martes, 4 de junio de 2024

Redición de Lecturas Clásicas para Niños "revalora el talento de sus ilustradores

Cromo del artista Roberto Montenegro que ilustra 'La leyenda de Buda'. Foto cortesía de Alias Editorial

    


Por: Reyes Martínez Torrijos

La redición de la colección Lecturas Clásicas para Niños recupera, a un siglo de su edición original, el espíritu y talento de los ilustradores, de los literatos que hicieron las adaptaciones de los cuentos o las historias mitológicas, reconoce su valor artístico y hace una revisión histórica, explico Damián Ortega, director de Alias Editorial, sello encargado de la nueva versión del documento.

El también artista comentó a La Jornada que se retoma el proyecto cultural del intelectual José Vasconcelos para conocer en qué condiciones se dieron estos libros, quién los hizo y cuáles eran sus motivaciones y cuestionarlas: abrir un debate que la luz del tiempo nos da para analizar las cosas y debatirlas.

El título, dividido en ocho cuadernillos, estará disponible la segunda semana de junio en los puntos de venta de Educal, el Fondo de Cultura Económica, librerías comerciales y museos. Ortega mencionó que el ejemplar tendrá el precio más bajo que permita el coste de producción. No salió tan barato como hubiera querido, porque incluye ocho fascículos; no hay presupuesto estatal, sino la idea de autogestión para producir el próximo libro.

Añadió que “no es muy para niños; es bastante intelectual. Imagínate a Novo y a Villaurrutia. Es para grandes que fueron niños una vez, como dice El principito. Para mí, era una forma de abrir la imaginación y la relación con el mundo, con la narración. Es una colección quizá caprichosa, pero también una joya siempre interesante de mantener viva”.


Proyecto didáctico

El editor reconoció que la serie es excéntrica en el proyecto de Alias, que siempre se ha enfocado en artistas con cierta marginalidad; “al contrario, este fue un libro extraordinariamente impulsado por el gobierno de entonces, que formaba un proyecto didáctico para todo el país y para los estudiantes que aprendieron a leer con este libro.

Valoro muchísimo, en lo personal, a los dos ilustradores, que son tan potentes y elegantes, tan fina su línea y su forma de ilustrar, que me parecía importante rescatarlos: Roberto Montenegro y Gabriel Fernández Ledesma. Les dimos un reconocimiento mucho más enfático.

Damián Ortega sostuvo que es importante la voluntad de unidad después de la Revolución en un México separado por muchas fuerzas y el afán unificador y didáctico del gobierno. Es interesante que eso sea lo que se critica del libro.

Para él, la labor de la editorial es presentar fenómenos que generen discusión y análisis, más que una lectura única. Son muchos elementos que hay que analizar, porque realmente fue un momento de fundación del país como lo conocemos ahora.

Añadió que quizás el libro, que dividió en cuadernillos, funciona para hablar de la necesidad de reconocer la diversidad cultural y de que la educación no es sólo para niños, sino para niños y niñas, y empezar a mirar muchas cosas que no se concebían entonces.

Ortega mencionó que este título se complementa muy bien con el que aborda el dibujo erótico del cineasta Sergei Eisenstein y el que se refiere a seis mapas monumentales de Miguel Covarrubias. “Es importante poner sobre la mesa qué ha sucedido, bueno o malo, y simplemente tener las herramientas para que cualquier lector los identifique, los lea, los admire, los odie, los cuestione y se haga una efervescencia para el futuro.

“Es un libro precioso, muy estimulante, que abre mundos, conocimientos y miles de anécdotas de formas de pensar el mundo, desde Dostoievki hasta el Popol Vuh, o de Shakespeare y El Quijote, una forma de entrar a una literatura universal, que es siempre emocionante. Es una urgencia que siempre estará viva.”

Ortega comentó que el texto no contemplaba África. Sería interesante traer una nueva compilación feminista, una africana, otra sobre literatura de derechos humanos; entender cómo se dividen las regiones en este momento, que no son quizá sobre continentes sino a partir de grupos sociales.

En torno a su texto, el artista sostuvo que, además de dividirlo en cuadernillos y poner color a las portadas, se hizo el juego tipográfico que agrega a la palabra niños una a para hacerla un poco más inclusiva, así como las secciones de viñetas a color interactivas, que están en un pliego aparte para que se puedan recortar y pegar.

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