Por: Eleane Herrera Montejano
“Es inevitable y lo más deseable pensar que el traductor vaya tomando un papel más decisivo y evidente”, considera el poeta, ensayista y traductor Hernán Bravo Varela, respecto del espacio que ocupan los traductores en el campo editorial, así como en el producto final que se publica.
“En buena parte de los sellos literarios ha ido pasando a regla que los traductores aparecen ya en la portada de los libros mencionados”, observa en conversación por la reciente publicación de “La Tierra Baldía”, de T.S Eliot, traducida al español.
Desde su punto de vista, al leer una obra traducida hay que confiar en que el traductor tiene las mejores intenciones de trasladar la lengua original a la lengua materna de sus lectores, pues es una labor de cuidado.
La traducción es nuestra única manera y posibilidad de acercamiento a muchas obras. “Exige ese cuidado y pide de los lectores una confianza. Nos estamos poniendo en la conciencia de lengua y bajo el cuidado y oficio de esos traductores”, subraya.
Le parece que el papel del traductor es complicado, de necesidad entera para la industria editorial, así como para el oficio del auténtico lector que cultiva una pasión de leer.
Concuerda en que idealmente se leería a cada autor en su lengua materna, pero al ser esto una imposibilidad, ¿qué hacer si no se sabe ruso? “¿Dejar de leer a Dostoievski y Tolstoi por eso? Pues no. Me parece una injusticia profunda”.
THE WASTE LAND.
Para esta publicación coeditada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y la Universidad del Claustro de Sor Juana, Hernán Bravo Varela se esforzó en manifestar las técnicas estilísticas y musicalidad que lo convierten en uno de los poemas más importantes para la literatura inglesa del siglo XX.
“Quise destacar cosas que no estaban tan explícitas en otras versiones. El poema original manifiesta un encontronazo entre tradición y ruptura, todo el tiempo está poniendo en contrasentido la utilización de la rima y de moldes métricos muy precisos y predeterminados con el verso libre y versos blancos sin rima”.
“Lo interesante de todo ello es tratar de significar esa misma batalla en el campo de la traducción”, detalla.
Su intención era transmitir el hilo de combate estructural y musical del poema original, por lo que utilizó una métrica mucho más ceñida.
“Hay momentos tanto de rima como de ausencia de rima al paso de algunas estrofas, mostrar esa misma transición en el texto traducido”, ahonda.
Para este traductor, las traducciones que existen de este poema en español suelen omitir la aparente contradicción estética, que en realidad es una declaración “necesarísima de eclecticismo que caracteriza mucho a Eliot”.
“Es un poco extraño pensar -en términos de poesía- que cualquier anécdota o pasaje que tenga una cierta narratividad o un cierto tamiz filosófico no está expresada con las leyes de la poesía. Es decir, quedarnos con el mero significado, la mera ‘idea’ de lo que quiere transmitir el poeta, sin intentar reproducir por medios análogos la música o disposición del mensaje es un error”.
Opina que una frase ingeniosa muchas veces está combinada con una expresión musical característica que forma una unidad compleja.
“Si sólo dejamos el ingenio de la idea y no la música que permitió crear ese ingenio me parece que estamos asistiendo a un espectáculo incompleto. Lo que quise hacer fue tratar de juntar las 2 cosas en la medida de lo posible y en los momentos donde Eliot canta con rima y metro, hacer una recreación de aquello en mi lengua: sí hacerle evidente a los lectores que el poema no está escrito enteramente en verso libre y no esta desprovisto de rimas. En el original, esas tensiones son explicitas”, agrega.
¿Por qué Tierra Baldía es un poema angular para la poesía contemporánea?
“Yo creo que hemos tenido esa obsesión recurrente con Eliot al menos desde hace un siglo se ha convertido naturalmente en parte de las dinámicas de la tradición en el sentido de que un poema tan iluminador para el siglo XX sigue siendo en nuestro tiempo y siglo XXI una puerta de acceso a los santísimos recursos que puso a nuestra disposición Eliot y que no se habían explorado o puesto sobre la página”, considera Hernán Bravo Varela.
Entre esos recursos destaca la democratización lingüística que permite que todos los timbres, voces, colores y formas posibles de expresión, el verso libre, medido, con rima y sin rima, así como la partitura dramática y tensión lirica queden reunidas con maestría en un mismo espacio.
Recuerda que este poema pretende retratar un momento de profunda inestabilidad y de ruinas, producto de la primera guerra mundial y el ambiente que se vivía en la Europa de la entre-guerras.
“Eliot deja a un lado la escritura de una obra magna o una obra maestra y compone desde el principio -que gracias a la edición de Pound se refuerza- la ruina de una gran obra: un poema total hecho pedazos, colapsado, reducido a polvo”.
“No sólo por esto es un poema fragmentario y aparentemente deshilado. Es un poema que a menudo explora las caras más disímbolas de una misma moneda estética, antropológica social, mental… me gusta que está probándose siempre en la tensión de los contrarios y es un autor que nos ayuda a no evitar ese conflicto y asumirlo como una parte fundamental de la vocación del poeta moderno”, continúa.
En ese sentido, Hernán Bravo Varela piensa que somos hijos de las ruinas de la historia. “Sus traductores, nacimos al abrigo de esas ruinas, ¿por qué levantarlas para hacerla una catedral impecable, si el poema nos pide que apreciemos la necesidad de entender ese espacio como punto de partida y no un asunto destinal o de meta?”, expone.
Actualmente, independientemente de ser un autor leído en las universidades, T.S Eliot sigue impactando la literatura con éste y muchos otros poemas más, que, de acuerdo con Hernán Bravo Varela van a seguirnos revelando claves y enigmas para todo tipo de lectores.
“Me encanta comprobar que, para las nuevas generaciones de poetas emergentes, Eliot sigue siendo una luz y también una vía de escape a los tradicionalismos”.
A 101 años de la publicación original del texto, el traductor de Tierra Baldía indica que este poema sigue creando acceso a la creación, problematización y metamorfosis de la realidad.
“El libro ya se encuentra en librerías y ojalá muy pronto puedan gozar de ella. Es una edición pulcrísima, economísima, de bolsillo”, añade. Los ejemplares son delgados y ligeros, cuestan 95 pesos.
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