El ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum) es una criatura fuera de lo común. En términos culturales, se le asoció en la época prehispánica con Xólolt, dios del fuego y el rayo, quien, según el mito, para evitar ser sacrificado, tomó la forma de ese extraordinario anfibio y se arrojó al agua, donde fue hallado y se le dio muerte.
Para la ciencia de nuestro tiempo, no deja de ser una especie impresionante y motivo de estudio por la capacidad que tiene de regenerar sus miembros perdidos e, incluso, parte del cerebro y el corazón, así como por mantenerse joven toda su vida, que en cautiverio puede rebasar 20 años.
Denominado monstruo de agua por los antiguos mexicas, entre los cuales era muy apreciado por su carne y su uso como remedio medicinal, ahora es el protagonista de la obra Ayólotl, corazón de agua, que se presenta los sábados y domingos de mayo a las 13 horas en el Teatro del Pueblo (República de Venezuela 72, Centro Histórico).
Este montaje de Astillero Teatro –compañía especializada desde hace casi 25 años en títeres para jóvenes audiencias– plantea una reflexión desde las artes escénicas, y a partir de la ciencia, sobre el peligro crítico de extinción en el que se encuentra esa especie endémica de los lagos del Valle de México que sobrevive en el lago de Xochimilco.
Propuesta interdisciplinaria
Escrita y dirigida por Oswaldo Valdovinos, se trata de una propuesta orientada al público infantil, cuyo objetivo es fomentar conciencia sobre la importancia del patrimonio biocultural y su cuidado, así como de la conservación y uso sustentable de la biodiversidad de la zona chinampera de Xochimilco.
Su origen se remonta a 2019 como parte del proyecto Vocaciones Científicas, realizado con la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas (UPIICSA) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la colaboración de la Cooperativa Cultural Chinampayolo y la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
El IPN nos pidió abordar varios temas dirigidos a las infancias, como la urbanización, el uso excesivo de pesticidas, la preservación del medio ambiente y el turismo nocivo. En vez de presentar esas problemáticas de manera aislada, decidimos que se vieran reflejadas o tuvieran una repercusión en una de las especies endémicas de esta ciudad, explica Valdovinos.
Optamos por los ajolotes porque, si bien hay muchas otras especies que igualmente se ven afectadas por esos problemas, nos pareció que eran los más reconocibles por los niños.
La obra tiene como punto de partida la técnica de teatro documental, a partir de la cual se emprendieron una investigación bibliográfica y entrevistas con expertos, además de recopilar testimonios entre los integrantes de la cooperativa Chinampayolo acerca de lo principales problemas que enfrenta la zona chinampera de la capital mexicana.
En vez de presentar datos duros y estadísticas, tradujimos la información a un lenguaje accesible para los niños. Evitamos el tono didáctico, acerca de plantear si está bien lo que sucede, refirió el creador escénico.
Nuestros montajes cuidan ese aspecto. Más bien, es una obra expositiva, porque en Astillero Teatro confiamos y apelamos a la inteligencia de los niños, pero también a su sensibilidad, para que ellos sean los que saquen sus conclusiones de acuerdo con la experiencia que tengan según su edad.
Mediante el empleo de títeres de mesa con manipulación directa y títeres-objeto, la historia de Ayólotl, corazón de agua tiene como eje a los ajolotes y el peligro de extinción en el que se encuentran por el daño a su entorno a causa de la intervención humana.
Un asomo de esperanza
La especie, señala el director, es importante no sólo para la biodiversidad del lugar, al ser un indicador del equilibrio natural de la zona chinampera, sino también en el ámbito cultural, porque la cosmovisión de los pobladores prehispánicos afirma que cuando los ajolotes desaparezcan, el ser humano también lo hará.
En el montaje, lo que alguna vez fueron aguas limpias, hoy se trastocan por la llegada de máquinas-monstruos que derriban todo a su paso, por casas-bestias que pisotean el entorno y vomitan basura y aguas negras, por trajineras alcohólicas que ensucian los canales y por un monstruo-fumigador que amenaza con exterminar todo ser vivo.
A pesar del panorama sombrío, ésta no es una puesta amarillista ni alarmista, al conllevar esperanza mediante la mirada inocente de una niña, Xóchitl, quien plantea opciones para contrarrestar los actos destructivos del ser humano.
El precio del boleto en taquilla es de 138 pesos; en Ticketmaster están al dos por uno. Al llegar a taquilla con la frase: cuando los ajolotes se extingan, nosotros también, el costo será de 38 pesos.
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