El documentalista Claudio Isaac. Foto: Luis Enrique Olivares
Por: Juan Carlos Talavera
Jaime Sabines (1926-1999) es un fenómeno atípico de la escena literaria, un poeta conectado con una tradición muy añeja que es la de los clásicos del siglo de oro español, con la Biblia y con la tradición oral árabe, aseguró el documentalista Claudio Isaac, quien presenta el filme Sin dios y sin diablo. Jaime Sabines y sus lectores, donde retrata al poeta y a sus lectores y celebra siete décadas de la publicación del poema, incluido en el poemario Horal, bajo sello Joaquín Mortiz.
Sabines tenía la calidad de un poeta viejo con una gran tradición a cuestas. Fue un místico de la poesía, no como figura literaria, sino como hombre conectado oscuramente con una inspiración inequívoca y portentosa que no se sabía de dónde provenía, por lo cual casi no reescribía, sino que tachaba sus poemas fallidos, lo cual enceló a muchos académicos y literatos de carrera”, aseguró Claudio Isaac en entrevista.
El filme, que fue estrenado en la Cineteca Nacional y continuará su exhibición a través del circuito de cines de arte y otros foros en los demás estados del país, contará con una versión para televisión.
¿Por qué Sabines? “He hecho 40 documentales sobre varias figuras literarias, pero siempre he tratado de esquivar al panteón oficial, sino partir de una química con el autor. Por ejemplo, hice un documental sobre Julián Herbert, cuando publicó su primer libro y a la poeta María Rivera porque siempre he apostado a voces jóvenes intercaladas con vacas sagradas”.
¿No consideró que es un poeta ya sobreexpuesto? “Hice un primer documental sobre Sabines en 1980, cuando ya era una figura venerada pero aún subterránea. El problema no es dedicarle algo a Sabines; el propósito era estudiar el impacto sobre sus lectores. Además, mi criterio es que Sabines es la única figura del México reciente que aguanta un proyecto de esta naturaleza. Porque ni Octavio Paz o Juan Rulfo, que son autores de una estatura inconmensurable, tienen la naturaleza de Sabines”.
¿Ni José Emilio Pacheco? “Alguna vez hice un documental con Pacheco y que él no se prestó... bueno, mientras se prestó a ser filmado en televisión, informalmente, en una serie de conferencias, pero me dijo que no quería que apareciera su voz, ni su foto o su efigie. De todos modos no creo que Pacheco sea de la estatura de Sabines”.
¿Se refiere a la poesía de Pacheco? “Insistiría en que Sabines tiene obra desigual pero Pacheco no le llega a los tobillos, creo yo. Siento que Pacheco tiene esa popularidad, pero siento que no se trata de una obra mayor, aunque sí es una figura muy querida”.
Y añadió: “Desde luego que Las batallas en el desierto sería un fenómeno a estudiar porque ya hasta en las escuelas lo encargan; eso podría ser un proyecto. Pero (en el caso de Sabines) hablamos de una especie de veneración, un culto, casi como si fuera un personaje de la familia. Sabines es querido de esa manera”.
SEDUCCIÓN Y AUSTERIDAD
Para Claudio Isaac, el documental Sin dios y sin diablo. Jaime Sabines y sus lectores se sobrepone al mayor de los riesgos: no simbolizar ni crear iconos simbólicos que sean ininteligibles al espectador.
Para este trabajo, detalló el documentalista, se apegó a una especie de ética bajo la noción de que la figura principal es el literato, evitando cualquier tic estilístico.
¿Cuál es la apuesta de este documental? “Aposté por la seducción, pero también busqué un afán de austeridad; a mí me interesa cierta austeridad formal, como la cámara fija, porque intenté evitar las florituras visuales y estilísticas, dado que no ayudan, sino que más bien sobrecargan el lenguaje visual, o ciertos elementos que también responden a la ética de la estética. Por ejemplo, no entiendo cómo alguien se atreve a musicalizar la lectura de un poema, porque eso implicaría que el poema no se sostiene solo y hay que darle una ayudadita”.
¿Le pareció que en este documento visual no era necesario la opinión de los grandes literatos? “Exacto y ése es un punto determinante, ya que uno de los males más grandes del medio cultural, en nuestro país, es la autocomplacencia, esa especie de complicidad donde se habla desde la alta cultura con un lenguaje que pocos comprenden”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario