Por: Juan Carlos Talavera
La falta de recitales, conciertos y clases presenciales a causa de la pandemia, el flautista Horacio Franco (1963) ha transformado su departamento en salón de clases en línea, foro de ensayos y mesa de planeación.
Mientras sostiene el teléfono y piensa en el impacto de la pandemia en México, se acerca a la ventana y rellena un recipiente con alpiste para atraer al mayor número de aves que viven en los árboles de la zona. No es que Franco se haya convertido en coleccionista o que intente recrear una escena de El vendedor de aves, de Antonio Paoletti, sino que prepara un video para el portal de Daniel Goldin Halfon, exdirector de la Biblioteca Vasconcelos e impulsor del portal Jardín Lac Lectura, arte y conversación.
"Voy a hacer un video con música de aves para el maravilloso portal de Daniel. Así que estoy aquí, alimentando pájaros, para vengan y me canten y yo les cante. Voy a hacer un video sobre la relación de las aves con la música”, explica Franco a casi un año de que iniciara la pandemia en México y de que resultara contagiado en Estados Unidos.
Franco viajó a Nueva York el 22 de febrero de 2020 para dar recitales y clases magistrales. Entonces se hablaba poco de la pandemia. Su último concierto fue el 12 de marzo en el Lincoln Center, día en que se decretó la emergencia sanitaria y los teatros cerraron. La historia es conocida. Franco llegó a México un día después con cansancio y tos, pero el médico le recetó antibióticos. Seis días después, al no sentir mejoría, buscó otra opinión y fue hasta el 26 de marzo cuando supo que tenía covid-19 con una neumonía ligera. El artista permaneció aislado y semanas después se recuperó.
A un año de aquella experiencia, Franco reconoce que nada es igual.
"Todo ha cambiado, nuestra vida se modificó y en mucho tiempo no lo volveremos a ver el mundo como lo conocimos. Incluso después de la pandemia. Porque mucha gente ha muerto, muchos colegas y gente querida. Tú abres Facebook y es un obituario de tanta gente querida que muere”, lamenta el artista.
"Además, hay un cambio de paradigmas, de vida y en la forma de hacer arte y de hábitos, una concientización de muchas cosas. Fui de los primeros que enfermó y por fortuna no tuve secuelas, pero no ha sido el caso de amigos entrañables”.
¿Es un virus inexplicable? “El virus ha trastocado a mucha gente y a otra no. Obviamente hemos aprendido mucho de la enfermedad. Hoy vivimos una nueva realidad y sabemos que tenemos una cita personal, exclusiva e intransferible con el virus”.
"El virus nos ha cambiado, hemos aprendido a ahorrar, planear y valorar lo que teníamos. También hemos aprendido la enorme importancia de internet y de las redes sociales como parte fundamental de nuestro quehacer. Ya no se puede vivir sin internet”.
Además, cambió la percepción. “El disfrute de la vida se ha partido y se ocupa de sobrevivir. Ya no puedes salir (a espacios cerrados) porque podrías contagiarte y morir, no puedes abrazar a amigos porque también puedes morir. No puedes recibir a tu familia, a hijos o nietos, porque pueden contagiarte. Ahora se trata de cuidar la integridad y es duro”.
A estas alturas, Franco lamenta que se busquen culpables. “Porque todos hemos tenido bajas sensibles, han muerto muchos por descuido, por impulso o porque debieron ir a trabajar. México no es Nueva Zelanda, aunque incluso en países más ricos como España el impacto ha sido fuerte”.
Además, considera que la población adolescente de 14 a 16 años ha sido la más afectada. “Como adultos ya vivimos, viajamos, destrozamos e hicimos el amor, pero a los adolescentes se les ha truncado buena parte de su experiencia y también es doloroso”.Franco vuelve a la ventana y escucha las aves. Por ahora no tiene conciertos agendados, así que alista sus clases en línea para el Conservatorio Nacional de Música y más tarde volverá a estudiar y a ensayar obras de J.S. Bach.
¿Es cansado estudiar en casa? “Sugiero que tengamos resiliencia, paciencia y disciplina, aunque ni muerto dejaré de estudiar y cuidarme. Mi salud física y mental es lo más importante y escríbelo así: ¡ni muerto dejaré de estudiar!”.
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