martes, 26 de diciembre de 2023

Cada capítulo está dedicado a los mitos o estigmas de alguna parte: boca, senos, espalda, cadera, útero, pene, vellos..., dice Claudia de la Garza

Cada capítulo está dedicado a los mitos o estigmas de alguna parte: boca, senos, espalda, cadera, útero, pene, vellos..., dice Claudia de la Garza


Por: Reyna Paz Avendaño 

En el país, en 1885, se buscó saber en qué momento una mujer perdía su virginidad, en especial, para identificar matrimonios y casos de violación, por ello el médico guanajuatense Francisco de Asís Flores y Troncoso editó el libro “El himen en México” donde plasmó algunos mitos sobre la vida sexual de las mujeres que hasta la fecha persisten.

Ese dato junto con otras narraciones, por ejemplo, de cómo en el siglo XIX la escritora estadunidense Elizabeth Stuart Phelps Ward convocó a la quema de corsés hechos con huesos de ballena o cómo en época prehispánica la menstruación no era vista como impureza, se reúnen en el libro “Mapas corporales” (ed. Lumen) de la historiadora del arte Claudia de la Garza y la ilustradora Eréndira Derbez.

“En una conferencia sobre historia de la ciencia y medicina en el Palacio de la Escuela de Medicina escuché a una persona decir que estudiaba el libro de ‘El himen en México’, de Francisco de Asís, quien hizo una catalogación del himen, tipificaciones y clasificaciones puristas en términos de poder y decidir cuándo había o no una violación basándose en esa parte anatómica”, detalla Claudia de la Garza.

Lo que el médico planteó fue toda una observación acomodada a la moralidad del siglo XIX, añade la autora.

“Al final no se trataba de penalizar, no era buscar la violación sino en qué momento las mujeres no podían ser fiables, había que comprobar y el himen era lo que podía demostrar dónde estaba la virtud de ser virgen o no serlo. Esto es un mito absolutamente y ha sido una manera de controlar el cuerpo de las mujeres”, indica De la Garza.

De acuerdo con las autoras, “Mapas corporales” evidencia que los cuerpos están cruzados por las relaciones de poder y opresión, por ello, cada capítulo está dedicado a los mitos o estigmas de alguna parte: boca, senos, espalda, cadera, útero, pene, vellos...


El libro.


“Hay una serie de violencias que pasan por el cuerpo: el sistema político y económico; de tener pena, no mostrarte y no poder decidir sobre tu cuerpo, no sólo las mujeres, es un tema de autonomía, de cómo existimos en el mundo a través de una serie de significados, de relaciones preestablecidas que existen desde que nacemos y que vamos interiorizando, de pensar que tener el pelo chino o lacio es distinto o que tener la piel blanca o morena marca diferencias”, señala.

Al respecto, Eréndira Derbez indica que ninguna parte del cuerpo se escapa a pesar de que algunas son tabúes, sobre todo aquellas que tienen que ver con el erotismo.

“Todo el tiempo se habla o se muestran senos, escotes, bikinis, siempre están en la publicidad, pero cuando tienes que tratarlo desde tu salud, desde la lactancia u otro espacio, no se habla de ello, se habla con mucha vergüenza y se mira mal. Tenemos que hablar de nuestro cuerpo porque nos permite prevenir enfermedades y llegar a diagnósticos tempranos, a los hombres les puede dar cáncer de mama y pocos lo saben”, advierte.

Las autoras narran que en Veracruz, durante la Nueva España, se prohibió la danza chuchumbé por incluir coplas pícaras con explícitas referencias sexuales. El Santo Oficio dictó la censura porque era un baile de “ombligo con ombligo” y mucho manoseo.

“Estas restricciones de baile tienen que ver con una imposición colonial donde había de convertir a todas las personas al catolicismo y donde las maneras de expresarse no sólo se limitaran a la palabra, incluía a todo el cuerpo, fue una restricción de encuentros que de manera más extensa en el continente eran propias de la gente afro”, indica De la Garza.

La autora señala que la historia de la música y del baile es subvertir reglas porque los movimientos están dados por contextos culturales. “La pregunta que surge es ¿hasta qué punto me siento cómoda bailando así? porque estoy trasgrediendo una norma y ¿cómo será leído por quienes están a mi alrededor?”, añade.

Para la ilustradora Eréndira Derbez, cuando a una persona la despojan de todo, de su territorio y sus pertenencias, lo que queda es su cuerpo.

“La danza es lo que te queda cuando te quitan todo, en el cuerpo se guarda la memoria, es el espacio de liberación, es tu única fuerza de trabajo. Hay una lectura machista de las canciones en todos los géneros musicales, no sólo en el reggaetón, sin embargo, con este género hay un tema de clasismo y una visión de lo que es vulgar u obsceno por tener danzas más sexualizadas en un mundo donde son tabúes ciertas partes del cuerpo e incluso el reconocimiento del deseo”, opina.

El libro editado por Lumen contiene ilustraciones y Derbez narra que en el proceso vivió censura en redes sociales.

“Para conseguir los modelos subí a mi cuenta de Instagram bocetos y algunas ilustraciones de cómo iba quedando, a partir de ahí varias personas dijeron que quería participar, pero Instagram censuró las ilustraciones por subir contenido explicito…es ridículo el miedo y rechazo al cuerpo en el momento en que nosotras lo representamos”, comenta. 

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