domingo, 2 de julio de 2023

Imperio, un Maximiliano más humano



Por: Virginia Bautista 

El emperador Maximiliano de Habsburgo (1832-1867) aguarda el final en la celda de un convento de Querétaro. Como príncipe católico, reza a Dios, a la Virgen; revisa su vida y se arrepiente, pero juzga también a quienes lo traicionaron, lo engañaron y lo obligaron a embarcarse en la aventura que le costaría  la vida.

Ésta es la historia que recrea el escritor Héctor Zagal en su novela Imperio (2012), en la que reconstruye los momentos finales del Segundo Imperio mexicano (1863-1867), la cual fue adaptada al teatro hace diez años por el director escénico Rodrigo González y continúa en cartelera con éxito.

Hoy, a las 19:00 horas,  la actriz Julieta Egurrola y el director teatral Enrique Singer develarán la placa conmemorativa en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, el escenario ideal donde la Infinita Compañía ha representado este monólogo.

"La adaptación fue relativamente fácil, pues Héctor escribe muy bien, fácil y de manera agradable. Pero lo difícil fue condensar toda la información en una sola hora, sin que perdiera su esencia; que tuviera su propio arco dramático, que es distinto al de la novela”, comenta González en entrevista con Excélsior.

"Al principio pensé que con 13 actores sería suficiente. Después decidí que fueran ocho. Pero al final supe que Maximiliano solo era más contundente, que tenía más voz estando encerrado en su celda. Opté mejor porque sus interlocutores fueran las cartas que recibe.

"Esta decisión fue muy afortunada, pues hizo más sencilla la puesta en escena, más focal, él con su propia voz. Era más contundente verlo transitar por distintos estados anímicos, por su enfermedad, el impacto de las cartas que recibe, tanto de su esposa Carlota y de su madre, como de sus colaboradores”, explica el director.

Destaca que recrea los últimos tres días de la vida del emperador antes de ser fusilado. “Cuento qué estaría pensando antes de morir, basado en los datos históricos que se conocen. Y la obra termina con las palabras que efectivamente dijo Maximiliano. Es como evocar su propia voz, es fuerte e impactante”, agrega.

"Es interesante desempolvar a estos personajes y darles voz para conocer su punto de vista. Aquí no es cuestión de buenos y malos, sino de seres humanos en un contexto histórico específico y con una carga personal. Lo que los llevó a tomar ciertas decisiones, algunas acertadas, otras no, qué pasa por su vida política y personal”, añade.

El creador confiesa que quiso presentar a las nuevas generaciones de mexicanos a un Maximiliano más humano y desmitificar la imagen plana que la historia oficial enseña: el invasor francés que llegó a México y que, afortunadamente, fue fusilado por el entonces presidente Benito Juárez.

"No es tan plano. Él amaba a México, tenía otra visión. Aprendió náhuatl al llegar al país, se vistió de chinaco, se quiso empapar de la cultura; él buscaba leyes que favorecieran a los indígenas, abolió la esclavitud; creó la Escuela de Sordomudos, que después inauguró Juárez, y el Conservatorio de Música, dirigido por Franz Liszt, aunque no llegó a México. El primer pino de Navidad que se pone en México es en el Castillo de Chapultepec”, señala.

González considera que fue vital que Imperio se haya escenificado en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, donde vivió el emperador y lo remodeló a su gusto. “Es un marco natural. Las gestiones fueron muy complicadas, complejas, y lo siguen siendo, porque la burocracia es fuerte. Pero una vez logrado, impacta mucho estar en el lugar donde él vivió; se siente una gran carga energética”.

Quien califica esta aventura de diez años como “fascinante”, indica que ha trabajado de cerca con Zagal, quien estuvo de acuerdo con la adaptación. Menciona que tres actores han dado vida a Maximiliano a lo largo de esta década: Ricardo Kleinbaum, Felipe Nájera y, desde hace seis años, Ernesto Godoy, quien “ya se ha dejado la barba de manera natural”.

Dice que le gustaría retomar las giras por los diversos estados del país para continuar esa invitación, a través de la obra, de que la gente reflexione y deje de pensar que existe una sola versión de los sucesos.

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