sábado, 18 de julio de 2020

Marcia Haydée en cinco pas de deux

Marcia Haydée en Giselle

Estudió en la Royal Ballet School y posteriormente ingresó a la compañía del Marqués de Cuevas. En 1961, John Cranko la llevó al Ballet de Stuttgart como Primera Bailarina, transformándola en su musa. Maurice Béjart y John Neumeier, entre otros coreógrafos, se inspiraron en ella para crear algunas de sus obras maestras más conocidas.

Marcia Haydée, actual directora artística del Ballet de Santiago, dice haber nacido para bailar y, en sus palabras “con cada uno de esos hombres me convertí en lo que soy hoy en día. Les agradezco a todos los coreógrafos, con todo mi corazón”. Revisa a continuación algunas fotografías y videos de Marcia Haydée interpretando ballets de Cranko, Béjart y Neumeier, junto con algunas impresiones de Marcia respecto de los mismos:

John Cranko y la libertad

Marcia Haydée en Romeo y Julieta

“Para mí, el coreógrafo más importante de todos fue John Cranko (1927 – 1973). Cuando hice la audición para entrar al Ballet de Stuttgart, lo hice como cuerpo de baile, pero él enseguida me tomó como su primera bailarina. Fue él quien me formó, quien me dio la oportunidad –durante los trece años que trabajé con él antes de que falleciera– de hacer todos esos grandes títulos que él creó para mí.

“Lo más impresionante que él tenía era que me daba una libertad total. Yo tenía una capacidad de saber y entender lo que él quería y con él podía ser exactamente como yo era. En cada nuevo ballet que me hacía, me empujaba para otro camino y me decía que yo tenía que poder bailar de todo. Cada ballet que hizo era muy diferente del otro, porque ésa era la capacidad que él quería que yo tuviera. Cranko y yo éramos como una persona: yo entendía lo que él quería y conseguía hacer con la libertad total lo que él quería de mí.

“Fue Romeo y Julieta el ballet que me empujó para convertirme en un nombre conocido en el mundo de la danza. Él también me hizo la coreografía de La fierecilla domada, un título que se volvió conocido en el mundo entero. Tuvimos un suceso tremendo en Nueva York, porque era justamente el año en que salió la película La fierecilla domada con Elizabeth Taylor y Richard Burton. Fue una emoción muy grande cuando hicimos el ballet en Estados Unidos y ellos dos estaban viendo el espectáculo.

“Después de que falleció Cranko, dos coreógrafos que me salvaron la vida, que empezaron a hacer cosas para mí, fueron Maurice Béjart y John Neumeier”.

Maurice Béjart y una nueva forma de bailar

“Maurice Béjart (1927 – 2007) era un hombre que siempre me fascinó y nunca creí que iba a trabajar con él, que fuera el tipo de bailarina para él. Pero cuando Cranko falleció, el primer telegrama que recibí fue de Béjart, en el que decía, ‘Marcia, estoy acá para lo que tú quieras, siempre te ayudaré’. Con él tuve que aprender otra manera de bailar, porque era una persona que le gustaban los movimientos muy claros, cortados, simples. Trabajando con él, tuve otra manera de bailar, que me ayudó en todas las otras cosas que hice.

“Las sillas (Les Chaises) fue algo extraordinario, basado en la obra de teatro de Eugène Ionesco. Fue impresionante el trabajo entre esos dos grandes artistas, donde Béjart hacía la coreografía y Neumeier bailaba conmigo. Fue algo que marcó mucho mi vida como bailarina. Béjart me hizo hacer de todo; cuando aprendí Bolero con él, fueron momentos que nunca voy a olvidar”.

John Neumeier y los detalles

“John Neumeier (1939) era otro coreógrafo que tenía una capacidad increíble de relatar historias, como Cranko. Neumeier es una persona muy detallista; en todas las coreografías que hace, los detalles son muy importantes. Conmigo siempre fue muy exigente, porque quería que las cosas que hizo para mí de la forma más perfecta posible, como en La dama de las camelias. Ese trabajo fue muy impresionante porque me hizo hacer todo no una o dos veces, diez veces.



“La dama de las camelias es considerado uno de los grandes ballets, que siempre tuvo un suceso tremendo incluso hasta hoy. Cuando se hace en cualquier parte del mundo, está escrito en la primera página, en palabras de John: ‘Con amor, para Marcia'”.

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