Por: Xavier Quirarte
Al tratar de explicar el genio del guitarrista Paco de Lucía, se puede recurrir a lo que él mismo dijo en una entrevista: “El sentido común depende de tu capacidad intelectual y es limitado, la imaginación no, y de vez en cuando mi imaginación se opone a él. A veces lamento el no saber música, que es como desconocer la ciencia del arte, pero la inconsciencia, el desconocimiento te hacen volar más alto, por lo menos, te hacen volar y caer en sitios donde la razón no caería”.
La noche del viernes se celebró la primera jornada del festival Oasis Jazz U Latin Fusion, dedicado en su tercera edición al legado del guitarrista español, que comenzó con un saludo del guitarrista Antonio Sánchez, sobrino de Paco. La sangre flamenca se renueva y el talento se hereda. Antonio es la prueba, pues mucho aprendió por tocar con su tío. En la primera pieza, a guitarra sola, estableció que la imaginación también para él es norma. Pero la música es un alimento que sabe mejor si se comparte, así que invitó al resto del grupo a unirse a la celebración.
El cante de Piculabe, profundo y ardoroso, entró a escena y se ganó su lugar con una plegaria que rezumaba dolor: “Hay tan poco que agradecerte, que ya no tengo nada que envidiarte”. Convertido en sexteto, el grupo nos recordó lo gratificante que es encontrarse con música a punto de ebullición que puede ser tan terrenal como aérea. Por momentos, sobre todo en la segunda parte, la propuesta se volvió temeraria y volaba, como querría Paco.
Carles Benavent, bajista del homenajeado durante muchos años, rindió tributo a su mentor con su grupo Uno, Dos, Tres, que incluye al pianista Roger Mas y al baterista Roger Blavia. Expresó que era un momento a la vez “feliz y triste, un compendio de muchas de sensaciones, un compendio de muchas cosas”. Comentó que después de tocar más de 20 años con él, “Paco era más que un amigo, era como un hermano, como un primo. Estamos aquí no sin nostalgia, pero con alegría. Él no quisiera que estuviéramos llorando”.
El nivel de interacción de Uno, Dos, Tres subió paulatinamente, sobre todo a partir de que el bajista tocó el tema “Bluestorius”, dedicado a Jaco Pastorius, influencia notoria en su estilo. Y aunque se advirtió la presencia de Jaco, Benavent inyectó ese influjo a su sangre flamenca en este dueto con Blavia. Su propuesta transitó por muchos caminos: el flamenco, por supuesto, pero también el jazz, el funk con sabor rumbero —como él dijo—, la música cubana y otras fragancias. Al unirse al trío el flautista y saxofonista Jorge Pardo, la música adquirió una fuerza notoria, una cohesión que antes parecía perderse por momentos.
Solo hay uno
También viejo amigo de Cancún, el saxofonista y clarinetista Paquito D’Rivera mostró una vez más sus dotes para el entretenimiento con clase, con humor fresco y buena música. Desde su grandilocuente versión a un impromptu de Chopin, tenía al público en la bolsa, más cuando dijo que se trataba de un viejo compositor nacido en Cancún.
“Estamos tristes por la muerte de Paco de Lucía, pero a la vez felices de hacerle un homenaje musical a un ser humano que se lo merece”, dijo su tocayo para ofrecerle un concierto jubiloso. Su travesía pasó por el bebop, la samba, el jazz latino, el danzón y otras músicas. Su Latin Jazz Sextet estuvo aumentado por el mexicano Miguel Cruz, a quien señaló como su percusionista favorito cuando viene a tocar por estas tierras.
El concierto concluyó con la suite “Andalucía”, de Ernesto Lecuona, en memoria de Paco de Lucía, que nació precisamente en Andalucía. Entonces al grupo se unieron Pardo y Benavent en un eufórico final que hermanó el jazz con el flamenco y la música afrocubana. El tributo concluyó con una frase irrebatible en boca de Paquito D’Rivera: “Solo hay un Paco de Lucía”.
Lugar muy especial
La presencia de Gabriela Canseco como invitada especial hizo más conmovedor el homenaje, pues en su breve discurso la mujer de Paco de Lucía señaló que se le han hecho varios tributos a su esposo, “en Francia y en muchos otros sitios, pero éste es un lugar muy especial. Amaba México, especialmente esta zona de México.
Aquí sucedió nuestra historia, aquí nos conocimos, aquí tuvimos nuestros hijos y tenemos una hija orgullosamente cancunense”.
El guitarrista Juan D’Anyélica, quien también tocó con De Lucía, al presentar el homenaje recordó que el músico andaluz “siempre anduvo por el mundo haciendo giras, grabaciones y compromisos, pero sabía que tenía que regresar aquí, a Cancún, a esta tierra que era parte suya y que llevaba en su corazón. Era como un padre para mí y ha sido una experiencia grandísima haber estado con él tantos años. Su esposa está aquí porque Paco amaba México, amaba el Caribe y a la gente de aquí. Aquí encontraba esa paz y se desconectaba de ser el número uno. Gente así nunca se tendría que ir…”.
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