viernes, 2 de mayo de 2014

¿Qué es Ballet?

 
Los días finales del cuarto mes, llevan el apellido de la Danza, y muchas escenas cubanas de diversos teatros capitalinos se iluminarán para enfocar una antigua manifestación artística que en Cuba es protagonista y ha calado hondo en el gusto nacional. Precisamente, el 29 de abril se celebra el Día Internacional de la Danza, en conmemoración del nacimiento de Jean Georges Noverre, bailarín y profesor francés considerado el creador del ballet moderno. El joven Noverre había debutado en 1742 ante la corte de Luis XIV y continuó una larga trayectoria por diversas compañías europeas aunque su base fue en el ballet de la Opera Cómica de París donde compuso la coreografía de su primer ballet: Les fetes chinoises (Las fiestas chinas). Realizó diversos ballets y escribió tratados teóricos sobre la manifestación artística y dejó inconcluso un Diccionario de la danza a su muerte acaecida en 1810. El destacado teórico del ballet de acción, como también se le conoce, fue amigo de Voltaire, Federico II y David Garrick –quien bautizó a Noverre “el Shakespeare de la danza”. Sus más conocidas obras son: La muerte de Ajax, El juicio de París, Jasón y Medea, entre otras.

Buena ocasión para dialogar con la memoria y acercar la historia de este arte llamado BALLET... Es un día cualquiera en el teatro... Bajan las luces del lunetario y se avivan entonces en la escena, se descorren las cortinas y surge ante nuestra vista un mundo repleto de cisnes, doncellas que hacen difíciles movimientos sobre zapatillas de puntas, usan mallas rosadas, y cortas sayas: el tutú. Allí sigue vibrando la tradición en pleno trópico. Las carteleras pueden anunciar obras cumbres del período romántico como Giselle, clásicos del prestigio de Don Quijote, Cascanueces, El lago de los cisnes… y no faltan tampoco trabajos de coreógrafos contemporáneos que crean a partir de una base técnica codificada desde hace muchos años que posibilita la preparación de los bailarines.

Puede haber rupturas y ganancias expresivas, pero en la clase diaria se siguen respetando las cinco posiciones básicas de los pies que fueran reconocidas por la Real Academia Real de Danza fundada hacia 1661 por Luis XIV. Aunque el origen hay que buscarlo en el llamado ballet de corte, en una fecha exacta como el 15 de octubre de 1581, fijada como el nacimiento de esa expresión, cuando Catalina de Médicis, patrocinó una función de gala para festejar el matrimonio entre el duque de Joyeuse —el tercero de sus hijos— con Marguerite de Vaudemont —hermana de la reina Luisa de Lorena—, en la gran sala del Palais du Petit Bourbon. Precisamente esa obra, El ballet cómico de la reina llegó hasta nosotros en el 18. Festival Internacional de Ballet de La Habana (2002), gracias al talento de Alicia Alonso-coreógrafa, quien ofreció una recreación resumida de esta obra con el magisterio a que nos tiene acostumbrado, en la que evoca aquella memorable fiesta fundacional y el espíritu de una época.

La costumbre había llegado desde la Florencia del Renacimiento italiano, a través de diversiones que contenían ya el germen del ballet, la ópera y el drama poético. Tal es el origen aristocrático del ballet, una sucesión de diez o doce danzas con diversos aspectos de un tema común: en aquel caso, la liberación de Ulises de los encantos de Circe. Trajes pesados, lujosos tocados, máscaras, algunos profesionales y cortesanos participantes en el espectáculo que Baltazarini de Belgioioso, conocido en Francia como Baltasar de Beaujoyeux, responsable de la celebración  ofrecida por Catalina, definía como “ un arreglo geométrico de muchas personas que bailan juntas bajo una armonía diversa de instrumentos”. Pero para que lo llegaran a ver como ballet, tendrían que pasar algunos años y suceder modificaciones encaminadas a una mayor expresividad e independencia, mucho más libertad para el cuerpo, y un lógico perfeccionamiento técnico que capacitara al intérprete para exigencias mayores.

Un arte para hombres

Al principio fue un arte de hombres, hasta que en el período romántico se otorgó rango de dominio absoluto a la bailarina, como una encarnación del afán de espiritualidad de ese tiempo. De esa época data la costumbre de pararse sobre las puntas de los pies que iniciara Marie Taglioni en La silfide (1832), una obra creada por su padre para ella. Se dice que fue también la primera en llevar una amplia y transparente falda blanca que le llegaba a los tobillos, y se convertiría así en el vestuario para las intérpretes al sustituir el pesado traje de la corte. Muchachas sencillas del campo por un lado, irreales criaturas de los bosques por otro, se impusieron en lugar de dioses y héroes clásicos del pasado. En el ballet, Italia y Francia ofrecieron aportes singulares: la primera, como cuna, la segunda como sede del desarrollo artístico de la manifestación. De ahí que el vocabulario técnico se formule hasta nuestros días en francés: pas de deux (paso a dos), grand pas (gran paso) ... y que los rangos se señalen en italiano, como prima ballerina assoluta (primera bailarina absoluta), por solo citar estos.

Dichas influencias se patentizaron cuando las miradas se desplazaron hacia la Rusia zarista, donde se creó otro centro de interés que recuperó el legado después de un período de decadencia. El francés Marius Petipá y el italiano Enrico Cecchetti fueron nombres claves en el nuevo desarrollo que entregó títulos monumentales como El lago de los cisnes y luego a una diáspora que regresaría al ballet, renovado, a su lugar de origen. Es menester referirse a la influencia de los ballets rusos de Diaghilev, quien aportó nuevos conceptos que llevaban intrínsecas las diferentes artes que se pusieron en acción en un espectáculo de este tipo. Figura cimera en el campo de la coreografía fue sin dudas Mijail Fokín, autor de Las sílfides, en un contexto que haría famosos los nombres de Nijinski y Karsavina, donde se equilibraba ya la importancia de mujeres y hombres como instrumentos de comunicación en el ballet.

Nace una nueva estrella
 
A las escuelas italiana, francesa, danesa, inglesa y rusa se sumaron nuevos centros y definiciones, entre los que se destaca, por supuesto, la pequeña Isla del Caribe, gracias a la labor fundacional emprendida por Alicia, Fernando y Alberto Alonso, los que en el tiempo han brindado su grano de arena para la creación de la escuela Cubana de Ballet. Ellos dieron aliento al germen existente que se multiplicó después del triunfo revolucionario, donde el ballet continúa más vivo que nunca para un público cada vez más amplio y culto, después de siglos de historia. Ese arte ofrece fértil terreno al trabajo de coreógrafos, diseñadores, bailarines, músicos, pintores y articula nuevos aportes en un producto que surge de la combinación de la danza, la poesía, la música, la pintura, el teatro… apoyado sobre el talento de todos. La historia la conocemos, vibra sobre las escenas cubanas e internacionales, y por estos días resuena con mayor fuerza multiplicada en Danza.
 
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Los días de la Danza

La Gala de apertura de la fiesta de Los días de la danza abrirá sus acciones este 24 de abril en el teatro Mella con el Ballet Nacional de Cuba. Ese día será el estreno de Caleidos, una nueva coreografía creada por Alicia Alonso de corte neoclásico, en el que los colores, las luces y la composición de las formas desempeñan los roles protagónicos. La pieza utiliza la música del francés Saint-Saens, y los diseños de vestuario y luces corresponden, respectivamente a Frank Álvarez y Pedro Benítez. Asimismo se bailarán en esa jornada otros trabajos de Alicia: Umbral, y A la luz de tus canciones, junto con los pas de deux El corsario y El desequilibrio.

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