Por: Roberto A. Valenciano Capín
Con el acierto de ser un buen acercamiento para el público a la obra de Wolfang Amadeus Mozart y por consecuencia la intención de atraer nuevos públicos al hecho operístico, se realizó con mucho acierto la puesta en escena de la multiconocida ópera "La flauta Mágica" de Wolfang Amadeus Mozart por la Orquesta Sinfónica Universitaria bajo la batuta del Mtro. Alfredo Ibarra y la Compañía de Ópera de México bajo la dirección general de Alejandro Rodríguez Torres.
Con el acierto de ser un buen acercamiento para el público a la obra de Wolfang Amadeus Mozart y por consecuencia la intención de atraer nuevos públicos al hecho operístico, se realizó con mucho acierto la puesta en escena de la multiconocida ópera "La flauta Mágica" de Wolfang Amadeus Mozart por la Orquesta Sinfónica Universitaria bajo la batuta del Mtro. Alfredo Ibarra y la Compañía de Ópera de México bajo la dirección general de Alejandro Rodríguez Torres.
Es importante destacar que no se aplica en toda la extensión de la palabra: Mucho ruido y pocas nueces a pesar de ser el primer trabajo de producción de estas dimensiones, por cierto fue resuelta de una forma convincente por el Departamento de Difusión Cultural de la U.A.S.L.P., y dicha institución privada como es la Compañía de Ópera de México, al tener como escenario el Centro Cultural Universitario Bicentenario (CC200)
Aunado a la probidad de la misma, al ser ponderado en el escenario el entusiasmo, la calidad y el ser incluyentes en cuanto a la participación y reconocimiento de las capacidades tanto vocales como histriónicas en cuanto a los papeles desarrollados por esta camada de cantantes potosinos, como lo fue de: Liliana del Conde, Víctor Hernández, Gilda Bernal, Beatriz Montaño, Cynthia Irurzo y José Manuel González, así como Mayra Palacios, Cecilia Ayala e Irene Martínez.
Una flauta mágica que desde la misma obertura con sus bemoles llevó al espectador a ser parte de este cuento que es sustentado sobre las primicias de la belleza, la sabiduría y el amor. En donde el príncipe Tamino es perseguido por una serpiente gigante, se adentra en el bosque tratando de huir, pero ha entrado en el reino de la reina de la Noche sin saberlo. Allí llegará a un acuerdo con la reina tendente a conseguir la mano de su hija a cambio de que la libere del secuestro en la que la tiene sometida Sarastro. Tamino, acompañado del pajarero se dispondrá a salvar a su amada, sin embargo una vez llegado al reino de Sarastro, se da cuenta que la realidad es otra y decide quedarse allí al lado de su amada y lejos de la reina. Para quedarse y pertenecer al templo de los sabios, habrá de pasar una serie de pruebas que logrará superar. Finalmente los dos amantes se unirán para siempre mientras que su malvada madre será derrotada definitivamente.
Aun así, se tiene el acierto de volverse una obra fluida, en momentos con estos detonantes gráciles e indudablemente enamorarte con estas bellas arias, aunado al preciso despliegue escénico que nos remonta tanto a esta parte del camino entre los restos de un palacio, como de una atribulada recamara real en donde se encuentra recluida Pamina, ante un despliegue de este soberbio recinto religioso y una alquimia de estas dos últimos.
Se destacan por su talante musical, gracias a depurada técnica, aunado a una buena proyección vocal, buen fraseo y una proyección escénica, indudablemente sobresale el bajo Charles Oppenheim quien le dio vida a Sarastro, la soprano potosina Liliana del Conde quien le dio vida a la Reina de la Noche, una grácil y divertida Papagena, interpretada Mónica Campos, así como una respetable presencia como el príncipe Tamino, interpretado por Víctor Hernández, lo cual no sucedió por su trascendencia misma en esta ópera el personaje de la princesa Pamina por Pilar Flores, denotándose vocalmente como desangelada escénicamente.
Eso sí, es de destacar el trabajo vocal, sostenido, bien ensamblado y coherente en escena, aunado a una técnica impecable de las tres damas: Gilda Bernal, Beatriz Montaño, Cynthia Irurzo , así como también de los coros integrados por "Virtus Ensamble Vocal" , "Vocalise Universitario " y " Voces Baumhaus" bajo la dirección del Mtro. Luis Gabriel Salazar; un discreto y una diligente intervención de José Manuel González como el orador. No así sucedió al quitarle todo este plus a estas voces blancas de los guardias, al ser cantadas y sin esta gracia por adultos, al recaer en las voces de: Mayra Palacios, Cecilia Ayala e Irene Martínez.
Además de una de las constantes, como fue el problema de la sonorización que privo en muchas de las ocasiones de escuchar plenamente las voces, aunado a tener como soporte la proyección delos diálogos sobre una pantalla, para brindarle al público esta conexión con lo que ocurría en el escenario.
Por su parte salió bien librada la parte orquestante a pesar de saberse de estar siempre bajo esta premisa de formativa
Una puesta en escena que recibió la aprobación de un público que se dio en muy buena convocatoria a este espacio cultural universitario.
Una puesta en escena que recibió la aprobación de un público que se dio en muy buena convocatoria a este espacio cultural universitario.
Postdata: Es de saberse que este montaje operístico contrajo no solamente beneficio no solo de la comunidad universitaria y la comunidad potosina, sino también para el Mtro. Alejandro Rodríguez Torres, al ser el examen final de su maestría en canto por parte de la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de México.
Una noche que indudablemente las fuerzas del bien triunfan sobre el mal, además de dar visos de lo que parece ser un paso sostenido dentro de los proyectos planteados por esta institución universitaria en cuanto a la cuestión cultural.
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