La Cueva de Altamira, que alberga en el norte de España uno de los conjuntos pictóricos más importantes de la Prehistoria, volvió a recibir visitantes este jueves, 12 años después de que se cerrase al público para frenar su deterioro.
Un grupo de cinco personas elegidas por sorteo accedió al lugar durante 10 minutos en medio de una gran expectación que congregó a numerosos medios de comunicación en los alrededores de la cueva, en las afueras de la localidad de Santillana del Mar (Cantabria).
Se trata de un proyecto experimental que pretende ver el efecto de la presencia humana en las pinturas rupestres, con 14.500 años de antigüedad.
Los científicos quieren medir la carga humana que soporta el lugar para decidir si esta permite o no la reapertura definitiva al público a finales de este año.
“Estoy encantado de haber entrado en la cueva. Lo que me ha impresionado son los colores de las pinturas, parecen hechas ayer mismo”, explicó Antonio Díaz Regañón, profesor jubilado, a los periodistas.
Fue uno de los afortunados a los que agració el sorteo entre las personas que el jueves compraron la entrada para entrar al museo que alberga la réplica de la Cueva de Altamira.
SEIS PERSONAS ELEGIDAS AL AZAR
Cada semana, de aquí a agosto, podrán acceder a la cueva seis personas elegidas al azar. Tendrán que hacerlo siempre con ropa y calzado especiales, gorros, guantes y mascarillas desechables.
La Cueva de Altamira está considerada “la Capilla Sixtina” del arte rupestre.
Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985, su conjunto pictórico pertenece a los periodos magdaleniense y solutrense. En ella llama sobre todo la atención el realismo de las figuras representadas.
Fue descubierta en 1879 y se convirtió en un punto de partida para la investigación del arte del paleolítico.
Se cerró al público entre 1977 y 1982. A partir de ese año volvió a abrirse, aunque con un régimen restrictivo de visitas, hasta septiembre de 2002, que volvió a quedar vetada al público.
Un año antes, no obstante, se había abierto ya la réplica de gran calidad situada cerca y que desde entonces ha recibido unos tres millones de visitantes.
El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se pronunció en su día de forma crítica con la apertura al público del lugar.
“La entrada continuada de visitantes provocaría un nuevo cambio microambiental y nuevos aportes de nutrientes que podrían conducir a una fase de proliferación” de microorganismos que pueden dañarla, indicó en un informe en 2010.
Con información de dpa
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