Por: Ricardo Quiroga
Han sido días complicados para el Museo del Juguete Antiguo México (Mujam), poseedor de una colección por demás envidiable de más de un millón de juguetes con el mismo número de apelaciones a la nostalgia. Amasar un acervo de estas características solamente sería posible a través de décadas. La vocación para el coleccionismo y el rescate de parte de Roberto Shimizu Kinoshita, director y fundador del museo de la colonia Doctores, ha tomado más de 55 años. Sin embargo, ahora mismo el valor emocional y monetario del tesoro lúdico del Mujam es proporcional a su vulnerabilidad.
Después de prácticamente dos años de gestión y documentación, hace unos meses, el acervo del Mujam estaba en la antesala para recibir la declaratoria como Patrimonio Cultural de la Ciudad de México. Pero el proceso se vio interrumpido por otra declaratoria, la de emergencia sanitaria y, por consecuencia, la implementación de la Jornada Nacional de Sana Distancia, en marzo pasado, que por si fuera poco dejó inhabilitada la actividad presencial del museo.
“Ya está prácticamente toda la documentación: los archivos y la catalogación de las piezas. Lo único que faltan son procesos legales internos y no sabemos por qué está tardando tanto. Ya no hay nada que hacer de nuestra parte. Todo está en manos de las autoridades para que se realice”, expresa Roberto Yuichi Shimizu, hijo mayor del fundador y director creativo del Mujam.
Durante la medianoche del martes 4 de agosto, un individuo saltó la barda principal del museo y, entre otras cosas, sustrajo dos modelos a escala de los años 80 de automóviles Ferrari, fabricados, pieza por pieza, por la compañía Pocher para su ensamblaje personal. Cada uno de estos objetos, explicó el director creativo, tiene un valor de entre 2,000 y 3,000 dólares en el mercado de coleccionistas.
Después de dos semanas de hermetismo para no entorpecer las investigaciones oficiales, el museo ha determinado hacer de conocimiento público el caso, esperando que los coleccionistas puedan ayudar a localizar los objetos, mismos que no podrán pasar desapercibidos.
Robo hormiga, un daño mayor
“Los museos de todo el mundo enfrentan robos. En nuestro caso, enfrentamos mucho robo hormiga. Hemos buscado una declaratoria de patrimonio para dejar de ser el patrimonio de un individuo. La colección que se exhibe requiere de una protección de otro tipo que no tenemos: contra riesgos naturales o robos, por ejemplo. Nos roban mucho porque es un museo abierto, abren vitrinas y se van llevando cosas. Es la historia de un país en objetos”, explica por su parte el fundador.
Con el pesar del robo de los objetos, dos piezas de valor emocional para el fundador, el martes pasado el Mujam decidió reabrir sus puertas al público. Pero el retorno del público no ha sido el esperado.
“La alcaldía nos avisó hace un par de semanas (sobre la posibilidad de abrir). Envió una brigada de sanitización integral y ya estábamos listos para abrir en cualquier momento. El lunes vino Protección Civil, nos dio indicaciones y abrimos este mismo martes, aunque, por lo sorpresivo, no tuvimos gentes. La nómina es muy pequeña, la manteníamos con los ingresos, pero ahora mismo yo la puedo soportar.
El problema no es cerrar sino que si esta colección se vaya a una bodega, porque nadie va a poder reactivarla. Es un museo casero, pero tiene una riqueza para México imprescindible. Pase lo que pase, este museo se quedará abierto. Voy a luchar hasta el final para que esto no se cierre, hasta que tenga un resguardo oficial. Ya cumplí con formar esta colección, ahora necesito ayuda para que se conserve”, concluye el fundador.
Durante agosto y quizás septiembre, el costo de las visitas será gratuito, aunque exclusivamente en dos horarios (10:30 y 12:30 horas), hasta nuevo aviso, por medio de recorridos con asistencia máxima de 15 personas.
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