Por: Reyna Paz Avendaño
Los absurdos pensamientos que de muertos ya no importan: convertirnos en polvo y ensuciar el agua cuando en vida arruinamos el aire, cuestionar el amor del otro por una diferencia de edad o expresar que tenemos dudas que matan. Ésas son algunas reflexiones irónicas que plantea Patricio Betteo (Ciudad de México, 1978) en Nada que ver, libro que reúne más de 150 microcuentos ilustrados.
“El humor es un componente importante, pensé en la poesía como el primer ingrediente que quería mezclar con el lenguaje de la historieta pero inevitablemente el humor llegó como el componente que le da vida básicamente a todo, salvo a algunas muy contadas historias de temas existenciales o dramáticos, todo está cargado de humor negro. Uso mucho la ironía y hago referencias a la misma paradoja de la vida. Con historias tan cortas uno debe de encontrar la manera de cerrarlas y el humor es un buen elemento”, expresa el autor.
Patricio Betteo creó dos personajes ya muertos que se cuestionan los clichés de la muerte como el momento en que se convierten en polvo, en recapitular si lo mejor que hicieron en vida fue dejar un hijo o porqué ella le decía que estaba muy viejo para el matrimonio.
“Sabemos que están muertos y están en el punto en que ya nada importa, pero aun así están preocupados por su futuro, por convertirse en polvo de estrellas o su diferencia de edades… al momento de crearlos me reía mucho, me reía de la idea absurda de que ya en la muerte están preocupados. Son personajes con los que podría hacer historietas más largas”, detalla.
Además, a Betteo le gustó la sencillez de la ejecución de esos personajes. “Prácticamente es el mismo dibujo repetido al que le añado diálogos y con eso se puede contar una historia memorable sin algo más complejo, sin que me implique más trabajo”.
Otros absurdos que plantea el ilustrador es cuando una persona quiere vivir en el bosque, aparentemente lejos de todos, pero hay internet, también refleja preocupaciones específicas por el cuidado del ambiente.
" Hay una historia sobre el calentamiento global, temas sobre el espacio exterior como un lugar sagrado. No soy activista, pero en el momento en que soy honesto con mis temas salen esas preocupaciones. De eso se trata el libro de abrir preguntas y expresar preocupaciones, ver qué podemos hacer”, señala.
-Hay microcuentos de esperanza, ¿te interesa hacer un acompañamiento a los lectores?
-Veo a la desesperanza siempre contrapuesta a esa pequeña luz a final del túnel, siempre he creído que el otro lado oscuro de la luna o el otro lado de la moneda es igual de importante que el lado de luz, este juego de claroscuros de hablar de lo malo y lo bueno están simultáneos y son importantes para mí.k
“Las historias tienen humor para pensar en que no nos debemos derrotar, es un libro que tiene un recorrido poco oscuro, pero hacia el final termina con que no hay que tomarlo tan en serio”.
-¿Por qué las ilustraciones a veces están saturadas de un solo color?
-El color es también un elemento del libro, es un personaje y de la misma forma en que se comporta un personaje, tiene momentos coloridos, oscuros y a veces es de un tono o de otro.
“Me gusta que el libro tenga una especie de recorrido cromático. Una necesidad de no repetirme, si ya hice tres historietas azules, ahora hacer una roja, ahora en blanco y negro, es a veces algo tan tonto como eso de no querer repetirse, pero ya cuando las veo juntas veo que son casi un discurso de diseño gráfico. El color es también un acompañante en la lectura”, responde.
PEDACERÍA DE FICCIÓN.
Patricio Betteo define su libro como una padecería de microficciones hechas exclusivamente para esta obra editada por Océano.
“Los dibujos están repartidos en papeles por todos lados, en mis cuadernos, hay dibujos que son digitales y que no existen en papel, el único lugar común es que el color y rotulación están hechas en la computadora”, señala.
Betteo estudió Diseño Gráfico en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Por cuatro años consecutivos fue seleccionado en el Catálogo de Ilustración Infantil y Juvenil del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, además es Premio Nacional de Novela Gráfica 2010, otorgado por la Editorial Jus.
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