Por: Ana Laura Tagle y Adrián Figueroa
La Academia Mexicana de la Lengua (AML) rendirá homenaje a Julio Torri (1889-1970) y su gran “casa literaria”, ese lugar donde habita una extraordinaria obra de las letras nacionales, breve pero profunda, el personaje excéntrico, que fue, el profesor universitario, el genio del ensayo, el crítico literario y el hombre tímido y discreto que publicó sus tres libros a pesar de él mismo, dice Jesús Silva-Herzog Márquez.
El homenaje por los 50 años de su fallecimiento inicia mañana y se llevará a cabo durante todo el mes de julio. Se transmitirán 21 cápsulas mediante el hashtag #julioDeJulioTorri en las redes sociales de la AML y el 9 de julio en la página de Facebook de la Academia se realizará el conversatorio La Academia Mexicana de la Lengua recuerda a Julio Torri a 50 años de su fallecimiento. Para el 23 de julio, se transmitirá un mosaico de lecturas con la participación de 18 académicos, quienes reflexionarán sobre las facetas de Torri como editor, abogado y profesor, así como de su concepción de la mujer y su relectura en el siglo XXI.
Jesús Silva-Herzog Márquez, coordinador del homenaje, señala que esta “casa literaria” que construyó Julio Torri la podremos ver a través de las distintas miradas de los académicos de la AML, que mostrarán las amplísimas contribuciones a la vida literaria y al espacio cultural mexicano que dio el integrante del Ateneo de la Juventud y autor de Ensayos y poemas, De fusilamientos, La literatura española y Tres libros.
También en esa “casa”, añade, veremos al gran corresponsal de Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña, es decir, ese personaje que vive su presencia en la cultura mexicana a través de la amistad de sus relaciones afectivas con los anteriores, con José Vasconcelos, Antonio Caso…
Y en esa casa, dice, habita su contribución como docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. “Podremos asomarnos en este homenaje a los recuerdos que tienen de él como profesor quienes fueron sus alumnos. Ahí están testimonios fantásticos de Margo Glantz y de Felipe Garrido que recuerdan a este maestro tan excéntrico que fue Torri; a este hombre que fue tímido y discreto con una obra literaria que permanecía prácticamente en secreto para los propios alumnos, y que también reconstruye una historia de la literatura española.
Aunque también en esa casa, agrega Silva-Herzog Márquez, está el crítico literario y gran lector que fue, además de ese “gabinete de joyero”, podríamos decir, porque en Julio Torri debemos reconocer al creador de la obra breve más certera de nuestra literatura. “Es el genio del ensayo corto en la tradición literaria mexicana y, finamente, dentro de esa casa está el lugar en donde deja su “bicicleta” —se refiere al relato de “La bicicleta”—, que es uno de los emblemas de la ligereza de su obra literaria y es igualmente un ensayo breve que constituye una especie de autorretrato de él.
— Y en esta casa está también el hombre.
— Lo que podemos admirar de Julio Torri es el ejemplo de la literatura de la modestia, en el sentido de que autor de una obra tan discreta, tan cuidada, que prácticamente podríamos decir que publica a pesar de él mismo, es un recordatorio de que en la conversación sea académica, sea intelectual, sea literaria o incluso política, no debemos aspirar a decirlo todo, sino que sería más prudente cuidarnos de agotar y asfixiar esa conversación. Y creo en ese sentido, que en esta época tan parlanchina en la que estanos sumergidos, en la cual todos hablan y dicen todo, la presencia de un escritor que habla para guardar después silencio, es muy oxigenante.
— Hablan y creen que lo saben todo.
Esta idea de la persona que puede comentar absolutamente todo con credenciales de autoridad y por tanto no tiene como Torri esa manifiesta autocontención que es un mensaje cívico en estos momentos.
— Y el escritor excéntrico.
Julio Torri es, efectivamente, un personaje exótico dentro de nuestra tradición literaria. Decía Guillermo Sheridan que era un escritor raro, porque era un hombre carente de vanidad y no buscaba los reflectores, sino se mantenía alejado en lo posible de los micrófonos. Pero esencialmente, su obra es la brevedad, esta exigencia de la economía expresiva que hay en Julio Torri está complementada por una acidez humorística que lo coloca en un lugar muy solitario en la tradición intelectual mexicana. Tiene un sentido del humo extraordinariamente filoso, que no llama desde luego a la carcajada porque no es un escritor chistoso, sino que va rumbo a la ironía, a la distancia con él mismo y con los hábitos culturales.
EL HOMENAJE. Jesús Silva-Herzog Márquez cuenta que entre las ponencias habrá trabajos y testimonios muy valiosos. Uno es el recuerdo de Margo Glantz. “Es grandioso, porque ella regresa a sus años como estudiante en la FFyL y evoca al Torri tímido, dando sus clases y cubriéndose el rostro con el libro que leía en ese tiempo.
Hay también una reflexión de Roger Bartra, integrante de la AML, que descubre un aforismo de Julio sobre la melancolía y la ironía. Roger se ha dedicado muchos años a estudiar la experiencia melancólica y en ese sentido, desde su percepción como antropólogo, conversa de alguna manera con este dardo aforístico de Torri.
Además hay un apunte de Sara Poot, quien recuerda el interés de Carlos Monsiváis por la obra de Julio y hace una remembranza personal muy interesante para los lectores. También habrá participación e integrantes de la AML como Gonzalo Celorio, Mauricio Beuchot, Vicente Quirarte, Diego Valadés, Concepción Company Company, Fernando Serrano Migallón, Germán Viveros, Rosa Beltrán, Alejandro Higashi y Jorge Ruiz Dueñas.
TORRI NOS ENSEÑÓ EL VALOR DE LA ECONOMÍA VERBAL: GONZALO CELORIO.
Julio Torri nos ha enseñado el valor de la economía verbal, no decir lo que no hace falta y quitar las palabras que sobran. La obra del escritor, profesor y editor coahuilense es escasa, pero de gran calidad literaria, crítica e irónica por ello, a 50 años de su muerte, es importante que se revalore y reconozca su gran mérito.
“Él quedó un poco marginado porque no tenía mayor interés en figurar dentro de la escena pública ni en la vida literaria, pero sí quiso participar en la literatura y dejó una obra muy breve, pero de enorme valía”, destacó el director de la AML, Gonzalo Celorio.
El autor de El ladrón de ataúdes fue un gran purista del lenguaje, sin embargo, esto no le restó modernidad, explicó. “Torri es muy moderno y utiliza una serie de recursos que no tenían mayor cabida en la literatura mexicana, hispanoamericana o de lengua española, como el gran sentido del humor, ya que nuestra literatura se caracterizaba, generalmente, por su solemnidad”.
“Nuestros escritores se tomaban muy en serio su papel y podían ser muy simpáticos en la cantina, pero a la hora de escribir se encorbataban”. En ese sentido, añadió, Julio Torri encontraba en el humor una capacidad crítica social y cultural devastadora, la cual ejerció con un estilete y plasmó en su prosa, tal es el caso del cuento De fusilamientos, en él hace una crítica al proceso de la Revolución Mexicana.
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