Por: Reyna Paz Avendaño
La espontaneidad y la indisciplina han sido un motor en la obra de Arnaldo Coen (Ciudad de México, 1940), esos dos elementos lo llevan a improvisaciones, a la no autocensura y a burlar la rigidez de la burocracia. En entrevista, el artista plástico comparte las experiencias vividas en más de 60 años de trabajo.
“Mi trabajo no sólo es multidisciplinario, es interdisciplinario e indisciplinario; este concepto de lo indisciplinario abre muchas puertas. Si tuviera que seguir todo un proceso burocrático, quizá no hubiera podido hacer lo que hice, quizá en mi época no se usaba y actualmente como (los artistas) piden apoyo al gobierno, entonces carecen de esa espontaneidad con la cual me moví”, indica.
En opinión de Coen, un factor que se piensa como incentivo, puede convertirse en un trámite que corta la expresión de libertad.
“Recuerdo que cuando pusimos una obra de teatro con Alejandro Jodorowsky, allá por el año 1964, todo mundo aportábamos ideas, estaba Héctor Suárez, Carlos Ancira, María Teresa Rivas… después de leer la obra alguien tuvo una idea y otro más dijo: no, ésa no Alejandro porque llegará la censura y la van a cortar. Pero Alejandro dijo algo que no se me olvidará nunca: no sé qué les pasa a los mexicanos que se autocensuran antes de que los censuren”, recuerda.
Entonces tenemos una educación que no nos permite actuar con libertad, añade el artista. “Ya el hecho de censurar algo antes de que se haga, el hecho de poner peros cada vez más difíciles… uno tiene que aprender a buscar los incentivos por fuera y no necesariamente dentro de esta burocracia que se ha creado de los apoyos a los artistas”.
Arnaldo Coen fue galardonado en 2014 con el Premio Nacional de Ciencias y Artes por “su obra ligada a la pintura, la investigación del espacio, la música y la teoría del arte contemporáneo que le ha permitido innovar e influir en diversas generaciones”. Ha expuesto en forma individual en la Sala Nacional del Palacio de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno en México, además es un creador conceptual y realizador junto con otros dos artistas de la intervención, acción y filmación de “Robarte el Arte” en 1972 que se llevó a cabo en Documenta V en Kassel, Alemania.
–¿El cuerpo lo mira como un elemento transgresor?
–Nunca pensé ser disruptor. Cuando decidí tomar el cuerpo femenino como punto de partida para mi obra únicamente fue hacer la silueta de la figura femenina y poder expresarme con libertad dentro de ella. No siento que pueda percibir en qué momento me estoy pasando de la raya.
El cuerpo femenino es fuente de inspiración desde el simple y sencillo concepto de la belleza, la verdad, la bondad. Todos estos femeninos me han inspirado para trabajar.
–¿Qué tanto influyó la diversión entre amigos para proponer proyectos?
–Me tocó estudiar con Seki Sano actuación, nos ponía como ejercicio improvisar no sólo de manera individual sino entre varios desconocidos, con otros compañeros de estudio, teníamos que crear algo en ese momento. Nos decía: si no saben, confróntense como si estuvieran en la vida real. Eso hacíamos, entonces podíamos divertirnos, acabar llorando o acabar con una tristeza muy profunda.
También me pasaba lo mismo metiéndome a estudiar danza. Alguna vez pensé que podía ser bailarín y desde un principio me dijo el maestro: con esos hombros pareces basquetbolista y no bailarín, no la vas a hacer en danza.
En un momento dado cuando a Rocío Sagaón le ofrecieron el Teatro de la Danza, nos invitó a todos sus amigos a que participáramos, fue delicioso tener la oportunidad de crear coreografías, de tener el presupuesto que teníamos para hacer los cuerpos pintados y todo eso se fue dando de una manera espontánea.
–¿Se concibe como un gestor cultural?
–No, lo más que he llegado a ser es tutor de jóvenes creadores. El haber hecho con mis hermanos un espectáculo era de alguna manera confrontarnos, empezar a planear y ver cuál sería el resultado.
–Pero apoyó proyectos…
–Tan no había espacios independientes en mi época que teníamos que buscarlos. Efectivamente cuando empecé, podía contar exageradamente con los dedos de mis manos la cantidad de galerías que existían, eran muy codiciadas. De museos no teníamos ninguno, surgió el Museo Arte Moderno en 1965 y nos tocó la suerte de pertenecer a la generación que exponía ahí.
El Salón Solar, por ejemplo, era una convocatoria abierta, no había el reconocimiento que sí se lo daban a la escuela mexicana de pintura, pero los jóvenes no tenían que lanzarnos al ruedo como a cualquiera después de haber logrado varias cosas, por eso formamos el Salón Independiente, duró tres años porque había tal demanda que era imposible controlar la calidad, además se empezaba a decir que éramos elitistas.
MÚSICA Y CIENCIA.
Una de las pasiones de Coen es la música y resultado de ese interés es la producción de obra en conjunto con el compositor Mario Lavista (1943-2021), obra que se detalla en el libro monográfico del artista “Arnaldo Coen. Reflejo de lo invisible”, editado por Turner.
“La música fue importantísima porque desde niño escuchaba música, oía mambos en la cocina y los bailaba, pero en la sala oíamos (Arthur) Honegger o (Iannis Xenakis), esos artistas de música clásica pero contemporánea; también de música clásica escuchaba ópera. Todos los géneros eran muy atractivos para mí”, indica.
Coen recuerda la gran amistad que hizo con Raúl Lavista gracias a su padre. “Nos reuníamos con él, con Luis Buñuel, con Ernesto de la Peña, con Salvador Elizondo, se volvieron mis amigos y hablábamos sobre cómo se puede parecer un arte a la otra o de qué manera se puede usar todas. Así uno se va formando”.
En el último programa, el ensamble interpretará tres composiciones: Mutaciones, de Arnaldo Coen y Mario Lavista; Preludio a la siesta de un fauno, de Claude Debussy; y Divertimento, de Lavista, la cual es una obra interactiva en la que el público podrá ser parte de su ejecución. Tendrá lugar el sábado 11 de junio a las 19:00 horas en el Auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes.
– Sin Mario Lavista, ¿con quien comparte proyectos?
–Mario Lavista fue algo excepcional, era como un hermano, nos convertimos tan buenos amigos con Nicolás Echevarría, Guillermo Sheridan y otros que nos veíamos muchísimo y compartíamos la música. Llegamos a formar un grupo: el quinteto miseria, en fin, algunos sobrevivimos y ya no lo hemos hecho.
Gracias a Mario me hice amigo del grupo Tambuco y de Javier Álvarez. Ahora está Manuel Rocha con quien puede haber un interés y sino ya se abrirán las puertas. Cuando uno tiene el proyecto más o menos armado estoy seguro que a quien recurra se puede hacer algo, a través de la Academia de Artes o del Seminario de Cultura Mexicana, dos instituciones que me ayudan a fortalecer la capacidad de crear.
–¿Le interesa la ciencia?
–Uso la geometría y ésta tiene que ver con los pininos de un matemático, ahora en el Seminario de Cultura Mexicana acaba de ingresar Javier Bracho, un distinguido matemático y nos hemos puesto a jugar con números e imágenes, alguna cosa estamos perpetrado. Ya tenemos una obra que editaremos entre nosotros, pero quizá podemos desarrollar algo más.
–¿Cómo mira su pasado, su trayectoria plasmada en el libro de Turner?
–Me creó un conflicto el conocer y distinguir esa época pasada, entonces te acuerdas, te acuerdas y te acuerdas, pero de alguna manera la memoria enriquece el pensamiento, sobre todo cuando uno no se acuerda y tiene que inventar. Sí, hubo grandes recuerdos y muy satisfactorios. De alguna manera he tenido suerte en la vida por haberme dedicado a lo que me he dedicado y siempre me he dedicado con mucho gusto.
Voces críticas en momentos difíciles
Arnaldo Coen señala que las voces de los artistas siempre se manifiestan cuando el país atraviesa momentos difíciles. “Por ejemplo, a mí me tocó ser de una generación donde íbamos a quejarnos o a conseguir muchas cosas. Fernando Gamboa fue un gran gestor, primero de los muralistas, luego de las artes populares y luego llegó al arte el arte moderno y contemporáneo, con él colaboramos y participamos tanto en espacios de la Ciudad de México, de la República como en diferentes lugares como en Tokio u Osaka”.
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