lunes, 18 de mayo de 2020

Alejandro Barrañón: todo Beethoven para el retiro


Por: Fernando Figueroa

Alejandro Barrañón estudió piano en el Conservatorio Nacional de México, un curso de dos años en Viena, maestría en Cambridge y doctorado en Houston. Actualmente forma parte de los Concertistas de Bellas Artes y es bueno para el ping-pong.

¿Qué es el piano?.
Una de las grandes invenciones del ser humano.

—¿Cuántas horas ensaya al día?
Tres o cuatro, pero más joven eran seis o siete.

—Su papá fue maestro de latín y griego. ¿Cómo anda en etimologías?
Aprendí con él declinaciones, pero si viviera de seguro me reprobaba. 

—¿Cómo era el primer piano que tuvo en casa?
Un precioso piano vertical, alemán.

—¿Qué fue para usted la XELA? 
Una bendición. Gracias a esa estación conocí el repertorio mundial.

—¿A qué edad tocó por primera vez en público?
A los siete años, en una iglesita.

—Un concierto memorable como espectador.
Siendo niño escuché a Yehudi Menuhin, en el Centro Cultural Ollin Yoliztli. Inolvidable.

—¿Le hubiera gustado ser deportista?
Me gustan la natación y el ping-pong, pero no es para tanto.

—Una travesura como estudiante en el extranjero.
La verdad, fui muy aburrido.

—El mayor aprendizaje fuera de México.
Hay que renovarse o morir.

—Como doctor que es, ¿qué música recetaría contra la ansiedad por confinamiento?
Sí soy doctor… en corcheas. Hay suficiente tiempo para oír las obras completas de Beethoven y Liszt.



—¿Cuál es la pieza que más ha tocado durante su encierro?
Ya me aprendí la Sonata número 29, de Beethoven.

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