sábado, 30 de septiembre de 2023

Guillermo Ceniceros: paisajista de juegos cromáticos

La muestra Invocación al equilibrio, que se presenta en el Palacio de Minería, reúne 200 obras creadas por el artista duranguense entre 1992 y 2020


Por: Juan Carlos Talavera 

El trabajo creativo del artista plástico Guillermo Ceniceros (Durango, 1939), quien fuera alumno de David Alfaro Siqueiros, se apoya sobre tres columnas temáticas: la mujer, el paisaje y la experimentación pictórica, a partir de las cuales explora el instante poético del color y la forma, del movimiento y un juego infinito con la geometría y la abstracción.

Así lo revela la muestra Invocación al equilibrio que se inaugura en Palacio de Minería, integrada por 200 obras del artista duranguense, conocido por colaborar en el Polyforum Cultural Siqueiros y por realizar dos murales en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México y que hoy son icónicos: El perfil del tiempo, plasmado en la estación Copilco; y Del códice al mural, en la estación Tacubaya, de los cuales también se integran algunos fragmentos reproducidos.

"Es muy difícil ver la poesía en un cuadro, pero el espectador ahí tiene la palabra y puede decirnos si alguno le parece poético y es cuando el pintor puede sentirse contento. El autor no puede indicarnos qué es lo poético de una pieza, aquí lo importante es que el espectador descubra la poesía en la pintura”, afirmó Ceniceros.

Además, destacó que este conjunto de obras reúne 30 años de su labor artística, de 1992 a 2020, que profundiza en su vínculo con el realismo y la abstracción. “En su momento, esas dos fueron las tendencias abordadas por curiosos, estudiosos, críticos y pintores, lo cual nos llevó a tomar buenas decisiones”.

En su caso, dijo, “escogí el fusionar las dos tendencias, es decir, utilizar la pintura que hacían los de la generación de La Ruptura, con la abstracción –que, en realidad, es el análisis de la geometría– y lo que busqué fue combinar la enseñanza de los abstractos y aplicarla como base para hacer el realismo”.

Y a esta idea se sumaron los preceptos de textura, luz, color y dinámica. “Yo veía que algunos (creadores) despreciaban la posibilidad del realismo y casi religiosamente se dedicaron a la abstracción. Me parece que fue un acierto combinar la abstracción y el realismo, porque de esa manera trabajé más a gusto, con un lenguaje que se adaptaba muy bien para los propósitos de un realismo un poco diferente”, apuntó.

Ceniceros también recordó con emoción la colaboración que sostuvo con Siqueiros y la definió como un proceso de aprendizaje indescriptible e irrepetible. “Aquella sucesión de experiencias con el maestro Siqueiros fue interesantísima, con el uso de la geometría, la manufactura de herramientas y con los compases gigantescos, que se usaban en un trabajo de esa naturaleza. Fue una sucesión de enseñanzas que después cada quien llevó por su lado, las modificó, amplió, mejoró o fue punto de partida para quienes trabajamos (con Siqueiros) y, a partir de ahí, elegir nuestro camino”, recordó.

Durante un recorrido por la muestra, el muralista también destacó la importancia del elemento intuitivo para crear. “La intuición es muy importante. Albert Einstein confiaba en ese don sagrado, que todos tenemos, y que en algunas ocasiones conviene hacer uso en los cuadros de caballete, apoyados por la geometría”.

Además, refirió una caricatura donde plasmó su versión de los cuatro grandes muralistas mexicanos. “El lenguaje de la pintura se relaciona con otros elementos, como con la caricatura, y en este caso plasmé a Diego Rivera, Rufino Tamayo, José Clemente Orozco y Siqueiros, cada uno con un lenguaje diferente.

Por ejemplo, a Diego, que le decían que era una rana, lo dibujé con unas formas redondas y le puse una ranita por aquí; a Orozco (de semblante cuadrado) le puse un puercoespín, porque era muy rabioso y enojón; a Tamayo no le puse nada, pero él es asociado a los dulces mexicanos y a las frutas, por la variedad de colores que logró en su paleta; mientras que Siqueiros, me pareció que el lenguaje de su pintura se asemejaba a las líneas de su peinado”, describió.

Finalmente, Rodolfo Rivera, museógrafo y curador de la muestra, definió a Ceniceros como uno de los 50 genios del arte mexicano actual y destacó la profundidad de sus piezas, la presencia fundamental de la mujer, que hoy es un tema de carácter universal, así como su actividad prolífica.

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