Por: Estephani Granda Lamadrid
El periodismo cultural en México no existe. "Desgraciadamente los periódicos se han vuelto un escaparate para los partidos, las instituciones gubernamentales y los boletines", afirma en entrevista Andrés Cisneros de la Cruz, editor de Verso Destierro ex colaborador de El Universal, Bucareli 8 y Chilango, entre otros, al referirse a dos pifias cometidas por el periódico La Jornada y El Financiero, este pasado fin de semana.
"Los llamados periodistas culturales se limitan a copiar boletines de prensa de las instituciones culturales del Estado, a promover los círculos cercanos a sus personas, o en algunos casos autopromoverse como creadores", abundó el editor de Verso Destierro.
Lo que pareciera ser un espacio para el periodismo responsable, como en El Reforma, El Universal, Excélsior, o incluso, el "más radical", La Jornada, sus "reporteros" no tienen la mínima profesionalización, el reportaje cultural es nulo y se limitan a copiar información, llanamente asistir a los cocteles de las conferencias de prensa, o en otros casos, hacer síntesis de baja calidad sobre obras, exposiciones y revisiones con nula investigación de campo.
"Salvo algunas excepciones, que se acercan más a lo urbano que a lo artístico, no se genera información derivada de investigaciones, pues se conforman con información de primera mano que 'llega a ellos', la cual promueven por intereses particulares o por los de la institución periodística misma", argumenta Cisneros.
El fenómeno es más complejo que la falta de profesionalismo en estos reporteros de ocasión. Los suplementos culturales más famosos de México en décadas pasadas se mueven en torno a cierto grupo de autores relacionados con ciertas esferas del poder e intereses específicos, y su modo de selección para determinar lo que se publicará es la condición de "si genera un capital político" en su favor. De no ser así, pierde "la importancia" requerida y es descartado para mencionarse.
Incluso los medios de "izquierda" se han tornado sectarios obedeciendo únicamente a su interés de grupo, en lo que responde a lo político-ideológico, dejando así fuera de foco el ser "periódicos", para volverse "escaparates de publicidad", donde una mención mínima también puede cobrarse de diversos modos.
El movimiento de la poesía independiente en México
Desde la trinchera de lo independiente en México, la cual puede decirse ha tomado la delantera en lo que respecta a la promoción cultural, ha entrado en un estrecho y monopolizado margen de mediatización masiva por parte de los medios impresos de difusión radiofónica y televisiva, de por sí escasos para la cultura, y más aún para la poesía.
Sin embargo, sea la sensación de "empoderamiento" que da publicar en los medios "masivos", o la simple irresponsabilidad o desconocimiento del oficio, hace que los reporteros de estos medios comentan errores que cualquier estudiante de Comunicación podría conocer en un su primer año de periodismo. Y para muestra un botón:
El sábado 2 de agosto, salió publicado en el periódico La Jornada, en la página 6, la nota redactada por Fabiola Palapa Quijas, sobre la presentación del más reciente libro de Enrique González Rojo Arthur, "Trincheras", donde pese a apuntar los comentarios de los ponentes, hace omisión del crédito de los editores, en este caso la Editorial Verso Destierro, así como del contexto en el cual se generó la presentación, la cual José María Espinasa, esclareció al dar la bienvenida al evento: "En el marco del Festival de Verso Destierro y su aniversario número doce, nos da gusto albergar la presentación del maestro González Rojo en la clausura de dicho evento".
Contradictorio al contexto de izquierda, el trabajo independiente de esta edición que no fue pagada por ninguna institución, dato de la congruencia del maestro Enrique González Rojo Arthur al publicar en una editorial de estas características, quedó fuera de cuadro. Lo más simple que un reportero, reseñista o común lector sabe, es que se debe anotar la bibliografía cuando se habla de un libro y por omisión de esta información la nota da mucho qué desear
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