Por: Roberto A. Valenciano Capín
La levedad en el hecho escénico se hizo presente con la pieza escénica "Mr. Will" de la compañía brasileña Gir8, bajo la dirección de Elaine Cruz.
En donde la coreografa Joysi Amorim apuesta por generar un discurso sobre las emociones y sensaciones esenciales para el ser humano a partir de la pregunta ¿Cómo se modifican e intensifican las relaciones humanas a medidas de que nuestras vidas se llenan de sonidos, máquinas, deseos?...
En este caso, seis bailarines ante si mismos y una máquina manipulada y manipuladora.
Seis intérpretes que pusieron en marcha la maquinaria que no solo reproduce su imaginario bajo este uniformar patrones de vida, aún cuando permea un tanto su "libertad" de acción, sino el de los espectadores que dieron cuenta de esta complicidad de esta posible reflexión de hasta donde esta pertinencia de libertad o estos derechos de nombrarse.
Cinco sillas entre el segundo pasillo del foro, ocupada la segunda de ellas de derecha a izquierda por una bailarina que hace genuflexiones, para en un momento desenfadarse, pero sin más aparece este cochecito a control remoto y supeditarse a lo que les proveé de esta realidad no exenta de muchos.
Y de hay detonar estas acciones a partir de esta cierta acciones cotidianidas, como de esta cierta rebeldía, como lo fue este reconocimiento parcial de que se aún se tiene propia identidad, como el tragarse una foto, el romper este etiquetado de una numeración hasta llegar a este acto de supervivencia y autodefinición ( individualidad) con estas posibilidades de deleitarse, engullir, tragar, vomitadas no solo la galleta- carencia-lujo
Es así como este obra converge en este divertimento, al generar no solo esta empatía sino provocar el contagio con esta risa cómplice de estas acciones del público, para quedar en la mera exposición de construir burdamente un discurso humorístico y cierta ironía, que se sopesa gracias a la entrega y la energía gozosa de los bailarines que logran también momentos nimios de esta autocrítica.
Hasta que es tal que voltean el cochecito de control remoto.
Como bien lo propone la coreógrafa, bailarina y maestra, Evoé Sotelo "hacer emerger del mundo cotidiano los detalles, gestos, movimientos, aparentemente intrascendentes de nuestras acciones diarias y, a partir de estos materiales tan simples, tan desprovistos de intencionalidad expresiva, profundizar en la experiencia del tiempo como elemento nodal de este discurso".
Un público que le correspondió con un aplauso y bravos a los co creadores: Gabriela Leite, Bruna Alecrim, Inae Silva, Felipe y Lucas Syupa.
Previo a la función de esta compañía de danza contemporánea del Estado de Goiás (Brasil) con cinco años de existencia, se presentó esta primera de tres sesiones del Lila Talks que busca ser este espacio para el encuentro, el diálogo y la reflexión en torno a la danza, la cual fue dedicada de manera póstuma al maestro, coreógrafo y bailarín Luis Fandiño a través de la proyección de un interesante documental en este segundo día de este XLII edición del Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López.
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