sábado, 5 de julio de 2014

El pastor del rap

 
Por: Alma Vigil
 
Si esta historia fuera una película, la dualidad del protagonista podría representarse con dos escenas distintas en una doble pantalla. Del lado izquierdo, el personaje principal (un hombre alto, con barba de candado y de voz grave), rapea ante un público numeroso y nostálgico. Están ansiosos de fiesta, la emoción es palpable, se encuentran congregados en el Festival Vive Latino 2014, en la Ciudad de México. En el lado derecho, el mismo sujeto recita la palabra de dios frente a un mediano grupo de cristianos, muy atentos a lo que dice. Están en el auditorio de la Iglesia Semilla de Mostaza.
 
Del lado izquierdo, se percibe cierta confusión y expectación en los presentes, saben que tendrán que escuchar sermones cristianos en forma de rap pero también están aquí para presenciar en vivo las canciones que han escuchado desde su adolescencia o infancia. En el lado derecho, algunos de los cristianos ni siquiera saben que su pastor, tan entregado a enseñar la Biblia con un tono de voz lleno de paz, en años pasados fue un rapero famoso, además era introvertido y tenía una fascinación por la muerte.
 
En ambos lados de la pantalla imaginaria, es Fermín Caballero, mejor conocido como Fermín IV, quien acapara la atención. A finales de los noventa fue cantante y compositor de Control Machete, una importante banda de rap en la historia musical de Monterrey, Nuevo León y una influencia para muchos raperos de hoy en día. Todavía en 2014 su música forma parte del repertorio de un sinfín de fiestas.
 
Sin embargo, Fermín IV no siguió el camino de rockstar, como se esperaría de los integrantes de una banda que, con sólo dos discos grabados, llegó a otros continentes y vendió millones de copias. Aun y con todo el éxito de Control Machete, Fermín siempre sintió un vacío, no lograba ser completamente feliz. Después comenzó a interesarse por la religión cristiana. Tanto que, luego de que la banda se desintegrara, se convirtió en pastor de una iglesia llamada Semilla de Mostaza, creada en 1998 en el Distrito Federal.
 
En la escena del festival, del pasado 28 de marzo de 2014, la audiencia se estremece y grita al ver a Fermín IV subir al escenario. Ahí también se acomodan Erick Santos, segunda voz, y los demás músicos que lo acompañan. Todos forman parte de Semilla de Mostaza, incluidos los roadies.
 
El contingente se sacude más cuando escuchan la tonada de una guitarra acústica, es una melodía conocida por la mayoría de los asistentes, que ahora gritan más fuerte porque la cantante Ely Guerra arribó para hacer los coros que grabó con Control Machete. Se trata de la rola “De perros amores”, tema lanzado en el año 2000 que se incluyó en el soundtrack del filme Amores Perros. Esta fue la última canción que grabó Control Machete con su formación original: Patricio Chapa Elizalde Pato Machete, Antonio Hernández Luna Toy Selectah y Fermín. Nunca alcanzaron a tocarla en vivo, hasta hoy.
 
La presentación es casi incendiaria, casi, porque se siente incompleta, falta algo o, más bien, alguien. La gente sabe que no es lo mismo sin Pato y Toy. Ese sentimiento merma un poco al momento en que Pato Machete llega a cantar “Danzón” con Fermín. La emoción sube un nivel más. De acuerdo con Pato, tampoco llegaron a presentarla en un concierto por la complejidad de juntarse con Café Tacuba, grupo que colaboró con ellos para grabarla. Ser testigo de este evento es algo especial, pero, sin duda, aún falta la presencia de Toy.
 
En 14 años nunca se han reunido los tres. El año pasado, en el Vive Latino 2013, Pato invitó a Fermín y a Toy, pero estuvieron en diferentes canciones. Se habló de un posible regreso de la banda, sin embargo, para Fermín, una reunión de Control Machete significaría retroceder y no quiere hacerlo.
 
Sabe que la gente anhela el Control Machete de antes, con el que pregonaba mensajes muy diferentes a lo que cree ahora. Cabe señalar que letras del primer disco, Mucho barato (1996), no son para nada espirituales, como “Una para ti, dos para mí, tres pa’ seguir con la cheve hasta el fin...” o “Andamos armados con el cuerno de chivo, a ver quién se atreve a apagar el pinche ruido...” o “Pinche Lupita, pinche culera...”
 
Por otro lado, Control Machete, no era un grupo de rap con temática exclusivamente de fiesta, excesos o ira. José Miguel Soto, frontman de Menuda Coincidencia, cree que eran buenos letristas, sobre todo en el segundo disco Artillería pesada (1999). Pone de ejemplo una frase de la canción “Ileso” que dice: “No se fracasa si existe un comienzo. Ser transparente te transporta ileso”. Soto comenta que Control Machete fue un prodigio de banda, “gracias a ellos, de repente tuvo visibilidad no sólo el rap, sino lo que se estaba trabajando en Monterrey”, agrega.
 
La escena del concierto se quedará congelada así como está: el público con los brazos suspendidos en el aire y con sonrisas en sus rostros, mientras Fermín despide a Pato con un abrazo, para seguir con el resto de la historia.
 

La iglesia Semilla de Moztaza, n la Ciudad de México. 
 
La dualidad de Fermín va mucho más allá de la transición de rapero a pastor. En una entrevista realizada en su oficina de Semilla de Mostaza el pasado 5 de febrero, relata que decidió estudiar medicina para trabajar en el Servicio Médico Forense, “quería destazar cadáveres” dice, por esa atracción hacia la muerte. En ese tiempo también era cantante de una banda llamada Prófuga del Metate, un grupo mezclado con punk, rock, rap y ska. De acuerdo con sus palabras era una banda bastante rara que nadie entendía y que sólo iba gente extraña a verlos. Toy recuerda que Fermín parecía Frank Zappa en el escenario o como un científico loco que rapeaba. También dice que a diferencia de Pato, que siempre ha sido fiestero, Fermín tenía más el “rockandroll” en su cabeza.
 
Fermín, Toy y Pato estuvieron en la Universidad de Monterrey (UdeM), una de las universidades más prestigiosas de la ciudad ubicada en San Pedro Garza García. Sin embargo, Pato y Toy se conocieron en la secundaria. En sí los tres sabían quiénes eran por la escena musical de Monterrey. Pato estaba en una banda llamada Pasto junto con Gil Cerezo, vocalista de Kinky, y Toy tocaba el teclado en el grupo nombrado La última de Lucas. Al pasar por el departamento musical de la UdeM, aunque aún no cruzaban muchas palabras, Fermín se acercó a Toy quien estaba haciendo unos beats, para rapear con su ritmo. Toy estudiaba Ingeniería Industrial y también estuvo involucrado en difusión cultural de la universidad. Se hicieron amigos y luego idearon un proyecto de un disco para juntar a todos los grupos de rap, como una especie de antología. Sólo que nunca se concretó, porque al momento de trabajar con Pato, hicieron una buena mancuerna y comenzaron a grabar rolas originales. Tres de ellas las enviaron al, ahora extinto, sello discográfico Polygram. El proyecto denominado Control Machete gustó de inmediato y firmaron un contrato de tres discos. Su primera presentación fue en una fiesta en el Barrio Antiguo del centro de Monterrey, la segunda fue en el Teatro Metropolitan de la Ciudad de México, donde le abrieron a Molotov e Illya Kuryaki and The Valderramas.
 
“De repente Control se convierte en un ente o un ser extraño, que demanda salir a giras y tocar. Nuestras bandas, con las que aún seguíamos, quedaron relegadas. Fue muy raro, porque nadie te conocía y luego todos sabían quién eras. Provocaba muchos sentimientos en nosotros. A mí me daba inseguridad”, cuenta Fermín. Los tres abandonaron sus carreras para dedicarse a la banda, a Fermín le faltaba un año para graduarse. “Comencé a vivir de noche para refugiarme en una especie de anonimato. Aunque claro que me encantaba. Para eso había hecho música, para ser un rockstar”, agrega.
 
Él empezó siendo metalero. Le gustaban grupos como Sepultura o Morbid Angel. Después, a través del canal MTV, supo de una banda llamada Cypress Hill que enganchó su atención por su imagen rodeada con calaveras y una seductora oscuridad. En ese tiempo él vivía en Estados Unidos, se fue a Scranton, Pennsylvania para aprender inglés durante un año. Cuando tuvo la oportunidad de colaborar con ellos en el tema “Siempre peligroso”, para él fue como un sueño hecho realidad. Fermín cuenta que hubo poco contacto con Cypress Hill, pero recuerda haber estado con ellos un día, mientras jugaban Playstation y fumaban mariguana. A él también le gustaba fumar hierba todos los días, pero nunca fue asiduo de drogas más pesadas, y tampoco los otros dos integrantes. Dicen que les gustaba chelear, fumar y rockear.
 
Control Machete tiene una cargada influencia de Cypress Hill, sobre todo porque compartieron el mismo productor: Jason Roberts. En los discos debut de muchas bandas, es frecuente la participación de un productor experimentado. Tal es el caso de El Gran Silencio, cuyo primer álbum lo produjo Andrés Levin, o de Molotov, el cual estuvo a cargo de Gustavo Santaolalla. Roberts produjo los tres discos de Control Machete, incluido el Uno, dos: Bandera (2004), que grabaron sin Fermín. Además trabajó Boomerang de Fermín IV y Contrabanda de Pato Machete, que lanzaron por separado.
 
Toy y Pato continuaron con Control Machete pero el asunto simplemente no embonaba. Y Toy se enfocó más en su proyecto de Toy Selectah, por lo que decidieron terminar con el grupo y Pato comenzó con su material de solista como Pato Machete.
 
Actualmente, Pato está por lanzar su nuevo disco bajo la disquera La Tuna Records. Regresará a vivir a Monterrey, luego de haber habitado en el DF por un tiempo. Espera que su disco salga en junio de este año. Toy ahora acaba de lanzar el nuevo disco de 3ballMty y diversos proyectos, entre ellos la producción de Camilo Lara, entre otros. Se casó en 2001 y tiene dos hijas.
 

Fermín IV ahora es pastor de la iglesia Semilla de Moztaza. 
 
Aunque para Pato la experiencia con Control Machete se sintió como toda una vida, en realidad todo fue muy rápido, como una estrella fugaz. En sólo cuatros años tuvieron una popularidad impresionante, recibieron discos de oro y platino por sus millones de ventas, su música llegó a un gran número de países y dieron conciertos memorables como el tour del “Molochete” que ofrecieron con Molotov. En noviembre de 1999 llegaron a Monterrey después de participar en el Warped Tour de Milán. Y en diciembre ofrecieron un concierto en un foro en el Barrio Antiguo para presentar el disco Artillería pesada en Monterrey porque no lo habían hecho todavía. Aún no lo sabían pero ese sería el último concierto de los tres juntos. Después de trabajar ininterrumpidamente, los raperos estaban cansados y Pato pidió un año sabático. Para entonces Fermín ya leía la Biblia levemente pero con el receso se clavó más. En mayo se casó y se mudó con su esposa a Cuernavaca. Luego se juntaron para grabar “De perros amores”, que terminaría con el receso. Pero en una junta que tuvieron para discutir el nuevo disco, hablaron entre los tres y se dieron cuenta que iban por caminos distintos. Así que se separaron.
 
En la imagen de la reunión cristiana donde los oyentes observan a Fermín recitar y comentar la Biblia, son ya casi las nueve de la noche, está a punto de concluir. Es miércoles 5 de febrero de 2014, el número de asistentes de hoy no es tan grande como los domingos, cuando asisten hasta 2,300 personas. Esta vez hay cien almas cristianas aproximadamente. El pastor entona la palabra de dios de una manera sencilla, entendible, emite un sentimiento de paz, y de tanto en tanto es gracioso. Los asistentes sueltan algunas risas ligeras, pero todo el tiempo lo escuchan en silencio. Hay un cierto encanto en esta escena. Si se compara con las misas de la religión católica, se verá que la cristiana es algo más sincera. No existe la ostentación, ni las figuras religiosas o los imponentes crucifijos tallados en oro, que tienen siempre en las catedrales e iglesias católicas. Aquí el pastor no viste con sotana oficial como los sacerdotes, sino con jeans y camisa de botones gris. Además, el pastor solía ser un rapero famoso.
 
Sin embargo, el lugar tampoco se ve humilde. El auditorio es enorme y tiene sonido e iluminación profesionales. A simple vista, los cristianos que acudieron hoy son de clase media alta. Semilla de Mostaza es una congregación cristiana evangélica protestante, pero también existen la metodista, presbiteriana, bautista, anglicana, luterana, entre otras.
 
Para terminar la charla, Fermín espeta un “Oremos”. Como es costumbre todos los presentes agachan ligeramente su cabeza para orar, pero José Juan Alcantar Nava, alias J.J., no se inmuta y se tira completamente al suelo. Él es maestro en el instituto bíblico de Semilla de Mostaza. Trabaja con chavitos que han tenido problemas de adicciones. J.J. encaja perfectamente en el estereotipo que se tiene de los cristianos: tuvo que tocar fondo para convertirse. Relata que él le entraba a toda sustancia que lo colocara, además era dealer. El evento que lo catapultó al cristianismo, fue un día que andaba bien drogado y empezó a hablar, según él, como Jesucristo, como si hubiera poseído su cuerpo. J.J. es un tipo bajito y rechoncho, caucásico, cabello castaño claro, ojos verdes, solía ser consultor de sistemas computacionales, pero no le puso el desempeño suficiente por las drogas. Fermín nunca pasó por algo así, su única adicción era la mariguana, fumaba todo el tiempo. Gracias a la Biblia dejó de hacerlo, dice que se salvó antes de caer realmente hasta el fondo.
 
Fermín creció como católico aunque nunca fue muy asiduo de ir a la iglesia. En una visita al DF con Control Machete, una chica los entrevistó para el canal de Telehit. En la noche, fueron al Bulldog Café, ahí estaba la misma chica, su nombre es Teresa. Hubo una especie de chispazo entre Fermín y ella. Luego comenzaron a salir. Ella era cristiana. Le regaló una Biblia a Fermín cuando él empezó a expresarle muchas dudas que tenía de esa religión. Mientras más leía las páginas más se adentraba, cada vez descubría un mundo de cosas diferentes a lo que le habían enseñado.
 
Se sintió engañado. Vio que dios no era ese ser rencoroso e iracundo como lo plasmaban, al contrario. El cambio de Fermín no se notó mucho al principio. Dice Toy que antes de salir a tocar, de vez en cuando rezaban algún Ave María o Padre Nuestro para tener energía positiva, y Fermín poco a poco lo rechazaba.
 
En Monterrey comenzó a ir a una conocida iglesia cristiana llamada Cristo de la Montaña. Cuando se cambió a vivir a Cuernavaca conoció a Héctor Hermosillo, músico de jazz y pastor de Semilla de Mostaza, una congregación famosa por tener muchos músicos entre sus creyentes.
 
Fermín cuenta que sus papás se preocuparon, le preguntaban que en qué iba a trabajar, le aconsejaban que siguiera haciendo música. Finalmente, se dieron cuenta que eso era lo que lo hacía feliz.
 
El pastor explica la razón de su conversión: “Mi dios era mi rap, mi música, yo era mi propio ídolo. Entonces cuando conozco a Dios, el que yo tenía se desmorona. Cuando entendí que él me amaba en tal magnitud, los proyectos musicales quedaron en segundo plano”. Dice que si no se hubiera convertido en cristiano, “De amores perros”, una de las rolas favoritas del público, no sería como la conocen.
 
Héctor fue el maestro de Fermín, le pasó todos sus conocimientos y lo ayudó a entender la Biblia. En 2006, Héctor se fue a Chicago y le confirió la función de pastor a Fermín. No existe ningún certificado o estudios especiales para ser pastor. Fermín dice que sólo hace falta que alguien más te reconozca como tal.
 
Semilla de Mostaza continuó creciendo con la ayuda de Dios, según cuenta María del Sol, todo se fue dando poco a poco. Rentaron en siente diferentes lugares antes de llegar a donde se encuentran actualmente, en la colonia San Pedro de los Pinos. Hasta ahora Semilla de Mostaza tiene 12 iglesias repartidas en el DF, Taxco, Cuernavaca, Toluca, Santa Mónica, Monterrey, Reynosa, McAllen y también en España y Argentina.
 
Fermín ya no es más ese chavo veinteañero rapado y con ira en la mirada. Ahora es un hombre de 39 años, esposo y padre de tres hijas pequeñas, las dueñas de todo su tiempo.
 

Dibujos de pequeños feligreses. 
 
Pato se va y Fermin IV ahora sigue con la rola "Los que transforman al mundo" de su EP homónimo, que lanzó por su propia cuenta en 2004 para dar a conocer el mensaje divino. Luego continúa con "No podría estar mejor" su más reciente sencillo del disco "Mi vida comenzó", conformado por ocho tracks que grabó también con Jason Roberts en 2013. En el concierto prosigue con canciones que, al igual que estas dos, nadie conoce. Nadie canta. Sienten chido volver a ver y escuchar las rolas conocidas pero el mensaje que ahora trae Fermín, aunque lo respetan, les aburre. Un chavo del público que abraza a su novia en la parte de atrás exclama: “Ya que toque algo que no sea de dios”. Casi al final hace un popurrí con las canciones más conocidas: “Comprendes Méndez” y “Sí Señor”.
 
En entrevista, luego de finalizar una reunión dominical, del 9 de febrero, en Semilla de Mostaza, Fermín explica: “No puedo separar mi vida actual de mi parte rapera. Para mí el rap era como un dios y al caerse ya no soy esclavo de él. Ahora se ha convertido en una herramienta para transmitir algo”, dice, “si algo quiero que sea famoso es Jesús y no yo”. Y continúa: “Los aplausos no significan mi alimento ni por lo que lucho. Si a través de un aplauso se reconoce la labor que se hace puesta está padre, pero ya no es como antes. Cuando estuve en el I Love Hip Hop 2012 algunos me abuchearon pero otros me aplaudieron. Es interesante, les encanta que esté ahí pero al mismo tiempo no les gusta el mensaje que traigo. Entonces ni te la crees”.
 
El concierto, Fermín lo despide con “Esperanza”, también es desconocida para el público aunque forma parte de Artillería pesada. Luego da un choro que en pocas palabras dice que aunque todos estén en tu contra o te traicionen siempre hay alguien contigo, que nunca te va a fallar: Dios.
 
La conversión fue triste tanto para Pato como para Toy, y también tuvieron algunos problemas. Pero al final ellos entendieron, como dice Toy: “Me parece fabuloso, tremendamente legítimo que sea pastor. Como el güey de Run Dmc. Si hay otro paralelo similar a ellos, somos nosotros, qué con madre que los dos tengan su reverendo”.

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