jueves, 10 de mayo de 2012

''El bailarín se hace en escena'': Rafael Carlín



“La danza contemporánea es la suma de muchos elementos que existen para hacer arte y para expresar. Desde las cosas más sofisticadas para la iluminación, multimedia, visuales, hasta las nuevas propuestas escénicas de cómo manejar el cuerpo. Lo contemporáneo es una línea de expresión del cuerpo, pero también todo lo que envuelve el factor escénico.

Después de la danza clásica llegó la necesidad de desprenderse y surgieron varias técnicas modernas que hoy se utilizan como entrenamiento, para después empezar a tener un lenguaje contemporáneo, a través de desmenuzarlas y explorarlas.

Muchas veces la danza contemporánea no llega a comprenderse porque están mal hechos los trabajos y no están bien puestos los signos, y creo que eso es por falta de oficio y talento de los creadores. Quizá el espectador no entienda una narrativa, pero sí deben estar bien puestos los símbolos para que haya un impacto emotivo y un impacto visual.

Yo creo que en un espectáculo debes cuidar todos los aspectos: estéticos, conceptuales y de propuesta de lenguaje. No por decir ‘es que yo soy muy conceptual’ vas a descuidar la estética. Hay que tener la capacidad como creador para darle a todo un buen término.

Si eres un bailarín que te entrenas y le dedicas tiempo a la danza, vas a tener un buen físico. Lo que pasa es que luego hay seudo-bailarines que no se entrenan y se echan el performance aunque estén ‘desentrenados’ y hasta pasados de peso, porque no tienen el rigor. Y eso, creo, demerita mucho el trabajo, porque subirse al escenario implica tener respeto. Pero no engaña uno a nadie, se ve la gente que trabaja y tiene rigor, y la gente que no.

Un bailarín tiene que entrenarse todos los días; tomar mínimo una o dos clases técnicas. Nosotros en la compañía tomamos clases de técnica contemporánea basada en los principios de Limón y de Release. También tenemos entrenamiento de repertorio y yoga. El cuerpo es la herramienta de expresión, tiene que estar entrenado para lo que uno quiera proponer y decir.

La escena como espejo

A mí al principio me interesa provocar y mover el espíritu del bailarín: ‘¿Por qué está él ahí, por qué danza, qué es lo que le mueve, qué miedos y anhelos tiene?’ Y si a él le suceden cosas, seguramente al que lo ve también se le van a mover cosas en su interior.

Porque la escena es un espejo. Somos humanos y tenemos la misma sensibilidad, los mismos sueños y anhelos, y si al artista se le mueve todo eso, el espectador lo va a recibir.

Eso implica ser honestos, encontrar qué quiero decir para que posteriormente esa entrega, esa pasión y esa vulnerabilidad lleguen al espectador. Tenemos que encontraros y en el proceso lloramos y reímos para poder descubrir qué somos, y de una manera extraordinaria y fuerte plasmarlo en el escenario y confrontar al espectador.

Yo como director siempre trato de provocar que haya ese encuentro en cada función. Que dentro de una pieza, aunque ya esté establecida, haya una oportunidad de sentir diferente. No es lo mismo cómo estás ahora que como estás mañana, nunca somos los mismos y el acto cambia. A lo mejor la pieza habla de la muerte, pero quizá hoy siento la muerte de mi perro, y después la muerte de la noche, o la muerte de mi relación de pareja.

Bailar sin prejuicios

Siempre me encantó bailar. El impulso y el primer latido al escuchar la música en el corazón, en el cuerpo, no lo puedes negar. Yo decía ‘algo pasa’. Era inevitable y era una locura. Algo más allá de simplemente moverte. Es algo que te llena y te transforma; te mete en otro mundo, en otro paisaje.

Cuando decidí que esto iba a ser mi vida, por supuesto que en mi familia me dijeron que me iba a morir de hambre. Pero yo terco, sabía que esto era lo mío y no me importó, me hice de oídos sordos y seguí. En el momento en que llegué con el primer cheque a casa se quedaron callados porque vieron que era un trabajo profesional, y de pasar de hacer la oveja negra, pasé a ser el artista de la casa (risas).

Como le digo a mis alumnos: cuando uno quiere hacer algo en la vida tiene que pelear contra todo lo que se suceda, porque después te vas a quedar tú solo, frustrado, sin haber hecho lo que quisiste. Si dejas la danza por factores externos, nada te garantiza que vas a ser rico y exitoso y próspero, así seas abogado. Las mismas circunstancias de empuje y de pelea para conquistar algo están en cualquier rama y en cualquier área. Si tú peleas y le dedicas al arte y a la danza y eres talentoso, se van a abrir muchas puertas.

Y claro que siempre hay prejuicios: ‘que el niño raro, que es para niñas’. Pero la danza es una expresión del cuerpo y ver a hombres bailar es una cosa maravillosa y bellísima. La danza es para todo el mundo, es una forma de expresar y comunicar que habita en los hombres y en las mujeres.

A mí siempre me valió gorro. Yo dije ‘esto es lo que quiero hacer, me importa un comino lo que digan’. Con la danza siento algo que no siento con nada más y es algo que me apasiona y me enloquece. Es lo que yo quiero, lo que soy y lo que espero seguir siendo.

Como bailarín y ahora como creador, que es una etapa que me entusiasma mucho, porque ya no nada más es interpretar sino que son tus ideas, tus concepciones, tus locuras y tus miedos; eres el hacedor de esos sueños. Ahora tú moldeas, tú pones, tú quitas. Las dos partes son apasionantes.

Generar recursos

Luego de estar en varias compañías nació mi inquietud de hacer mi propio proyecto, de sumar todo lo que había recogido en diferentes formas de bailar, diferentes coreógrafos con los que trabajé, y diferentes experiencias escénicas: desde la danza muy formal, como el ballet clásico, el jazz o lo contemporáneo, hasta lo muy experimental como el teatro del cuerpo.

Guadalajara siempre ha sido un semillero de bailarines. Y desde que soy maestro, hace 10 años, he visto como muchos bailarines ya formados se van de aquí porque a veces no hay proyectos que recojan ese talento. Por eso yo le aposté a mi propio proyecto para hacer lo que a mi me gustaba y sumar bailarines talentosos que hay en Guadalajara. Desde el 2003 hago obras bajo mi nombre, con Rafael Carlín y Compañía.

Ahora ya nos hablan para el trabajo porque saben que estamos ahí de una manera seria y profesional. Si trabajáramos esporádicamente, no se sabría si existimos o no. Hay que seguir trabajando porque el bailarín se hace en escena.

Uno no puede estar siempre pidiendo dinero, tienes que gestionar para generar tus propios recursos. El arte también se vende y se compra. Y bien. Yo he trabajado en grupos independientes e institucionales y he tenido las dos ventanas. En uno, bailes o no bailes tienes tu sueldo pero por otro lado, como independiente bailas, porque si no, no tienes dinero.

En la oferta de danza, está surgiendo gente muy dedicada, trabajadora y profesional que está generando proyectos interesantes. La demanda no siempre es la que quisiéramos, hay que trabajar para generar esos espacios y esos públicos. Pero hay mucha gente: tanta juventud, universidades y tanta gente ávida de tener un encuentro con el arte, en este caso la danza. Lo que hace falta es gente interesada en promover y difundir lo que se está haciendo de arte en Jalisco.

En México nos gusta apreciar la danza y también ha crecido mucho. En ciudades donde hay festivales y escuelas se ha generado un público, como San Luis Potosí y Hermosillo. La gente asiste a las funciones y se preocupa por ver qué se está haciendo.

El programa ópera prima me parece genial, es una ventana en televisión para la danza contemporánea, y creo que eso es lo que hace falta: que lo pongan en un ámbito masivo, porque es un arte maravilloso y la gente lo va a disfrutar”.

FRASE

"Uno no puede estar siempre pidiendo dinero, tienes que gestionar para generar tus propios recursos. El arte también se vende y se compra"

Rafael Carlín,

bailarín.

PERFIL

Para la danza

Rafael Carlín (Guadalajara, 1973) es licenciado en Artes Escénicas con especialización en Danza por la Universidad de Guadalajara. Su formación dancística ha continuado dentro de diferentes técnicas como Graham, Nicolais, Limón, Horton, Contac improvisation, Ballet Clásico y Jazz.

Ha bailado con compañías como Contempodanza, Anzar, Danzart, Movidanza y Fascia. En 2003, después de 19 años de carrera como bailarín y creador, fundó su propio proyecto de danza contemporánea que aun dirige: Rafael Carlín y Compañía.

Ha trabajado con numerosos coreógrafos mexicanos y extranjeros. Ha bailado en Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá, Venezuela y China, y como coreógrafo ha sido finalista en el premio Guillermina Bravo 2003 y el premio INBA-UAM 2004.

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