Por: Yair Hernández
En México hay licenciaturas en danza, pero, ¿después qué? ¿Qué pasa si tienes interés en una maestría? ¿En especializarte en coreografía o escenografía? “No hay, tienes que aprender sobre la marcha, y en Reino Unido existe la oportunidad, existe la idea de que las artes son un trabajo”, comenta Damara Velázquez Pastrana.
A sus 27 años, la originaria de la Ciudad de México se convirtió, tras un proceso arduo que implicó una campaña de fondeo, en la primera mexicana en calificar para MapDance, prestigioso programa británico especializado en danza contemporánea de la Universidad de Chichester.
“Es un comentario raro, pero en mi primera semana aquí tuve una plática diaria de lo que es el bienestar, cuidar tu cuerpo, de cómo por medio de todo el entrenamiento podemos alcanzar nuestro máximo potencial, pero priorizando que estés bien. Y en México como que nadie te lo dice. Entonces, la forma de concebir la danza es diferente, apuntan a tener proyectos propios; en México mi educación estuvo basada que debía buscar un lugar para trabajar y no algo para emprender”, comparte Velázquez vía Zoom a MILENIO desde la ciudad que funge como capital del condado de West Sussex.
Damara descubrió su gusto por expresarse a través de movimientos corporales desde niña, luego de ver una película de la que no recuerda el nombre, pero sí la escena que cambió su vida: “Estaban las bailarinas en el escenario y pasaban de tener el típico leotardo negro a un traje rojo, de ahí dije ‘Quiero ser bailarina’”.
Con esta flama encendida y el apoyo de sus padres, se matriculó en la Escuela de Danza Contemporánea del Centro Cultural Ollin Yoliztli, donde pasó cinco años absorbiendo todos los conocimientos. A la par, estudió Gestión cultural porque “se me hizo una excelente forma de complementar mi carrera, decidí aprender a emprender y gestionar mis proyectos”.
Pronto cayó en cuenta que en México “no existe el respaldo social de que un artista se merece los mismos beneficios que cualquier otro tipo de trabajo, la gente se sorprende de que los artistas pidan un seguro médico, un salario”.
Una beca “está bien por un rato”, afirma Velázquez, pero, ante lo finito de este financiamiento, ¿cómo hacer una proyección a futuro? “Conocí muchos proyectos buenísimos que dejaron de funcionar porque ya no tenía beca”, revela.
“En México únicamente hay una compañía oficial, el Centro de Producción de Danza Contemporánea (CEPRODAC), donde no se recibe un salario como tal, tienes beca; puedes estar dos años en la compañía y después tienes que salir, y puedes regresar, pero el proceso es una eterna burocracia porque, como es el único lugar, todo el mundo quiere estar ahí. Y el resto son independientes que no funcionan con un presupuesto propio, sino que dependen del FONCA o financiamientos similares”, explica.
Ante este panorama se fijó un objetivo: continuar su formación en el extranjero, en un lugar con “prestaciones y beneficios”.
“Apliqué a tres universidades (en Reino Unido) y en todas me aceptaron, pero en las otras dos era algo más teórico y en Chichester MapDance es una maestría que se maneja como si fuéramos una compañía de danza en la que trabajamos con cuatro coreógrafos reconocidos en la escena internacional”.
Esos cuatro talentos de los que Damara recibe instrucción son Yukiko Masui, Renaud Wisser, Sarah Golding y Carrie Whitake. Además, en su segundo semestre tendrá la oportunidad de ir de tour por diferentes ciudades de Reino Unido para mostrar el trabajo de la compañía, “y vamos a escuelas para poder tener la oportunidad de enseñar un poco”
“También elegí el programa porque se me hace una oportunidad de convivir con personas de diferentes países, aprender de sus bagajes de la danza”, agrega en relación a sus compañeras procedentes de China, Singapur, España y Grecia, además del país local.
Pero convertirse en la primera mexicana dentro del programa artístico británico no fue sencillo: "Es caro venir aquí porque después del Brexit (la salida de Reino Unido de la Unión Europea) los costos de matrícula y vida para extranjeros incrementaron bastante".
Para solventar esto, Damara inició una campaña en la plataforma GoFoundMe (aún disponible haciendo click aquí). Aquí cabe señalar otro traspié al que le hizo frente antes de partir a Europa: la agencia de marketing donde trabajaba en México, tras asegurarle que no había problema por su partida, de súbdito la hizo firmar una carta de renuncia voluntaria.
Pero ya integrada a MapDance, la mexicana aspira a la cumbre: tras el programa, le gustaría integrarse a alguna compañía de los coreógrafos con los que trabaja, "porque vi que gran parte de los egresados tienen esa oportunidad". O entrar a la Nederlands Dans Theater, "la mejor compañía de danza contemporánea de todo el mundo".
"Mi prioridad siempre ha sido bailar y la edad para nosotros es algo importante, entonces, si dejaba pasar esta oportunidad me iba a pesar más física y mentalmente", reflexiona la admiradora de talentos como Dimitris Papaioannou y Juliano Nunes.
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