Así lo destaca la Secretaría de Cultura federal, al
congratularse por el cumpleaños 73 del prolífico compositor, catedrático del
Conservatorio Nacional de Música (CNM).
Lavista nació el 3 de abril de 1943, en la Ciudad de México;
comenzó sus estudios musicales a los 10 años con una maestra privada.
Más adelante, cuentan, estudiaría composición con Carlos
Chávez (1899-1978) y Héctor Quintanar (1936-2013), y análisis musical con
Rodolfo Halffter (1900-1987) en el Conservatorio Nacional de Música.
En 1967 recibió una beca para estudiar con Jean-Étienne
Marie en la Schola Cantorum de París y asistió a los seminarios de "música
nueva" impartidos por Henri Pousseur.
A lo largo de más de cinco décadas de trabajo, destaca su
ópera “Aura”, la cual pudo componer gracias a una beca de la Fundación
Guggenheim, y a la fecha ha sido interpretada por los más destacados directores
y orquestas.
Su obra incluye “Seis pequeñas piezas para orquesta de
cuerdas”, “Diacronía”, “Quotations”, ”Tango del adulterio”, “Marsias”,
“Nocturno”, “Ofrenda”, “Lacrymosa”, “Cuicani”, ”Danza isorrítmica”,”
Natarayah”, Sinfonías y Adagio religioso, todas ellas piezas para orquesta y
diversos instrumentos.
También ha colaborado en la composición de música para
películas como “Cabeza de Vaca”, “María Sabina” y “Mujer Espíritu”, entre
otras.
A la fecha, ha sido reconocido con premios como el Nacional
de Ciencias y Artes (1991) y la Medalla Mozart, y en 2013 el premio SGAE de la
Música Iberoamericana Tomas Luis de Victoria por haber contribuido
sustancialmente al enriquecimiento del acervo musical de los pueblos
iberoamericanos.
Interesado siempre en la exploración constante de nuevos
lenguajes sonoros y nuevas técnicas interpretativas, Lavista es miembro de
instituciones importantes como la Academia de Artes, El Colegio Nacional y del
Sistema Nacional de Creadores del Fonca.
Catedrático en el Conservatorio Nacional de Música donde
imparte lenguaje musical el siglo XX, en los últimos años el músico y
compositor se ha dedicado a explorar las nuevas posibles técnicas y expresivas
que ofrecen los instrumentos tradicionales.
Y es que para él, su labor es como “una aventura del
espíritu o del alma, una exploración que uno debe hacer internamente para
expresar de una manera correcta lo que uno tiene que decir, con el lenguaje y
el material adecuados”.
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