Por: Ana Laura Tagle Cruz
El cierre de las imprentas por la contingencia sanitaria del COVID-19 redujo cerca del 58% la cantidad de títulos que sacaría el Fondo de Cultura Económica durante el 2020. “De los 600 libros que pensábamos sacar este año, no editaremos más de 250. Sin embargo, me parece una cifra respetable entre reediciones y novedades”, señaló el director del FCE, Paco Ignacio Taibo II.
En entrevista, aseguró que el FCE se encuentra a punto de tomar decisiones de cómo y si es que participará en las grandes ferias que aún se encuentran en incertidumbre, tal es el caso de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la FIL Zócalo y la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, por lo que ahora la editorial depende del color de los semáforos.
“Mientras no podamos volver a salir a la calle, a las ferias de libro, a los tendidos, a la distribución de los librobuses y retomar todos los mecanismos de distribución masiva que habíamos creado, no se puede calcular un tiempo de recuperación”.
Taibo II señaló que al inicio de la pandemia las ventas disminuyeron hasta en 90% en librerías, cifra de la que poco a poco se están recuperando. “Ya tenemos 40 librerías abiertas de la red Fondo-Educal que venden en puerta, en el mostrador; la librería virtual funciona bastante bien y hemos regalado 780 mil libros digitales. El FCE funciona dentro de lo que cabe”.
Respecto a los librobuses que hoy operan de forma virtual, señaló que se están haciendo festivales con niños de primaria en el que se intercambia información de las obras y se sugieren lecturas, sin embargo, destacó que esto no sustituye en su totalidad el mecanismo de llegar a las escuelas de enseñanza básica, lo cual, dijo “ya no es un problema de mala o buena administración, ni siquiera de saber responder, porque respondimos de forma virtual”.
COLECCIÓN LA NEGRA. Las viejas heridas del crimen de estado siguen estando presentes en nuestra sociedad, pero no se les pueden atribuir a nuestros días. Releer los nueve títulos de la colección La negra, recientemente reeditada por la editorial Planeta, nos dice que estas heridas no se curan fácilmente ni de la noche a la mañana, señaló el escritor y director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II.
“El tema Ayotzinapa sigue estando presente, como lo están los crímenes de estado de Aguas Blancas o los responsables del 10 de junio de 1971 Halconazo. Por otro lado, el saqueo que los gobiernos panistas y priistas cometieron durante los últimos años sigue estando está ahí, escondido, y brota al menor descuido”.
En entrevista, Taibo II explicó que dentro de la serie, que comenzó a escribirse en 1976 con el título Días de combate, encontramos temas como feminicidios, abuso de poder, robo de piezas arqueológicas a manos de la esposa de un expresidente, la frontera, el problema con los maestros de Oaxaca y la relación de dos luchadores, temas del pasado reciente que averiguaba el detective Héctor Belascorán durante las décadas de los 70, 80 y principios de los 90, pero que siguen vigentes.
“Decidí escribir una novela policiaca bajo la idea de que era lo que me apetecía y no quería rendirle gustos del aparato cultural nacional que te decía: esto sí y esto no. Mi antecedente inmediato eran mis compañeros, un poco mayores, de la generación de onda, José Agustín, Parménides García Saldaña y René Avilés, entre otros, pero no quería irme por una narrativa de la clase media, sino hacer ahora acción con un contenido político muy claro”.
La idea de su primera incursión literaria nació del rumor sobre la existencia de un estrangulador de mujeres que atacaba en los baños de las oficinas, recordó. “Fue tan fuere que las compañeras que iban al baño pedían que alguien las acompañara, se metiera, verificara que no había nadie, se saliera y se quedara cuidando la puerta”.
“Este estrangulador nunca existió, fue una leyenda urbana, pero hablaba de los miedos de nuestra sociedad, los cuales se han venido reproduciendo en una cultura de violencia machista y enfermiza. Después de esto escribí el primer título de la serie y se publicó, le fue muy bien por lo que la editorial me pidió la siguiente parte, por lo que fui escribiendo la serie que por origen no pretendía serlo”.
México no necesita ni más ni menos literatura negra, sino buena, destacó. “Este género tiene una carga social muy fuerte, es un espejo de los tiempos, pero en sí la literatura es un efecto balsámico que pone las cosas al día y te obliga a reflexionarlas en concreto, te acerca emocional e intelectualmente a los temas y puede funcionar como una luz al final del túnel”.
La novela negra goza de buena salud en México y ya nadie se atreve a hacer el ridículo señalando que éste es un género menor pues posee una arquitectura complicadísima. “No hay géneros menores, hay algunos críticos literarios que son muy menores y tachan los libros de aburridos porque se sienten propietarios”
“Si alguien cree que la ciencia ficción es menor, que se lo diga a Ray Bradbury y a las Crónicas Marcianas; y si lo creen de la novela negra, que se lo platiquen a Fiódor Dostoievski y a Crimen y castigo”, apuntó.
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