Por: Roberto A. Valenciano Capín
Sin lugar un gran aliento es el ser testigo de la preocupación de presentar obra original y a la vez ser parte de esta etapa fundamental como es la formación tanto como bailarín y aventurarse en la creación de Miguel Baltazar.
No queda duda, esta hambre de conocer más de lo que el movimiento es o puede ser al ser abordado en este trabajo coreográfico " Los viajes del abuelo" que se presentó en el Teatro del IMSS.
Una obra que se sustenta en rescatar esta tradición de las historias orales a través de este importante elemento familiar como es el abuelo, así como fomentar a crear a través del imaginario.
Al ser contada en siete cuadros que van desde que el nieto invita a sus amigos a jugar y les comienza a narrar las historias de su abuelo, para ir detonando en puntuales y divertidas escenas como: la vegetación de México, el juego y simulación de animales de corral, la simulación del tren en el cual viajaba con el abuelo, la amistad y el apoyo de los amigos, así como el baile de mascaras y el retorno de este viaje inicial.
Una obra que se sustenta en rescatar esta tradición de las historias orales a través de este importante elemento familiar como es el abuelo, así como fomentar a crear a través del imaginario.
Al ser contada en siete cuadros que van desde que el nieto invita a sus amigos a jugar y les comienza a narrar las historias de su abuelo, para ir detonando en puntuales y divertidas escenas como: la vegetación de México, el juego y simulación de animales de corral, la simulación del tren en el cual viajaba con el abuelo, la amistad y el apoyo de los amigos, así como el baile de mascaras y el retorno de este viaje inicial.
Y doblemente interesante se vuelve, al ser una pieza coreográfica plena de la energía propia de la infancia, la cual se manifiesta y la afronta en los cuerpos de sus bailarines, aunado a este despliegue del instante mágico, así como la capacidad de creer en lo fantástico y la explosión de la imaginación, para así motivar a una primera experiencia escénica a un público tan difícil de ser cautivado en el momento como es el infantil y también ante esta percepción de los adolescentes.
Al crear y proponerlo desde la trinchera a través de un congruente lenguaje dancísticos con movimientos fluidos, consistentes y coordinados en donde el ludismo lleva la mano a pesar de ser muy identificables cada pulsación de cada escena, así como destacar la puntual utilización de elementos como son las máscaras, el uso de refranes como puentes, este infalible diálogo a través del rescate de la música popular y tradicional mexicana.
Una obra que como público logra transportarnos en este viaje propuesto por este joven coreógrafo, en donde los recuerdos, anhelos al reafirmar lo que nos contaron alguna vez la gente mayor como se le conocía antes.
Una congruente travesía y a la vez sumamente disfrutable a pesar de la dificultad que conlleva transformar esta tradición oral en movimiento, el cual es bien resuelto.
Aunado a este permanente proceso de aprendizaje de quien afirma " Yo quiero ser un creador en potencia ", al detonar con acierto este iniciático proceso de creación de obra, a pesar de ya tener obra hecha: -En la caja me encontré-, a partir de la cual aborda con frugalidad a la creación de obras infantiles.
Participaron en este proyecto, los bailarines : Laura Pacheco, Alma Morelos, Natalie Rodríguez, Montserrat Chávez, Samantha Yáñez, Marco Soto y Miguel Baltazar.
Así como destacar ser este trabajo fue parte del proceso del examen profesional para recibirse como licenciado en danza contemporánea, perteneciente a la generación 2011- 2013, al tener como sinodales a los maestros: Fernando Escalante Guevara, Rebeca Quintanilla y Alejandro Alfaro Arcíbar.
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