Por: Juan Carlos Talavera
El boom del exvoto mexicano arrancó a mediados del siglo XIX, etapa en que este arte se produjo de forma masiva hasta finales del siglo XX, en cuyas postrimerías también llega a su decadencia al ser casi obsoleto dentro de la práctica religiosa, dice a Excélsior Raúl Cano Monroy, autor del libro Por un favor recibido. Exvotos mexicanos, siglos XIX al XXI.
Sin embargo, a partir de finales del siglo XX y principios del XXI dicha representación se desligó de su motivación original, es decir, dejó de ser el pago de una manda, aunque conservó el formato decimonónico y su carácter popular, pero se transformó en un contenido transgresor que imita los relatos reales y con donantes ficticios, abunda el también historiador del arte.
Un exvoto, apunta, es una palabra que proviene del latín y que significa ofrenda que se da a los dioses como recuerdo por un favor recibido, tras superar “de forma milagrosa” algún problema de salud, accidentes, problemas rurales, despojos y agresiones. Al exvoto también se le conoce como retablo, ya que suele colocarse junto a una imagen de culto.
Cano enfocó su exploración en el siglo XIX, porque fue cuando se popularizó esta expresión votiva, debido al contexto de la Independencia, que coincidió con la extinción de los gremios y a la introducción de la lámina metálica como soporte.
“En el siglo XIX, los exvotos de gran formato, de 50 por 40 cm, fueron desplazados por los que se trabajaban sobre lámina de cobre o zinc. Al desaparecer los gremios quedó abierto el campo a los aficionados, quienes tenían cierta preparación y talento para el dibujo y empezaron a trabajar afuera de los lugares de peregrinación para plasmar los agradecimientos”, explica.
Sin embargo, recuerda que el exvoto cristiano viene desde la llegada de los españoles, en el siglo XVI, y se tiene el registro, gracias a la investigadora Elin Luque (1953-2018).
“Elin Luque era la máxima especialista en exvotos y fue quien hizo la aportación de ese exvoto del siglo XVII, que se encuentra en Santa María Tulantongo, en Texcoco, dedicado a la virgen del lugar, donde se puede ver que se trata de una pintura sobre tela, con su imagen devocional y la narración del suceso”.
En su libro, Cano Monroy también habla de los pintores retableros de los siglos XIX y XX que ha logrado ubicar. Por ejemplo, los del Divino Niño, dos exponentes activos a finales del siglo XIX en la región de Salvatierra, Guanajuato, dedicados en su mayoría al Divino Niño, entre 1870 y 1890, y el del Señor del Saucito, ubicado en los alrededores de la iglesia del mismo nombre, en San Luis Potosí con piezas que van de 1880 a 1915, caracterizadas por emplear el color azul oscuro.
Así como Luis Noriega, un artista avecindado en la Ciudad de México, activo entre 1945 y 1960, en la villa de Coyoacán, en la época en que Frida Kahlo se encontraba en plena actividad creativa, aunque no existe referencia de que haya tenido contacto con la artista o con Diego Rivera. Sin embargo, sus exvotos han sido ubicados en la Basílica de Guadalupe, el Santuario del Señor de Chalma y el del Sacromonte de Amecameca.
Miguel Juárez, un artista que residía en Guadalupe, Zacatecas, activo entre la década de los años 50 y 60 del siglo XX, y Vicente Barajas, un retablero famoso en El Bajío, radicado en el rancho La Barranca, en Guanajuato, aunque era solicitado para hacer encargos en Zacatecas, Querétaro, San Luis Potosí y Jalisco, entre los años 60 y 80 del siglo XX.
¿Cuántos retableros hay actualmente? “Cerca de 30, porque en el libro sólo están mencionados algunos”.
¿Qué observa en el exvoto contemporáneo? “Un rompimiento que se acentuó en la década de los años 80, aunque hay un antecedente de los años 50, con Jaime Zaldívar, quien se apropió de los exvotos y empleó cartelas burlescas, es decir, piezas con un carácter transgresor, donde la obra dejó de ser votiva y se convirtió en un fetiche o como pieza para el coleccionismo”.
¿Cuál es el futuro de estas piezas? “Se está abriendo, porque hoy el exvoto puede ser cualquier cosa, en particular sobre temas de diversidad sexual, lésbico-gay, transexual, de infidelidad y sobre el coronavirus, es decir, enfocados a temáticas transgresoras”.
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