Crápula (La otra/Inst. Cultura de Durango, 2013), de Evodio Escalante (Durango, 1946), es un poemario de insolentes propuestas y ensimismados guiños de intenciones asechantes. Los versos aquí urden un entramado promiscuo y borrascoso. Coplas que recurren a la forma del soneto; y, asimismo, aforismos, haikús, “romance” y viñetas encuadrados en la efusión. Proverbial discurso de sardónicas parodias. “Cortas un verso a la mitad / y escurre cursilería // (La sangre, déjala para el médico / O el carnicero de la esquina, / O, ya que insistes, para los sicarios / Personajes de Moda en estos días)”.
Efrén Rebolledo, Nicanor Parra y Gonzalo Rojas se asoman por estos folios circundados por conjeturas y soliloquios que pueden incomodar a algunos puristas: diálogo que desmitifica franjas sagradas de la poesía mexicana: así, el “Adán de lodo” paciano se convierte en “”Ídolo que nada en la nada”. La palabra como “acción en la sombra” y el amor como “germen balsámico / De locura”.
Sobre la piel blanca, El otro Golem, Los delirios de Sor Juana y El imitador declara su nombradía: cuatro movimientos que conforman un ascenso y fuga de clamoroso ostinato, suscrito en proporcionada figuración de scherzo. “El Whisky”, “Por imitar a Cummings”, “Me estás vedada tú”, “A una puta”, “Senectud”, “El sueño”, “Lo que dice el poema”, “Crapula” o “Un poeta mexicano” entran a escolleras instigadoras: Crápula o la provocación que desnuda de solemnidad a la poesía mexicana contemporánea. Hace falta, quizás, un poco de procacidad en nuestras letras: Evodio Escalante asume el reto con ferviente audacia.
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