Por: Ángel Vargas
La compleja y controvertida figura de Pancho Villa ha sido motivo de una historiografía muy rica, aunque más en términos literarios que históricos, según el historiador Javier Garciadiego, quien consideró que, por alguna razón, lo conocemos más a través de escritores como Martín Luis Guzmán, Nellie Campobello o Rafael F. Muñoz.
También ha generado una historiografía muy partidista, muy visceral, digamos las obras de Celia Herrera; por otro lado, una literatura muy simpatizante, muy proclive a él, como podrían ser las obras de Alberto Calzadíaz, sostuvo el especialista en el tema de la Revolución Mexicana en la conferencia Pancho Villa: Más historia y menos leyenda, realizada de manera virtual el jueves pasado.
En términos más rigurosos, más historiográficos, destacó como un parteaguas la biografía hecha por Friedrich Katz, si bien, ni por el hecho de que haya sido su alumno, consideró que esa obra cerró la historiografía villista.
Después de ella, se pueden y se han hecho grandes aportaciones. Por ejemplo, están las obras de Paco Ignacio Taibo II, Pedro Salmerón, Guadalupe Villa y Pedro Siller. En fin, hay todavía una historiografía villista que puede aportarnos muchos elementos. La cosa es estudiarlo sin esa pasión desmedida, sino desde una perspectiva más académica, más rigurosa, más analítica. Ésa es la recomendación que haría.
Consideró que habrá pocos avances, si se continúa con la tendencia de obras antivillistas o las que simpatizan con él, y destacó que hay una aportación reciente muy valiosa: He leído dos libros en las semanas recientes de Reidezel Mendoza: uno sobre el asesinato de Villa y otro sobre sus crímenes. Se carga mucho en hacer la página roja del villismo y no contempla la parte del revolucionario significativo. En fin, no hay obra historiográfica perfecta, ni la de Katz.
Respecto de la biografía de Taibo II, opinó que es un libro partidario del revolucionario y que, a diferencia de la de Katz, vuelve a recuperar algunas fuentes proclives a la leyenda y al mito, fuentes más bien literarias; pero, sin lugar a dudas, es un libro importante y que se lee muy bien. Se tiene que leer para entender a Villa.
Javier Garciadiego se refirió también a las historiografías recientes que postulan algunos investigadores sobre que Villa y Zapata podrían haber ganado la guerra en 1915, y aclaró que esa postura fue propuesta, de una u otra manera, por Katz.
En sus últimos capítulos nos presenta una ucronía al preguntar qué hubiera pasado si el ejército villista triunfa en 1915. Mi argumento es, creo, contundente: Villa no ganó los combates de 1915 porque no los podía ganar, y no podía hacerlo por elementos políticos, militares, económicos, sociales, de proyecto, por su regionalismo. El mayor daño que se puede hacer al análisis histórico es recaer en la ucronía; esto es, en el qué hubiera pasado. La historia tiene que analizar lo que fue, no lo que pudo haber sido.
Precisó, además, que es muy difícil conocer los planteamientos ideológicos de Villa, toda vez que no dejó programas, ni redactó planes, a diferencia del zapatismo.
“Están las reformas de la Convención de principios de 1916, pero fue redactado básicamente por zapatistas, ya los villistas estaban muy lejos de esos debates. En síntesis, es muy difícil analizar la ideología de un grupo que no dejó documentos suficientes”, sostuvo.
Tenemos que hacer lo que hizo Katz y lo que proponen otros historiadores, como Pedro Salmerón: analizar las decisiones sociales que asumió el gobierno de Villa durante el tiempo que ocupó Chihuahua.
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