viernes, 1 de agosto de 2014

Lo perenne en crear danza: Barro Rojo en el Lila López



In memoriam de Aurora Agüeria y Eduardo López Lemus
Por: Roberto A. Valenciano Capín

Después de una ausencia de dos años, llegan para exponer su propuesta dancística una de las compañías más queridas en esta fiesta de la danza como es Barro Rojo Arte Escénico en esta XXXIV edición del Festival de danza Contemporánea Lila López.

Un Teatro de la Paz desde temprana hora fue abarrotado por un público que agradece y reconoce la trayectoria de esta decana compañía quien ofreció un programa integrado por tres trabajos coreográficos bajo el título de "Encuentro" .
 
Sin lugar a duda una constante de esta compañía  fundada en 1982 en la Universidad Autónoma de Guerrero que cumple 33 años de hacer danza, es conjurarla,  trastocarse  o más bien hurgar en las posibilidades de esta introspección y reflexión en torno a las ideas e historias contadas con el cuerpo y el permanente contacto con su público. 
 
Un programa que aborda el devenir de la identidad desde perspectivas personales, gracias a las puntuales reflexiones de los intérpretes sobre las relaciones de unos con los otros, siendo vistas también desde esta  perspectiva del amor.
 
Así como queda demostrado un trabajo escénico bajo la esencia creativa de una madurez y con gran oficio coreográfico, a pesar de algunas incidencias en escena que los bailarines sacaron avante de forma profesional y de esta manera sacar la casta de la compañía.


Una primera obra “Largo Amanecer” creada por Laura Rocha que dan la bienvenida a esta noche plena de danza.
 
Una pieza coreográfica que aborda las relaciones de pareja a través de los anhelos más profundos a las que se enfrentan. En una primera lectura se detenta un estilo muy depurado para contar historias a través del cuerpo, gracias al sustento del  experimentado devenir creativo de Rocha, así como remitirnos a estas puntuales pinceladas de obras creadas por la también directora de esta agrupación dancística.  

Para sin más volverse esa infalible invitación inicial de ver una imagen de los pies de los bailarines para ser el pretexto para llevar al espectador por un espacio donde el cuerpo sigue siendo ese principal elemento detonador.


Ser complementado por una poética muy depurada y cuidada que converge en la construcción de escenas muy metafórica, con una sensibilidad y sutileza poética, teniendo como  símbolos la manzana y la cama, representación de su propia profundidad, a pesar de una estructura coreográfica bien delineada y articulada, siempre respaldada a este viaje onírico a través de este danzar de tintes contemporáneos propuesta por esta decana compañía.

Así como dar cuenta de una iluminación que resulta sobria, permite la concentración visual en el cuerpo y el movimiento. Delimita y subraya espacios. Crea atmósferas dramáticas sin saturar la plástica de la pieza.

La segunda obra es "consecuencia" del coreógrafo Víctor Ruiz. Una obra prístina y de gran belleza visual, en donde bajo acciones detonantes entretejidas en una trama cobijadas por  la fugacidad que se hace presente en la vida misma, en donde se experimenta la alegría del encuentro así como la tristeza del alejamiento premeditado y sin más llevarnos  a este ritmo que invita a permanecer expectante y preguntarse qué va a suceder después.

Da cuenta que no es necesario de grandilocuencia para crear un texto escénico de ideas que capture al espectador, sino mas bien confirma esta fidelidad a sus intereses estéticos y son plasmados con tal contundencia.

Para cerrar este encuentro con la obra " paisaje interior" de Laura Rocha y Francisco Illescas, una pieza totalmente lúdica en donde es planteada esta conversación muy plena, directa  y en momentos emotiva que converge en una fiesta, al ser sustentada desde esta perspectiva de los vericuetos, situaciones que se dan ante este hecho social, a partir de una tónica intimista y cotidiana en un primer momento, para luego dirigirse hacia problemáticas suscitadas colectivamente, sustentada en una narrativa de movimiento, fluida,  dinámica, explosiva pero siempre con el temple de la cadencia y  el  timming demarcado por los trazos de las historias que van dándole sentido y coherencia a este planteamiento coreográfico.


A partir de un sofá blanco, funciona como elemento de encuentro, de descanso, siete bailarines muestran la forma en que los sueños se desbordan, se colapsan pero nuevamente proseguir su ciclo.

Por cierto,  ha sido una de las compañías más aplaudidas y vitoreadas por el público asistente, al hacerlo cambiar varias veces su posición en este mueble blanco y de esta manera confirmar y agradecer de la vigencia de Barro Rojo al Festival que creó la Mtra. Lila López, gracias al cual les permitió crecer a la par del mismo y ser parte nuevamente de esta fiesta de la danza.

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