Por: Juan Carlos Talavera
El narrador y ensayista Luis Goytisolo Gay (Barcelona, 1935) se alzó ayer con el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español 2018, galardón que concede la Secretaría de Cultura federal (SC) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
De acuerdo con el fallo, el jurado destacó “su compromiso irrenunciable y persistente con la literatura, su afán de renovar la novela tradicional a través de la pluralidad de perspectivas, incluidos el ensayo, la filosofía y la reflexión sobre la creación literaria misma; el respeto ineludible por el lenguaje y el método autorreflexivo de su narrativa”.
Goytisolo es autor de novelas como Las afueras (1958), con la que obtuvo el Premio Biblioteca Breve; Las mismas palabras (1963) y su Antagonía, obra escrita en cuatro partes que concibió durante su reclusión en la cárcel de Carabanchel, donde permaneció en régimen de aislamiento por pertenecer al Partido Comunista.
También publicó Estela del fuego que se aleja (1984), con la que obtuvo el Premio de la Crítica; Estatua con palomas (1992), ganadora del Premio Nacional de Narrativa; Escalera hacia el cielo (1999), Liberación (2003), Oído atento a los pájaros (2006), El atasco y demás fábulas y Coincidencias, para forjar su lugar en el canon de las letras hispánicas como un clásico innovador y un autor que se reinventó y se renovó con cada novela.
Tal como escribe Juan Antonio Masoliver Ródenas, Luis Goytisolo siempre abrió nuevos caminos para reinventarse en cada novela, con “una escritura guiada por la inteligencia, con una prosa acerada en la que palpitan una emoción lírica ante el paisaje y una inquietante sensibilidad elegíaca”.
Sin embargo, aclara que “este poderoso narrador no puede ser definido como un autor experimental, sino como un narrador que rechaza la estabilidad para construir sus narraciones”.
Hermano del también novelista Juan y del poeta José Agustín, Goytisolo ha sido un apasionado defensor de la novela, como lo expresa en su ensayo Naturaleza de la novela (2013) —con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo—, donde nos recuerda que eso que conocemos como novela no es un género literario autónomo, sino una forma escrita que, en los últimos cuatrocientos años, se ha nutrido de tradiciones y géneros que han desaparecido.
Siempre he tenido la impresión de que lo que hoy entendemos por novela, más que un género autónomo, de rasgos claramente definidos y de formación, y desarrollo perfectamente delimitados en el tiempo, tiende a ser considerado un producto de aluvión, fruto residual de la evolución de una serie de géneros hoy desaparecidos”, como la epopeya, los cantares de gesta, leyendas, libros de caballerías... es decir: un género de contornos desdibujados, a diferencia, por ejemplo, de la poesía o el teatro, cuya mera mención evoca un concepto incuestionable”.
Y añade: “Hasta cierto punto se trata de una cuestión de nombres. Lo que hoy entendemos por novela se fue forjando aquí y allá como cristalización de diversas formas de relato, hasta configurar un género nuevo, hará poco más de cuatrocientos años. Un caso parecido al de su coetáneo el ensayo, otro género nuevo, distinto de los escritos filosóficos o memorialísticos del mundo clásico”.
Goytisolo también ha sido un feroz crítico de eso que algunos llaman “buenas historias”, como cuando cuestionó el significado de esa frase: “¿Buenas historias para quién? ¿Desde qué punto de vista? Pues lo que gusta a unos no tiene por qué gustar a otros”, como publicara en 2004 en el diario El País, donde afirmó:
Las buenas historias que promueve el mercado responden a un intento de contrarrestar el creciente desinterés del público hacia la creación literaria, por lo que tal promoción —desarrollada a lo largo de la
segunda mitad del siglo XX— tiene un carácter eminentemente defensivo; si la gente leyese masivamente a Proust y a Faulkner, el best seller estaría por inventar. Sin embargo, se trata de un apaño que no hace sino agravar la situación en la medida en que aumenta el divorcio entre lo que se vende como literatura y lo que hay que entender por creación literaria”.
De carácter bianual, el Premio Internacional Carlos Fuentes lo han recibido Mario Vargas Llosa (2012), Sergio Ramírez (2014) y Eduardo Lizalde (2016). En esta edición el jurado estuvo conformado por Eduardo Lizalde, Jaime Labastida, Aurora Egido Martínez y los escritores Nélida Piñon y Alberto Ruy Sánchez. El premio será entregado por el Presidente de México y consistirá en un diploma, una obra escultórica diseñada por Vicente Rojo y una cantidad equivalente en pesos mexicanos a 250 mil dólares.
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