In memoriam de Aurora Agüeria y Eduardo López Lemus
Por: Roberto A. Valenciano Capín
Una memoria que parece ser se va desdibujando como pasa con este continuo correr del río que va demarcado lo que transcurre en este hecho coreográfico "La Esquina Desplazada" del coreógrafo colombiano Carlos Jaramillo, quien partir de esta serie de momentáneas muestra no solo refleja un drama común de muchos países como es el de los desplazados sino también de los desaparecidos y todo lo que lo arropa.
Una obra que inquiere y a la vez busca no solo la reflexión sino también el cuestionarnos ¿hasta dónde hemos sido? en un momento dado estas dos premisas, para sin más ser testigos y a la vez parte de estos dos temas puntuales que demarca esta coreografía.
"Te llevas todo, te llevas el agua, te llevas la tierra, me dejas un hueco." De ahí que hay que leer estas perennes señales de la vida, en donde Carlos Jaramillo ilustra el abandono, el rechazo y los retos que deben vivir sus paisanos que huyen de la violencia del campo para buscar refugio en las grandes ciudades.
"Queremos lograr una gran reflexión. Asumir de manera profunda y humilde esta realidad para compenetrarnos con una tragedia humana y olvidar las pretensiones que no permiten verla”, afirmó Carlos Jaramillo, director y creador de la obra.
Aun así, la obra también busca confortar a través de la paz estas heridas, no mediante un olvido, sino a través de la propia dignidad y el orgullo de sus raíces.
Con una imagen inicial en donde dos bailarinas envueltas en una grandes faldas rojas bailan bajo el mismo compas de este continuo correr del agua, dan vueltas en si mismas para sin mas despojarse de las mismas y que nos remite a estas barcazas, anhelos, libertad, respiro, ya sin ellos, abren sus vestidos para mostrar que no son vulnerables y tener esta condición de dignidad.
Para ir de-construyendo con su creador de forma conjunta este rompecabezas para construir realidades paralelas como es darle voz a esta otredad a través de una clara radiografía en donde también se puede hablar de los sueños como esa otra realidad en la que se concreta la vida y existe este perenne anhelo de una esperanza posible.
Como fue el caso de esta escena de no solo jugar, sino
arrastrar, arropar estos grandes bloques de hielo como sinónimo de esta anhelada esperanza, a pesar de su inequívoca temporalidad que es compensada con el ingreso de las
mujeres entonando cantos y secar con sus
ropas o trapos el agua encharcada, sudor, lágrimas, sangre que se llevan los
dos grandes océanos. Fuerte símbolo de los estragos de cualquier acto de
violencia, actual y vergonzosa.
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Por lo tanto, Jaramillo no sólo construye acciones sino va más allá, al darle voz a estas personas invisibles y volverlas visibles que en sus expresiones se adivina un universo que conmueve y trastoca la sensibilidad.
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Por lo tanto, Jaramillo no sólo construye acciones sino va más allá, al darle voz a estas personas invisibles y volverlas visibles que en sus expresiones se adivina un universo que conmueve y trastoca la sensibilidad.
A través de este trafago de ropaje, voces, cantos y el golpear a través de estos palos el piso que aun cuando están caídos y golpeados se tiene esa fuerza para seguir avante.
Para transitar esta pieza llamativa visualmente, pero con una profundidad velada intencionalmente entorno a esta difícil y dolorosa situación se propone.
Pero aun así su concepción estética nos remite a que dentro de este caos existe también un orden y que sin él la refundación del ciclo de la vida sería imposible.
Al recurrir también su coreógrafo y bailarín a desplazamientos cortos pero fluidos, movimientos arrebatados de los cuerpos que aun así subyace mas esta línea funcional que una poética del movimiento, aun así conllevan a una mayor profundidad a la expresión de emociones, nacidas del rigor empleado en la búsqueda interior de los intérpretes.
En cuanto a la iluminación y la utilización de multimedia se busca resaltar no solo las líneas y figuras de los cuerpos en la totalidad de los cuadros sino la puntualidad de la misma en este contexto.
Una de las mas bellas imágenes logradas en esta obra fue sin lugar a dudas, cuando dejan los sacos en el borde del proscenio de este centenario recinto cultural, lo bailarines, símbolo de darle presencia a todos aquellos que ya no están pero que ahora lo están, aquellos caídos por la violencia, el hambre, la soledad, el desapego y su misma orfandad.
Para sin mas internarse entre el público, e ir regalando un puño de maíz, como símbolo de esta esperanza de volver a sembrar y cosechar en unidad lo que nos une, así como revindicar esta conciencia del rescate de nuestras semillas originales,
no trasgredidas. Un reconocimiento y agradecimiento común entre Colombia y
México.
Una producción
del Ministerio de Cultura de Colombia a través e la compañía Triknia Kabhelioz Danza Contemporánea que esta conformada por los co-creadores: Alejandra Cuéllar, Ana María Benavides,
Andrea Adelina Villalba, Asdrual Robayo, César Augusto Bolívar, Geovanny
Palacios, José Jaime Vanegas, Mónica Osma, Pamela Andrea Rojas, Sandra Catalina
Olaya, Sara Regina Fonseca y Yehison Julián Rodríguez.
Una quinta noche de danza en esta tierra de Lila López en su XXXIV edición del Festival Internacional de danza Contemporánea .
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