lunes, 6 de junio de 2016

Sordera no impidió a Beethoven desarrollar su genialidad




Ludwig van Beethoven nació en el seno de una familia de origen flamenco, el 16 de deciembre de 1770, en Boon, Alemania; su padre, ante las evidentes cualidades para la música que demostraba el pequeño Ludwig, intentaría hacer de él un segundo Mozart.

Así lo informa el reputado sitio web “Biografías y Vidas” (www.biografiasyvidas.com), tras añadir que la verdadera vocación musical de Beethoven, quien debutó en público a los seis años, en realidad comenzó en 1779, cuando entró en contacto con el organista Christian Gottlob Neefe, quien se convirtió en su maestro.

Él fue, por ejemplo, quien le introdujo en el estudio de Johann Sebastian Bach, músico al que Beethoven siempre profesaría una profunda devoción. Miembro de la orquesta de la corte de Bonn desde 1783, en 1787 Beethoven realizó un primer viaje a Viena con el propósito de recibir clases de Mozart.

Pero la enfermedad y el deceso de su madre le hicieron a regresar a Boon pocas semanas después de su llegada. En 1792, Beethoven viajó de nuevo a la capital austriaca para trabajar con Haydn y Antonio Salieri, y se dio a conocer como compositor y pianista en un concierto que tuvo lugar en 1795 con gran éxito.

Su carrera como intérprete quedó bruscamente interrumpida a consecuencia de la sordera que comenzó a afectarle a partir de 1796 y que desde 1815 le privó por completo de la facultad auditiva. Los últimos años de su vida estuvieron marcados también por la soledad y una progresiva introspección, señala la misma fuente.

Sin embargo, prosiguió su labor compositiva, e incluso fue la época en que creó sus obras más impresionantes y avanzadas, así, la tradición divide la carrera de Beethoven en tres períodos creativos o estilos, y si bien el uso los ha convertido en tópicos, no por ello resultan menos útiles a la hora de encuadrar su legado.

La primera época abarca las composiciones escritas hasta 1800, caracterizadas por seguir de cerca el modelo establecido por Mozart y Joseph Haydn y el clasicismo en general, sin excesivas innovaciones o rasgos personales. A este período pertenecen obras como el célebre “Septimino” o sus dos primeros conciertos para piano.

La segunda, de acuerdo con la misma fuente, abarca de 1801 a 1814, período que puede considerarse de madurez, con obras plenamente originales en las que domina la forma y la expresión, como se aprecia en la ópera “Fidelio”, sus ocho primeras sinfonías, sus tres últimos conciertos para piano y su “Concierto para violín”.

La tercera etapa comprende hasta la muerte del músico y está dominada por obras más innovadoras y personales, incomprendidas en su tiempo por la novedad de su lenguaje armónico y su forma poco convencional, como la “Sinfonía No. 9”, la “Missa solemnis” y los últimos cuartetos de cuerda y sonatas para piano.

En estas obras anticipó muchos rasgos que habían de caracterizar la posterior música romántica, e incluso la del siglo XX. Su obra se sitúa entre el clasicismo de Mozart y Haydn y el romanticismo de un Schumann o Brahms.

Como compositor, señala un antes y un después en la historia de la música de todos los tiempos.

Su legado refleja, quizá como ningún otro, con excepción de su contemporáneo Francisco de Goya, no sólo el cambio entre el gusto clásico y el romántico, entre el formalismo del primero y el subjetivismo del segundo, sino también entre el Antiguo Régimen y la nueva situación social y política surgida de la Revolución Francesa.

En 1789 caía La Bastilla y con ella toda una concepción del mundo que incluía el papel del artista en su sociedad.

Siguiendo los pasos de su admirado Mozart, Beethoven fue el primer músico que consiguió independizarse y vivir de los encargos que se le realizaban, sin estar al servicio de un príncipe o un aristócrata.

De acuerdo con sus biógrafos, el legado de Beethoven se integra por nueve sinfonías (la tercera Heroica y la novena Oda a la Alegría, entre las más populares); una ópera, dos misas, tres cantatas, 32 sonatas para piano, cinco conciertos para piano y uno para violín.

Además, un triple concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta, 16 cuartetos de cuerda, una gran fuga para cuarteto de cuerda, 10 sonatas para violín y piano, cinco sonatas para violonchelo y piano e innumerables oberturas, obras de cámara, series de variaciones, arreglos de canciones populares y bagatelas para piano.

NTX/JCC/MCV

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