miércoles, 23 de octubre de 2019

Y si... "Érase que se era" en la Lonja potosina.



Por: Roberto A. Valenciano Capín

Más que una grata sorpresa, más bien fue confirmar este ir contracorriente, gracias a esta entrega y amor de Giselle Fernández y su American Ballet Academy por diseminar lo que es el Ballet en San Luis Potosí, al abrir un nuevo foro para este arte escénico, como fue el gran salón de la prestigiada La Lonja, en esta capital potosina.

Un proyecto en donde se aventuraron a tener cuatro presentaciones en este foro con el espectáculo " Érase una vez" , en donde se vivió y disfrutó de la magia del ballet y de los cuentos de hadas.

Es de destacar que dos de las funciones fueron a beneficio social, al ser ofrecida a personas de escasos recursos, en donde se busca que tengan acceso a este mundo de la danza y no hay mejor que el ballet.

Un bello salón que nos remite a estos tiempos porfiristas, entre techos con pinturas, un gran candelabro y una duela de madera que fue cómplice de este programa con sumo tino en su selección de las escenas de los ballet:  la Bella Durmiente, la Cenicienta y Copelia. y tiempo de duración, que se vio reflejo en la entrega emotiva en donde tanto el espectador y los mismos bailarines hicieron posible de generar esta magia.


Gracias al infalible " Érase que se era", en la voz de una pequeña juglar, quien da pie a transportar con su imaginario al espectador a ser parte de esta fiesta en el palacio, con motivo del decimosexto cumpleaños de la princesa Aurora, ante la llegada de la malvada bruja Carabosse, secundada con sus secuaces, al preguntar enojada al rey y a la reina por qué no había recibido una invitación para el bautizo, como en el salón del palacio se celebran las bodas de la princesa Aurora con el príncipe Désiré.

O que decir cuando llega Blanca Nieves a vivir con los siete enanos y cuando conoce a su amado principe.

Así como se parte de este universo de muñecos, travesuras y alegría, de la mano de Coppelia, una muñeca mecánica creada por el extraño Dr. Coppelius; de Swanilda, la encantadora jovencita del pueblo; de Franz, el enamorado de Swanilda, y del estrafalario Dr. Coppelius, inventor de novedosos juguetes a cuerda.


En donde las pequeñas juguetes fueron incorporadas y retiradas del escenario con la ayuda de padres de familia.

Para finalizar con esta fiesta, en donde los personajes de cada ballet invitaron al público a bailar bajo el ritmo de música del momento, en donde queda demostrado que la danza es sinónimo de fraternidad y de cohesión social.



Cabe señalar que fue una función  divertida y didáctica, como también con una ejecución con gracia y una participación destacada tanto de alumnas de la Academia como de bailarines profesionales que le dieron esta pasión y vitalidad a este espectáculo dancístico.

Se espera que este espacio privado se vuelva en un foro un tanto público para exponer el arte dancístico, en este caso del Ballet y en un futuro mediato, por consiguiente, mas de las artes escénicas.

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