa en la voz. Ellos son The Migration Band y en el FIC pusieron a tono con The Meridian Suite, su más reciente disco, concebido como pieza continua, que promueven como parte de una gira mundial que incluye más de 30 países.
 

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