Por: Marina Villen
Hace tres lustros la tierra tembló en la localidad iraní de Bam, arrasando su famosa ciudadela de adobe y cobrándose la vida de la mitad de la población. La cuidada reconstrucción ha logrado que el histórico lugar resucite de sus cenizas y vuelva a atraer a los turistas.
Todos los habitantes de Bam, situada en el sureste de Irán, recuerdan el seísmo de 6,6 grados en la escala Richter del 26 de diciembre de 2003, uno de los más catastróficos registrados en el país persa.
Gran parte de la ciudad quedó completamente destruida, incluida su impresionante ciudadela, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2004, y el número de muertos superó los 30.000, aunque algunas fuentes los cifran incluso en 46.000.
"En Bam tenemos un tercer origen histórico, el antes y el después del terremoto", resume a Efe Amir Hosein, habitante de esta ciudad y catedrático de Turismo, aludiendo a que los iraníes suelen hablar de antes y después de la Revolución Islámica de 1979 y de la guerra con Irak (1980-1988).
Hosein, que tenía 16 años cuando ocurrió el terremoto, estuvo durante siete horas bajo los escombros. Su padre, a diferencia de la mayoría de sus vecinos, había construido casi toda la casa respetando los estándares antisísmicos, pero no la segunda planta, donde se ubicaba su habitación.
"Si las casas hubieran cumplido con esos estándares no habría ocurrido semejante tragedia", afirma el profesor, quien perdió a un centenar de familiares en el seísmo entre tíos y primos, pero no a sus padres y hermanas.
Las casas han sido reconstruidas siguiendo estándares altos para evitar otra desgracia, al igual que su antigua ciudadela, "Arg-e Bam" en persa, en la que no obstante deben respetar los patrones originales.
El director de "Arg-e Bam", Mohsen Movahedí, explica a Efe que los materiales empleados en la reconstrucción son "cien por cien originales": barro y adobe.
"No se utiliza ningún otro material, excepto que sea necesario para fortalecer la estructura, pero siempre se recurre a aquellos permitidos", subraya.
Movahedí reconoció que en caso de terremoto podría haber de nuevo destrucción, ya que "no existe ningún monumento histórico en el mundo que se fortalezca totalmente ante un seísmo, porque perdería su identidad".
Los orígenes de la ciudadela se remontan al periodo aqueménida (siglos VI al IV a.C.) y conoció su máximo esplendor entre los siglos VII y XI d.C., gracias a su estratégica ubicación en las rutas comerciales de la seda y el algodón, según la Unesco.
El terremoto de 2013 causó el derrumbe de varias secciones de la residencia del gobernador y las partes superiores de las murallas, así como importantes destrozos en su bazar y otros edificios como la mezquita.
"Los principales desafíos en la reconstrucción los presentan las estructuras altas, que se vieron dañadas desde la base y tienen peligro de derrumbe", detalla Movahedí, al destacar que las labores de recogida de escombros se han dado prácticamente por terminadas.
Amplias zonas de la ciudadela están ya en pie, como el bazar, la mezquita y las caballerizas, así como parte de la fortaleza, pero la idea de las autoridades iraníes y de la Unesco no es, por ahora, reconstruirla por completo.
En este sentido, el director de "Arg-e Bam" señaló que el monumento estuvo abandonado durante años y algunas partes ya estaban en ruinas antes de 2003, por lo que el primer objetivo es "llegar a la situación física de antes del terremoto".
En la ciudad nueva, fuera de las murallas, solo hay actualmente un edificio en ruinas, que ha quedado como símbolo del terremoto.
"Bam era una ciudad muy conocida en el mundo debido a su ciudadela y a sus cultivos de dátiles y cítricos, por lo que recibió muchas ayudas para su reconstrucción", indica el catedrático Hosein.
Era también una ciudad muy turística, pero el terremoto dañó seriamente esta industria.
El experto en turismo afirma que el número de visitantes "se redujo considerablemente" pero a día de hoy "está remontando" gracias a que la ciudadela ya está reconstruida en más de un 30 %.
La agricultura, gracias a su red tradicional de "qanats" (canales de riego subterráneos), se mantuvo y eso favoreció que los supervivientes del seísmo no abandonaran Bam y reconstruyeran sus casas.
Por ello, Hosein considera que la vida en la ciudad ha vuelto relativamente a la "normalidad" 15 años después de la tragedia, aunque el miedo sigue latente y sus habitantes nunca podrán olvidar lo ocurrido.
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